¿Quién es el responsable de la hiperinflación en Venezuela?

Jueves, 01/08/2019 03:20 AM

La Economía, se ha convertido en un tema de debate diario entre los venezolanos y venezolanas. Diariamente, suben los precios de bienes, servicios, alimentos y medicinas, sin causa alguna que obedezca a la racionalidad económica. C. Marx, se preguntaba sobre el mecanismo de formación y fluctuación de los precios, y llegaba a la siguiente conclusión: «Es la competencia entre compradores y vendedores, la relación entre la oferta y la demanda, entre la solicitud y su satisfacción. La competencia que determina el precio tiene tres facetas […] una competencia entre vendedores que empuja hacia abajo el precio de las mercancías ofrecidas […] una competencia entre compradores que a su vez causa el aumento de los precios de las mercancías en venta […] una competencia entre compradores y vendedores: los unos quieren comprar tan barato como sea posible, los otros vender tan caro como puedan […] si la oferta de una mercancía es inferior a su demanda, la competencia entre vendedores es débil o inexistente. Y en la misma medida en que decrece esta competencia, aumenta la competencia entre compradores. Resultado: un aumento más o menos considerable de precios de las mercancías. […] el caso contrario, con el resultado contrario: un gran exceso de la oferta sobre la demanda, una competencia desesperada entre los vendedores, una escasez de compradores, ventas forzosas a precios de barata» (Trabajo asalariado y capital, C. Marx). «Si en consecuencia la oferta y la demanda regulan el precio de mercado, o mejor dicho las desviaciones de los precios de mercado con respecto al valor de mercado, por otra parte el valor de mercado regula la relación entre oferta y demanda o el centro en torno al cual las fluctuaciones de la oferta y la demanda hacen oscilar los precios de mercado» (El Capital, Tomo I, C. Marx). Obviamente, premisas tales, como las planteadas por Marx, chocan con la realidad venezolana, y pierden racionalidad pues las mercancías en la economía venezolana adolecen de competencia, y en todo caso, en aquellos casos donde hay competencia, la misma se establece de arriba hacia arriba, valga decir, quien más caro oferta una mercancía, es a quien siguen todas las demás; es el referente obligado, a quien buscan alcanzar todos los precios que están por debajo. Esto, sin duda, es síntoma de una economía altamente monopolizada, pero también refleja un hecho cultural, característico de la burguesía comercial-importadora venezolana, que develó el Informe de la Misión Fox. El informe data de 1940, tiempos en que tanto el dólar como el Bolívar, presentaban ambos, cierta estabilidad cambiaria. El Presidente, era el Gral. Eleazar López Contreras, un gobernante que no tenía viso alguno que lo emparentara con los comunistas, entonces, satanizados por el imperialismo de EEUU. La Misión, visita al país invitada por el propio gobierno, y su objetivo era realizar un estudio completo de la economía venezolana. Es así, que en el sexto capítulo del Informe, referente a la estructura de precios de la economía venezolana, determinan que Venezuela tenía -desde entonces y hasta el presente- nos permitimos añadirle, los precios más elevado del planeta, incluso, comparados con los de Washington, que en esos tiempos era una de las ciudades más caras del mundo. Las recomendaciones de la Misión, fueron objeto de un descarnado debate entre economistas nacionales, y repudiado ampliamente puesto que, debido a los altos precios nacionales recomendaban que: «… es más provechoso para Venezuela seguir importando, hasta con un ritmo mayor, esa tremenda lista de artículos en vez de producirlos nosotros mismos… a costos y precios venezolanos…» (Informe Misión Fox, p. 92). Importante, tener presente la naturaleza del escorpión de la fábula, para que no nos ocurra como aquella rana muy generosa ella, que ingenuamente aceptó salvar del agua al escorpión, y aceptó trasladarlo en su lomo hasta la orilla seca, hasta que, en la mitad del recorrido, sintió la picada con su veneno entrando a su cuerpo y fue entonces, que le reclamó al escorpión y éste, con su sinceridad, le respondió: «Lo siento mucho, es que no puedo evitarlo, no puedo ir en contra de mi naturaleza». Ambos, murieron en el agua.

