Venezuela y su laberinto (II)

Miércoles, 03/07/2019 09:54 AM

Aproximadamente hace un año, los compañeros de Aporrea tuvieron a bien publicar un escrito de nuestra autoría con el mismo título, https://www.aporrea.org/ideologia/a265830.html , hoy bajo la luz de los acontecimientos nacionales e internacionales entrego esta segunda parte.

Cabe recordar la palabras del gran poeta revolucionario Roque Dalton "es elemental saber que contradicciones hay en todo lo que existe; es más sin contradicciones internas nada puede existir".

Las circunstancias hoy son las mismas, pero desde entonces, los ataques y la destrucción del tejido social debido a la guerra multiforme impuesta por las elites imperiales y sus lacayos en las oligarquías locales no han hecho sino incrementarse.

Escribimos en la primera entrega que la salida al laberinto en que nos han metido los dueños del capital internacional y sus socios se nos presentaba como una encrucijada donde al parecer solo existían dos caminos: la entrega del país y sus riquezas a los grandes capitales o la profundización de la revolución.

Al parecer como salida del laberinto, debido a la intensidad de los ataques nos hemos visto obligados a transitar un poco por cada uno de ellos. Quizás más por uno que por el otro.

El bloqueo y las agresiones económicas se han incrementado hasta un punto tal que demuestran la intención descarada de la administración Trump y sus súbditos en la política venezolana de asfixiar totalmente a Venezuela para producir el colapso de nuestra sociedad y una eventual explosión social.

Por otra parte la designación de un criminal confeso y convicto como Eliot Abrahams para encargarse de la "transición a la democracia" solo puede significar muerte y destrucción; así lo demuestran las revelaciones sobre el último intento de golpe de la derecha fascista al servicio del imperio. La frase "así haya que quemarlo todo para salvar a Venezuela" nos muestra hasta donde están dispuestos a llegar y nos recuerda aquella fatídica declaración de un militar gringo sobre una masacre efectuada por sus tropas en Vietnam: "a veces hay que destruir a un pueblo para salvarlo del comunismo". Esta actitud fascista y desquiciada producto del odio y el racismo es típica de los oligarcas psicópatas y sus lacayos, que no sienten ningún tipo de empatía por el resto de la humanidad y están dispuestos a todo para imponer su visión del mundo y conservar sus privilegios.

En este contexto es el chavismo militante, ese que sigue viendo a la organización popular y la participación como el único medio de seguir adelante, el que debe ponerse al frente de la batalla; sin dejar de tener en cuenta las realidades y las contradicciones de una revolución bajo asedio que se ve obligada en muchas ocasiones a dejar de lado sus raíces combativas para iniciar diálogos y llegar a ciertos "arreglos" para evitar el conflicto fratricida al que le quieren llevar las fuerzas imperiales, y en este contexto cometer errores que siguen fortaleciendo a las elites de siempre, en guerra abierta contra el proceso y a las nuevas elites que hoy se favorecen de esas decisiones, al parecer equivocadas, según muchos de nosotros.

Los ataques de las elites imperiales seguirán incrementándose y nosotros debemos seguir resistiendo y luchando y como lo dije antes, solo con organización social desde abajo y con voluntad política, transparencia y honestidad desde arriba podremos superar la gran ofensiva desatada por el fascismo. En estos momentos críticos tenemos que entender que las contradicciones existen y debemos aceptarlas y aprender de ellas para seguir adelante. Aprender a reconocer a los traidores y convencer a los blandengues y a los confundidos. Los cuadros revolucionarios con cargos importantes deben abandonar la arrogancia y los dogmas para dedicarse de lleno al pueblo organizado, escucharlo y entender que es ese pueblo organizado con autonomía y territorialidad el que lo protegerá y salvará a la revolución.

La dictadura corporativa cada vez actúa con más saña y descaro ignorando las leyes y normas internacionales. Atacando y destruyendo naciones, obliterando su historia y sus culturas, exterminando a los pueblos originarios y a los campesinos, asesinando, desapareciendo y torturando. Imponiendo la violencia y el terror mientras sus prostituidos medios de comunicación ocultan la verdad y nos bombardean continuamente con noticias falsas, rumores y mentiras descaradas.

Ante estas circunstancias, Venezuela no puede rendirse ni "dar su brazo a torcer" pues significaría traicionar su principal razón de ser: convertirse en una república completamente independiente y soberana. Todos los venezolanos de bien, no importa el color ni la religión ni sus preferencias políticas debemos estar claros que estamos bajo el asedio del imperio más criminal y violento jamás conocido. Aquellos que no están de acuerdo con el actual gobierno, por más arrechos que estén (y créanme, en las filas de la revolución existimos muchos que estamos arrechos con la corrupción, la ineficacia, las políticas anti campesinas de algunos jueces y funcionarios y muchas otras cosas) no pueden traicionar a la patria del libertador Simón Bolívar y su ideal antiimperialista, mucho menos respaldar la destrucción y el baño de sangre que traería una guerra convencional en nuestro territorio.

En estos momentos decisivos, donde el mundo entero se enfrenta a una crisis global de amplio espectro, todos los que amamos la vida, todos los que queremos salvar al planeta para poder asegurar el futuro de nuestros hijos y nietos, debemos unirnos y resistir el cobarde intento de las elites dominantes para destruir nuestra nación; lo que más temen los dueños del capital financiero es que Venezuela triunfe y se vuelva un ejemplo de dignidad y resistencia.

Una vez que logremos salvar el estado nación del ataque del fascismo neoliberal, podremos enfrentarnos en el campo político, en sana paz, sin violencia, sin complejos de superioridad ni dogmatismos y como hermanos que somos, confrontar ideas y decidir entre nosotros, sin injerencias externas el futuro de nuestra patria.

 

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