Reza un viejo aforismo que "la naturaleza es sabia", es decir, la pacha mama crea por la vía del instinto, algo extraño e inusitado, los mecanismos y medios necesarios para preservar la vida de las especies. A pesar que algunas, como los dinosauros, han desaparecido por hechos inexplicables, otros se han preservado por millones de años. Lamentablemente por ese afán depredador del hombre y por la codicia de muchos miserables, insectos, mamíferos, vegetales y peces han desaparecido y otros tienden a desaparecer.
La gente o seres superiores, por esa cosa que inventaron, la llamada "razón" intentan darle explicación a los hechos o en el mejor de los casos, concibieron mecanismos jurídicos para mantener un "status quo" para salvaguardar el estado actual vinculado con los hechos y las cosas. Entre estos mecanismos jurídicos aparecen los Derechos Humanos y entre estos se destaca, el Derecho a la Vida. Este es el derecho universal que le corresponde a todo ser humano, necesario para concretar todos los demás derechos universales (alimentación, salud, trabajo, vivienda, recreación, entre los más significativos).
De acuerdo con lo anterior, lo que la naturaleza nos entregó por la vía del instinto, la preservación de la especie, la razón nos lo regala como un derecho por la senda de la jurisprudencia. El derecho a la vida significa tener oportunidades para vivir nuestra propia vida. Esto quiere decir que si no hay vida, no tiene sentido la existencia de los demás derechos fundamentales.
Es bueno aclarar que el derecho a vivir no es algo etéreo, tampoco algo solamente jurídico, no señor, este derecho contempla una serie de elementos que, indiscutiblemente, si no se tienen la vida es imposible. El ser humano para vivir, tal como se concibe en un mundo moderno, necesita alimentos, medicina, educación, vivienda, recreación ente otros, y si no tiene acceso a esto, alguien o algo le están violando sus derechos.
Por lo general la ONU, la OACDH, Unesco, CCPR, OHCHR, ACNUDH, FIDH, HRW, ISHR, UNICEF, OMS etc., es decir, todos estas organizaciones universales son oficinas burocráticas encargadas de velar por el fiel cumplimento de los derechos humanos. Todo sería perfecto si estos organismos no fuesen financiados, en su mayoría, por fondos provenientes del gobierno de EEUU.
Es sorprendente, que a pesar de aquel entramado de oficinas burocráticas vigilantes de la violación de los derechos humanos existan millones de niños que mueren de hambre, niños que no tienen una cama donde dormir, millones de analfabetos, miles de millones de seres humanos privados de las condiciones primordiales para vivir una vida digna, es decir, alimentos, educación, salud, vivienda y mucho menos recreación. Miles de estas víctimas se harán una pregunta ¿si estoy vivo, quién me asegura el derecho a vivir? Millones de refugiados deambulan por el mundo expuesto a cruentos peligros y lo único que obtienen es el rechazo y el maltrato de los gobiernos y de los racistas que se niegan a recibirlos. A pesar que muchos de estos regímenes son los responsables de su deambular por caminos agrestes, mares embravecidos y caudalosos ríos. Los expatriados van por esos caminos inhóspitos en la búsqueda de una ciudad donde sus hijos puedan crecer, de acuerdo con los cánones de un niño(a) o un(a) adolecente en el mundo moderno.
Por lo general la tendencia de la las organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos, de las ONGs, de los medios de comunicación de masa comprometidos con los poderosos, es atribuir la violación de los derechos humanos a los gobiernos que no se corresponden con los preceptos de quien financia esas oficinas burocráticas, es decir EEUU. Esto no es un imaginario de quien escribe. Bastaría hacerse varias preguntas ¿Qué ocurre con los derechos humanos de los niños palestinos y los yemenitas? Parece que a ellos, a pesar de que están vivos, les está vedado el derecho a vivir. Así mismo ¿qué ocurre con los derechos humanos de los niños centroamericanos enjaulados como animales en Texas, por orden de Donald Trump?
No solo los gobierno violan los derechos humanos, también lo hacen los bancos que le niegan al gobierno Bolivariano de Venezuela el dinero que nos pertenece para solucionar problemas de salud de algunos compatriotas. También viola el derecho a vivir los laboratorios que no le venden a Venezuela las medicinas para resolver los problemas de salud a nuestros connacionales. Así mismo, infringen los derechos humanos las fábricas exportadoras que les niega la los venezolanos los alimentos para resolver el derecho esencial como es comer. De igual modo, violan los derechos humanos los medios de comunicación que incitan a la muerte de forma descarada.
La vida ni las guerras continuas les enseñan nada a ciertos periodistas. Es sorprendente como una mujer, en funciones de agente de comunicación mercenaria, convoca al asesinato de los colectivos venezolanos, al igual como lo hicieron los nazis con los judíos con el resultado conocido. También la fablistana parece olvidar el genocidio ocurrido en Ruanda entre los hutus y el extermino de 800 mil tutsis en 1994. Esta desgracia, como consecuencia del llamado irresponsable al exterminio de los tutsis que hizo una radio (Las mil colinas, apodada la Radio del Odio), le mereció una sanción producto de la campaña de odio. Como se ve, algunos medios de comunicación y periodistas también violan los derechos humanos, sobre todo el derecho a vivir.
También violan los derechos humanos los partidos terroristas como Voluntad Popular, cuyos voceros, entre ellos el mequetrefe Juan Guaidó, alias Juanito el traidor y sus cómplices, viajan por el mundo solicitando la aplicación de sanciones económicas y financieras para que a los residentes en Venezuela se le niegue el derecho a vivir, dado la imposibilidad de conseguir alimentos, medicinas, así mismo, la depreciación de los sueldos como secuela de la inflación inducida por tales prohibiciones. Además de lo anterior, le solicitan a Donald Trump una intervención armada contra nuestro país que ocasionaría consecuencias nefastas: la conculcación del derecho a la vida. Penosamente todo el entramado burocrático de las organizaciones de derechos humanos que velan por estos se hacen las sordas y se colocan un lentes oscuros con adhesivos para no ver lo que ocurre en Venezuela.
También viola los derechos humanos el energúmeno Luis Almagro, quien desde hace años viene atormentado la vida de los venezolanos, generando situaciones de angustias ante sus arremetidas contra nuestro país. Tampoco debo dejar de lado lado a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, la señora Michelle Bachelet, quien no ve nada de lo que ocurre entre la frontera de México y EEUU, tampoco ha levantado un informe sobre lo que ocurre en Siria, además, juzgo que en el mapa que le entregó el secretario general de la ONU no aparece Yemen. Desafortunadamente, se comporta como una invidente, dado que no está enterada de la cocaína que exporta Colombia (70 % de la producción mundial) y mucho menos de los reiterados homicidios de los líderes sociales en el antiguo virreinato de Santa Fe. Eso si, fue rauda en eso de elaborar un informe parcializado sobre su visita a Venezuela y quizás, por una fe de rata no aparece en ningún párrafo del documento panfletario el nombre de Donald Trump y ni sus oprobiosas sanciones, ni tampoco el gobierno de EEUUU. Cuando leí este adefesio me acordé de un verso de un poema de Sor Juana Inés de la Cruz, el cual trascribo a continuación: "¿O cuál es más de culpar/ aunque cualquier mal haga: / la que peca por la paga/ o el que paga por pecar?" Si pensamos amigo lector que EEUU es el que paga la nómina de los funcionarios de la ONU, creo que la empleada chilena pecó por la paga. Lee que algo queda.