Fácil es perder la esperanza y regresar al pasado

Jueves, 13/06/2019 09:48 AM

Hay dos extremos en la manera de ver la crisis (o nuestras crisis): mirar muy de cerca o mirar muy de lejos. Las dos tienen un punto ciego. El primer extremo es ver la verdad solo en lo que nos llega por los medios de información conocidos, incluido el chisme, sin poder llevar la vista más allá. Es como percibir el mundo a través de esos visores de realidad virtual; quedamos poseídos por otro mundo paralelo al real, sin poder escapar de él, no importa para donde movamos la cabeza ahí está. La otra manera es verlo todo desde las teorías de las conspiraciones mundiales. La verdad está oculta en un documento secreto, aunque que se puede leer con detalles en la página del pentágono, o en el juramento de los Caballeros del club de Bilderberg. Todo se explica bajo la perspectiva de lo secreto, de logias misteriosas, de conspiraciones ocultas. Todo lo que nos pasa es producto de un plan perfecto en una conspiración mundial que quiere manipular los imponderables de la naturaleza, o que quiere apoderarse de la voluntad de los niños, o que quiere controlar la mente humana, o quiere robotizar el planeta y asesinar a los humanos en masa, escapar a Marte y abandonar la Tierra llena de hambre y miseria (por ejemplo, si a causa de una arrechera llegaras a matar a tu mujer, le echas la culpa al proyecto tal o cual, dirigido desde un centro de control escondido en la Antártida, y ya…) Muchos de los que defienden las teorías de las conspiraciones mundiales se escudan en ellas para no pagar sus deudas a los vecinos o la sociedad.

Estos dos extremos coinciden en un "punto ciego" (o de aquel que no quiere ver) donde el grueso de las gentes se hace el bobito frente a los problemas humanos concernientes a la sociedad en que vivimos, a la sociedad capitalista. En esta sociedad interactúan básicamente humanos, que algunas veces lo hacen con la naturaleza de forma directa. ¡Ver más allá!, sencillamente se trata de ¡ver más acá!, buscar en nosotros lo que pasa en todas partes, y que pueda pasar. Nada ocurre sobre la tierra que no haya sido tamizado por la inteligencia o las burradas humanas. Es por eso que el ángulo adecuado para ver la crisis (o nuestras crisis) es fijarse primero en este cuerpo, el propio, soportando y produciendo mierda; descubrir hasta dónde somos capaces de soportar las presiones sociales, frenarlas y cambiar la sociedad, o resignarnos a ella. Hay que ir a lo "alto" dentro de nosotros para ver lo que pasa, pero nosotros casi que nos arrastramos por el piso.

Bajo cualquiera de estas perspectivas es fácil resignarse al capitalismo, decir que el capitalismo es más fuerte que nosotros, por lo tanto ¡esperemos el fin del mundo!, así dispuesto por sus artífices, dejemos que el club de Bilderberg dispongan, porque ya ellos tienen todo calculado,.... Y todo esto se piensa como si Bill Gate fuera extraterrestre y la casa real de Inglaterra fuera un monumento natural, y no una familia de parásitos, como fueron los Romanov. Sin embargo después de la revolución Rusa se pudo comprobar que el Imperio Ruso, el Zar y su familia eran mortales, que también los elegidos semidioses se consumen por la putrefacción, igual que los mujik y los caballos.

Se produce y se recibe tanta información que la gente nunca llega a preguntarse ¡por qué tanta! En una sociedad donde los medios de información son hegemónicos y representan el poder de facto, nadie se pregunta porque hay tanta información a nuestra disposición, sin ni siquiera nos percatarnos de las contradicciones. No podemos procesarla con sentido, ¡mucha información y poco conocimiento! Sin embargo la realidad, o lo que tenemos más a la mano de ella, es nuestra propia vida, nuestra principal fuente para el conocimiento para establecer nuestra propia verdad y la verdad en los hechos; afectos, sentimientos, experiencias psicológicas, intelectuales, sensuales. Si no prestamos atención a nosotros mismos, terminamos creyendo que lo que existe ¡no existe!, que es necesario ver el noticiero, o ir a Google o buscar en Twiter, Instagram, Youtube, Facebook, para reconocernos, pero fuera de nosotros, posesos del espíritu del capitalismo.

