Simón Bolívar, minas y el rentismo

Lunes, 29/07/2019 10:00 AM

El descenso del bienestar en el vivir nacional venezolano ha sido incuestionablemente dramático en los últimos años. Las explicaciones y razones pueden abundar; pero los resultados son lapidarios.

Son tiempos del pensar y del decir, y los venezolanos en los aciagos momentos, afortunadamente tenemos a quien acudir, es un gran privilegio, disponer de una gran fuerza histórica que nos viene del pasado que mucho nos tiene que enseñar a las gentes del presente.

Se trata de una maravillosa pléyade de hombres y mujeres de distintos saberes: en la Política, en todas las Ciencias, la Economía, el Arte, las Armas, la Educación, la Cultura, los Oficios. Es un haber histórico, cuyos mensajes están en las bibliotecas, Archivos, Discos Duros, en la Oralidad, y, en la actualidad en cada cerebro de los ciudadanos y ciudadanas ¡En la vida misma!

En el patrimonio de pensadores universales venezolanos que reúnen y unen el pasado y presente sintetizando adecuadas rutas, nos acompaña un gigantesco referente: Simón Bolívar.

Al parecer nada del discurrir humano escapaba al interés del Libertador, llegó a definir en sí mismo al hombre americano de su tiempo, eso se infiere de su correspondencia, a Santander:

"Vd. Y Sucre son los hombres de Colombia para el mando supremo. Yo no valgo nada para esto y lo digo de todo corazón .Yo soy el hombre de las dificultades y no más: no estoy bien sino en los peligros combinados con los embarazos… (1)

Alta coherencia del Libertador, puesto que la América de su tiempo estaba llena de dificultades (Un mundo moribundo y un nuevo alumbramiento social) que planteaba un sinfín de retos. En su cabeza bullían los maestros: Simón Rodríguez, Andrés Bello, Andújar, Pelgrón, los clásicos griegos y latinos, sus "nanas negras" y luego juntos en el Vivac, y en el combate sintiendo y viviendo las esperanzas de los atropellados y desheredados de siempre: peones, indígenas, esclavos. Un nuevo hombre, un nuevo liderazgo, una nueva visión era preciso.

A comienzos de 1815, está el Libertador en Jamaica, En su respuesta a una carta al súbdito británico Henry Cullen, sobre la situación americana, elabora una larga reflexión, (Carta de Jamaica) que hoy llamaríamos multidimensional, y que dos siglos después sigue siendo útil abrevadero, para entender contextos y afianzar la pertinencia del legado histórico de la venezolanidad y su vocación humanista universal. Por cierto, en el tema que nos ocupa sobre las minas copiamos de dicho documento esta observación del Libertador:

¿quiere Vd. saber cuál es nuestro destino?, los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón, las llanuras solitarias para criar ganados , los desiertos para cazar bestias feroces, las entrañas de la tierra para excavar el ORO que no puede saciar a esa nación avarienta"

Hombre culto e informado, a Simón Bolívar, tampoco se le escaparía aquella incursión depredadora de los Welsares, banqueros alemanes ocupados en lo fundamental en localizar oro, internándose en las inhóspitas selvas, donde sometidos al hambre, a más de un nativo se "yantaron" y a unos cuantos "empalaron" para que confesasen los lugares donde estaban las legendarias minas auríferas.

Durante un buen trecho colonial, los navíos españoles acarreaban los minerales preciosos a la metrópolis, siempre bajo el acecho de los buitres del mar Caribe. La minería en América dejaba desolación en los territorios, enfermedades y muerte en la población nativa y algunos acaudalados en la aristocracia criolla y peninsular.

El 24 de octubre de 1829, el Libertador en Quito, en su carácter de Presidente de la República de Colombia, firma un decreto donde se dictamina que:

"Las minas de cualquier clase corresponden a la República".

En estos tiempos bolivarianos, en fecha 24 de febrero del 2016, se creó la "Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco" que cubre un extensión de 111.843,70.km2. Díez veces mayor que Jamaica y un poco más grande que Cuba (territorialmente hablando) Funcionarios del Estado han manifestado que un porcentaje muy pequeño de ese vasto territorio, es el que será intervenido.

Esta situación ha motivado diversas opiniones críticas de unos cuantos sectores de la vida nacional, muchos de ellos de reconocida solvencia profesional e intelectual. La Nación tiene más de cien años de explotación de los hidrocarburos si partimos desde el Asfalto de Guanoco a finales del siglo XIX. Ciertamente desde entonces, y con el avance sostenido en la explotación de los hidrocarburos, el país ha construido una sociedad, una vida, determinados desarrollos, una cultura diría Rodolfo Quintero. Pero la ciudadanía republicana, cada vez más, exige mayor participación en la riqueza nacional, de allí las luchas democráticas, las subversiones, las nacionalizaciones y en general la defensa de lo propio. Por ello se entiende perfectamente la alarma de venezolanas y venezolanos, ante una decisión gubernamental minera, que pueda hacer daños estructurales en un lugar tan sensible de la ecología nacional y reafirmar la cultura rentista. Podría resultar, además, que un acto desesperado de carácter económico, pueda empeorar la situación a corto y mediano plazo y ser "peor el remedio que la enfermedad".

Entendemos O tratamos de hacerlo, sobre las dificultades económicas que por diversas causas vivimos los venezolanos de hoy, pero también sabemos que desde hace ochenta años, se viene hablando de la necesidad estratégica de invertir parte de las ganancias de las riquezas del subsuelo en el Suelo, es decir, en una verdadera economía reproductiva, aterrizada, de futuro, en agricultura, aprovechamiento aguas abajo con ciencia y tecnología de los recursos fundamentales de la minería. Ahora, estamos en "crisis" por las razones que sean, con la "botija" cuasi-vacía y la "Troja alta".

El Rentismo petrolero-minero, que surgió en algunas tesis políticas, y con mucha insistencia en el Bolivarianismo, como la aberración económico-cultural a derrotar, al parecer paradójicamente tomó fuerza con estas decisiones del Arco-minero, y abre un escenario funesto para las futuras generaciones. Muchos de nosotros que hemos vivido dentro de la cultura rentista, por experiencia y hasta por sentido común, sabemos que el país no puede seguir transitando esa ruta del fracaso, los resultados están a la vista: esperando el irregular CLAP (carbohidratos muchos de baja calidad)) Salarios, jubilaciones, pensiones, y bonos constituidos por papeles con ínfimo valor en la adquisición de bienes, cuya alegría dineraria: miles, miles, miles de bolívares, se trueca en desagradable mueca cuando entramos al comercio de productos básicos en solicitud de un pan, un pedazo de queso, tres huevos…un plátano.

Independientemente de quien lo afirme o lo niegue, y de las causas endógenas o exógenas de la pobreza actual en Venezuela: el hambre, la escasez de alimentos O la dificultad para adquirirlos, y la desnutrición, (claramente observable en la perdida de la masa muscular) en los ciudadanos, están presentes, al igual que la falta de medicamentos, y…. la muerte extemporánea como derivación.

CRUZ DIEZ, CUANDO UNO SALE ALLÍ ESTÁS Y CUANDO REGRESAMOS TAMBIÉN ESTÁS. SIEMPRE ESTÁS. GRACIAS POR EL LEGADO QUE LE DEJAS A LA HUMANIDAD.

 

LA REVOLUCION ES CULTURAL

 

Rafael Castro

 

  1. Bolívar, Simón/A Santander/En Cartas del Libertador /Tomo IV (1824-1825) Pág., 437/Banco de Venezuela/Fundación Vicente Lecuna/Caracas 1966.

 

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