La explicación de las causas del problema inflacionario venezolano, ha girado entre dos posturas políticas antagónicas. Por un lado, tenemos a la derecha que ha mantenido inmutable su posición de que el responsable de la hiperinflación es el modelo Bolivariano de protección al pueblo, ya que el mismo produce derroche de los dineros públicos, manifestado en una excesiva generación de dinero "inorgánico" que produce déficits fiscales, valga decir, un exceso de dinero en manos del pueblo. Explicación, no válida en cuánto si de dólares baratos, para subsidiar esa burguesía se tratare. La solución en que concluyen, sería el respectivo recorte del déficit fiscal y la salida del responsable de tal política, Hugo Chávez antes, ahora Nicolás Maduro. La implementación de un paquete de medidas económicas de las acostumbradas por el FMI, acabar con el modelo Bolivariano de protección del pueblo por la vía de una drástica reducción del gasto público, tal cual llaman a la inversión social que hace el Gobierno Bolivariano en el pueblo venezolano, en educación y salud gratuita, en Pensiones, los Clap´s, el sistema de subsidios directos mediante el Carnet de la Patria, las Misiones Sociales, otros. En materia monetaria y cambiaria, proponen la aplicación estricta de una política monetarista de restricción de monedas en circulación, lo que implica el congelamiento de salarios y pensiones, desempleo y reducción-privatización de empresas públicas. El espejo del modelo propuesto por esa derecha, lo tenemos en las políticas implementadas por Mauricio Macri, Lenin Moreno, Jair Bolsonaro, Iván Duque o Santiago Piñera.

En el campo de la izquierda venezolana, se ha desarrollado una amplia bibliografía de estudios sobre el tema hiperinflacionario venezolano, que van más allá del ¡Maduro vete ya! o ¡Chávez vete ya!, característico de la derecha regida por Washington. El consenso de las opiniones vertidas por destacados investigadores sociales, como pudiera ser el caso de la Dra. Pascualina Curcio o el Econ. Jesús Farías, por sólo nombrar dos, se orienta a culpabilizar a la manipulación desde el exterior de la moneda, que hace el imperialismo de EEUU. El dólar, así utilizado, pasa a ser un misil más, entre las armas que utiliza el gobierno imperialista de los EEUU para destruir la economía venezolana, generando descontento entre la población venezolana e induciendo en ese pueblo, la idea-solución de derrocar al responsable de la hiperinflación, léase: el Gobierno de Nicolás Maduro, según la mediática derechista. En definitiva, apreciamos ciertas similitudes con el argumento de la derecha, en cuanto que ubican en la moneda, su valor-devaluación, el causante de la inflación. Tesis, que el propio Marx ha desmentido en sus investigaciones, leamos: «La ley según la cual la cantidad de los Medios de Circulación depende de la suma de los precios de las mercancías que circulan y del ritmo medio del curso del dinero puede expresarse también diciendo que, dada la suma de valor de las mercancías y dado el ritmo medio de sus metamorfosis, la cantidad de dinero o de material dinero circulante depende de su propio valor. La ilusión de que son, por el contrario, los precios de las mercancías los que dependen de la masa de los medios de circulación y ésta, a su vez, de la masa del material dinero existente dentro de un país, es una ilusión alimentada en sus primitivos mantenedores por la absurda hipótesis de que las mercancías se lanzan al proceso circulatorio sin precio y el dinero sin valor y que luego, allí, una parte alícuota de la masa formada por las mercancías se cambia por una parte alícuota de la montaña de metal» (Tomo I de EL Capital, C. Marx). Obvian, nuestros economistas revolucionarios, que en la inflación, también se expresa la lucha de clases, la lucha de fracciones del capital, en especial, los monopólicos, por incrementar sus ganancias a costa de los salarios, pensiones y demás ahorros de la clase trabajadora, pero también, a costa de las ganancias y ahorros de otros sectores empresariales, como son los pequeños y medianos empresarios.

Si bien, coinciden en el agente causal de la hiperinflación, Curcio y Farías, llegan a soluciones distintas, antagónicas. Mientras, la Dra. Curcio, propone el Bolívar-Oro como solución a un problema que, según ella, tiene sus raíces en las monedas de circulación y, en consecuencia, mediante la creación de una nueva moneda el problema se acabaría. El profesor de economía, Jesús Farías, amplía la gama de soluciones y propone el desmontaje y liberalización de la economía. Lo concreto es, que aún eliminándose el control de cambios y de precios, la inflación sigue rampante y goza de buena salud. Todo lo contrario, la premisa del reingreso a la economía venezolana de capitales venezolanos, en señal de confianza, que por el orden de los 371 mil millones de dólares, se encuentran ahorrados en el exterior y que según Farías, después de liberalizada la economía, regresarían a invertirse en el país, nada que se concreta. ¡Deseos no empreñan!. Evidencian, el fracaso del Plan Farías, en cuánto solución anti inflacionaria. Un tercer y fundamental actor, el Banco Central de Venezuela, su directiva, se la juega aplicando a fondo políticas monetaristas, que a juicio de la Dra. Curcio fracasarán: «Entrampado en el cuento monetarista, el BCV ha disminuido 69% la cantidad de dinero en términos reales desde enero 2018 hasta mayo 2019. A pesar de ello, ni ha logrado controlar la inflación que desde esa fecha asciende a 1.195.928%, ni el ataque a la moneda que en el mismo período ha sido 269.102%. Con el agravante de que ha contribuido al desfinanciamiento real de toda la administración pública; al recorte y al deterioro, de hecho, de la prestación de los servicios públicos, así como a la disminución en 58% del salario real de sus trabajadores.» (Trampa monetarista, P. Curcio, Últimas Noticias, 15-07-2019).