Toda esa paja acerca de conspiraciones mundiales junto a las amenazas de Trump es un ejercicio de fuerza (de coacción); debemos llevar una y otra al plano humano concreto para entenderlo mejor, a cuando peleábamos en la calle con nuestros vecinos, a la manipulación, a los golpes reales en el estómago, el muerto en el piso, las amenazas, el "quítame esta pajita del hombro", la fuerza tangible y la fuerza simulada, la insidia y el desprestigio, el amague y la finta, etc. Ahí se dan todos los elementos humanos físicos y psicológicos para la pelea, que se pueden trasladar a la escala que sea; son los mismos componentes de fuerza o coacción que la psicología de masas colonialista manipula en el plano mundial, como métodos de control para naciones enteras, mucho más económicos frente a los altos costos de la guerra convencional… No hay nada en este mundo fuera de la humanidad o que no haya pasado por ella, es decir que todo error o acierto en el mundo sigue siendo humano, incluido Dios y las cortes celestiales; y todo "guapetón mundial" tiene en el "cobarde nacional" su correlativo, no existe uno sin el otro.

En el proceso de dominación se impone el ahorro, de esfuerzo físico, dinero y costo político. Si Trump hubiera querido invadir Venezuela lo hubiera hecho ya. EEUU mató a la familia de Gadafi con un misil, igual lo puede hacer con Maduro. Si el grupo de Bilderberg pudiera controlar con una maquinita la mente humana antes de acabar con el planeta, lo hace, pero no tiene que decirlo antes; más bien lo dice para no hacerlo, ¡es más barato! Y cuando se hace no se dice. Como de hecho ya controlan la mente humana, como dueños de la mediática mundial que son, ¡Qué más control mental que este bombardeo de constantes virtualidades, de prejuicios, de racismo, de obsesiones, de manías, de miedos!

Una periodista de vtv una vez nos explicó cómo el modelo para el ataque electromagnético al Guri lo sacaron de "Arma mortal 4". Pero, por su mente no le pasó que el sistema eléctrico nacional pudiera estar abandonado por el gobierno desde hace tiempo atrás, en su afán de "desarrollar la fuerzas productivas capitalistas del país". Jamás se imaginó que el gobierno quisiera "ahorrar" con las inversiones en las empresas estatales, que para ellos deberían estar en manos privadas. Esa última suspicacia nuestra es invalidada por la suspicacia de la periodista, de creer que detrás de todo el desastre del sistema eléctrico nacional está una gran conspiración, distinta al capitalismo, el proyecto Haarp de ondas electromagnéticas de alta frecuencia, por ejemplo; mi suspicacia denuncia, la de ella disimula… Mientras existan tales teorías conspirativas – divulgadas sin mucho misterio –, mientras wikileaks siga publicando cartas e informes secretos, denunciando lo que todo el mundo ya sabe o sospecha, todos los irresponsables e ineptos del planeta estarán disculpados.

Una verdadera revolución parte del conocimiento de uno mismo y de un sentimiento apiadado y amoroso de la sociedad, y de la naturaleza que nos proporciona la vida. Desde ese conocimiento humano (demasiado humano) nacen nuestros anhelos de cambio, ¡de nosotros y nuestros sueños de un mundo mejor depende cambiar la sociedad! Pero si no creemos en nosotros mismos, en el hombre rebelde, en que Bilderberg, Trump, el proyecto Haarp y la familia real inglesa, ¡que el capitalismo y todos sus derivados! son un producto humano y no divino, rápido nos olvidamos que debemos (no que tenemos que) cambar el mundo antes de que el capitalismo acabe con todo.

Pero si no vamos a cambiar las cosas, de nada sirve culpar al "poder inefable" del capitalismo de algo que es causa de nuestra propia resignación, del conformismo, de la flojera física y mental, del abandono fatalista donde estamos hundidos. La fatalidad capitalista también sirve de excusa para no vivir con dignidad, para no hacer la revolución, y entregarse a una eterna superchería, al chisme, una denunciadera sin objetivos, impotente, resentida, paralizante. Hay que ir de frente por la caza del enemigo, sin miedo; o se hace una revolución o morimos todos, para decirlo con palabras del prócer José Félix Ribas, "ni aún podemos optar entre vencer o morir: ¡necesario es vencer!",.

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