Ciegos buscando una puerta, o el fin de la teoría

Jueves, 01/08/2019 08:00 AM

El madurismo será objeto de análisis, durante años se estudiará la evolución política, social, económica en un país rentista, la gestación de un lumpenmarginal que consiguió tomar el poder y su contradicción con la burguesía parasitaria, y el país que ambas "clases" sociales, en estrecha contradicción, excretaron. Veamos.

Era un país más o menos vivible, nadie pensaba en huir, al contrario, de otros países venían inmigrantes que eran considerados como hermanos, la gente podía vivir de su sueldo, la renta petrolera formaba lumpenburguesía y también marginados, la clase media era conocida en el mundo por su capacidad de compra, el "ta barato dame dos" fue divisa distintiva. El maná petrolero caía del cielo.

Los gobiernos sin visión de futuro, sin estrategia, se comportaban como nuevos ricos, gastaban en suntuosidades, obras faraónicas, y repartían la renta, de manera desigual, por supuesto, las más vivos se hacían burgueses, los demás iban contentos con su gota de petróleo. Llegó un día en que se dieron cuenta que el paisaje había cambiado: Caracas, la de los techos rojos; Valencia, la de las muchachas bonitas; Maracaibo, la del relámpago, amanecieron rodeadas de miseria, acordonadas de pobreza.

¿Qué había pasado, cómo se transformó la gran riqueza en esta pobreza? No había respuesta, la pobreza existía y no tenía explicación. La contradicción de la sociedad saltó a la vista, la apropiación de la renta era desigual, formó lumpenburgués y lumpenmarginal, que entraron en una contradicción inédita. Esta contradicción viene desde hace cien años, la renta ya no alcanzó para mantenerla en niveles manejables, y estalló el 27 de febrero con el "Caracazo". De ese motín social surge la rebelión del 4 de febrero y ya agotada la democracia burguesa, la solución de la contradicción toma dos posibilidades: una la dictadura fascista que reprima a los desposeídos de la renta, los confine a los gueto; la otra, el Chavismo.

El Chavismo en su evolución intentó dar una respuesta con profundidad estratégica, al principio se dispuso a pagar la deuda social, de allí las Misiones. Temprano comprendió que el problema no era meramente material, no bastaba con repartir con equidad, había que transformar la conciencia, crear conciencia colectiva, de pertenencia a la sociedad. Cristo y Marx se unieron en la empresa, el "amaos unos a los otros" se fusionó con el "proletarios del mundo uníos" y con el "si mi muerte contribuye a que se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro".

Chávez fue crucificado, asesinado, y se produce un fenómeno inédito, quizá en el mundo: el lumpenmarginal toma el poder, Chávez deja unos sucesores que en lugar de resolver la contradicción del país regresaron al centro de la causa de esa contradicción, se hicieron más rentistas que nunca. Simultáneamente y nutridos en su ideología marginal, no podían hacer otra cosa, destruyeron el país, no dejaron piedra sobre piedra, donde se meta la vista aparece el desastre, todo es ruina.

El daño más importante del madurismo, del lumpenmarginal, en funciones de poder, es acabar con la teoría, con el conocimiento, enfilaron con odio contra la inteligencia, persiguieron individualidades, nadie debe sobresalir de la mediocridad, arrasaron con saña a las universidades, a los profesores los llevaron a la miseria. Así se quedaron sin brújula, ciegos. El gobierno se ejerce según aquella norma de novela "cómo venga viniendo vamos viendo", la economía se rige por el principio de "Dios proveerá". La menor crítica, la mínima advertencia es considerada un ataque; en el extranjero, en la cárcel o en el exilio hay más talento que en el gabinete o en la directiva de PDVSA.

La conclusión es muy clara, cualquier intento de reconstruir el país pasa por entender que la solución de la contradicción principal no está en retroceder, no es la cuarta, no son las elecciones burguesas, y pasa por entender que se debe rescatar, prestigiar el estudio, la inteligencia, el pensamiento. De lo contrario, seremos ciegos buscando una puerta que no existe…

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