No tenemos dudas, que la moneda, nacional e internacional, ha entrampado a nuestros economistas en un problema que pareciera no tener solución. La propia realidad, pareciera concentrar más conocimiento que las tesis y contratesis de destacados investigadores sociales. Por estos días, nos acercamos a comprar mangos al mercado municipal en el puesto de Jacinto, quien nutre de frutas su puesto desde su finquita de apenas 2 hectáreas, le ayudan dos de sus amigos de toda la vida. Los fines de semana, le acompañan también su esposa e hija. Sus árboles frutales, solo requieren de agua y mucho cariño, que le pone Jacinto a sus árboles frutales que sembró en su finquita ubicada a hora y media de Caracas. Mangas, mangos, cambures, piñas, naranjas, fresas y hasta piensa aventurarse en la siembra de café. Se trata, de tierras fértiles y productivas todo el año. A su quiosco, semanalmente, acudía a comprarle unos exquisitos mangos, con un sabor entremezclado de piña y mago, dulce como el que más. Durante todo este año, mantuvo el precio del kilo de mango en un promedio de 2.500,00 Bs. Pero, esta semana que recién inicia, nos sorprendió –negativamente- al elevar su precio a Bs 9.000,00 Bs/kilo. Nos delató, la cara de sorpresa que le pusimos a Jacinto y que lo llevó a preguntarnos ¿Está muy caro? Nuestra respuesta positiva, lo llevó al terreno de la sinceridad, manifestándonos que los clientes con dólares en mano se habían incrementado sustancialmente, y que su respuesta debía ser esa, ya que esa moneda no tiene menor denominación que 1 dólar, así que fijó todos sus precios en ese mínimo. Pues bien, suponemos que a Jacinto poco le importe la pérdida de un cliente habitual pues sus prioridades ahora, parecen ser ganar muchos dólares. Dólares que, por cierto, muy poco tienen incidencia en su producción frutal, que tan solo le exige agua.

En Turquía, el Presidente Recep Tayyip Erdogan, iniciando este año, pasó por una situación similar de ataque a la moneda, la lira turca, desde el exterior, y la consecuente crecida de los precios de alimentos que se dispararon en un 31 por ciento. Estaban en curso, campañas electorales para los gobiernos municipales. Erdogan, ubicó la naturaleza de esa inusitada inflación en la política; así, en un discurso que ofrecía ante el parlamento en febrero pasado, les expresaba: «Querida nación, ustedes son las personas que más de cerca siguen lo que ocurre en los mercados. Si ven un cambio realmente desacostumbrado, nunca visto, en los precios de un producto, llamen de inmediato a la policía municipal», una solución nada racional para un economista o quien se vanaglorie de serlo. La oposición turca, en contrapartida, sacaba provecho político de la alzada de precios: «La gente está sufriendo. Hoy, ya no se compra en kilos, sino en gramos o en unidades. Igual con la carne. Y luego aparece un ministro y dice que la gente debería comer más verduras. Pero las verduras también son caras. ¿Qué deberían hacer los ciudadanos? Las cocinas arden, pero el presidente no se entera. ¿Por qué? Bueno, porque vive en un palacio», aseguraba el jefe del mayor partido de oposición CHP, Kemal Kilicdaroglu. Tratándose de un problema político, evidentemente, Erdogan se decidió por una solución política, nada convencional, como lo explicaba en su último artículo en vida, ese eminente periodista venezolano, Eleazar Díaz Rangel (✝): «Turquía atravesaba una aguda crisis inflacionaria, y cuando su gobierno se percató de cómo generaba descontento popular, tomó el caso y dictó varias medidas, entre ellas la detención de 83 empresarios acusados de especulación. Desde entonces, unos precios bajaron y otros se estabilizaron. Si tan buenos amigos somos del gobierno turco, ¿Por qué no pedirle que nos enseñe el camino» (Los Domingos de Díaz Rangel, 03-03-2019). No sólo, en la moneda está la solución a la hiperinflación. Si bien, el problema se resolvió, Erdogan pagó caro su respuesta pues las pérdidas electorales fueron significativas, en particular, la de la capital, Estambul, ganada por el opositor Ekrem Imamoglu, tras 25 años de supremacía del gobernante Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan.

Moraleja: No sólo el escorpión es culpable por su naturaleza, sino la rana por su ingenuidad. Ambos murieron, en el intento de conciliar el bien y el mal, en un solo cuerpo. Esa conciliación, solo puede ser posible aplicando la Ley, hacer que el mal se apropie del bien y respete la Ley, la Constitución, la integre a su organismo y ambos, puedan convivir en armonía. Teniendo siempre presente, que bicho malo es malo por naturaleza, aunque se autoproclame de inocente…

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