Protejamos el futuro, decidiendo en el presente

Migración, hambre y sarcopenia

Viernes, 09/08/2019 11:02 AM

Este domingo 4 de agosto, me visitó un joven vecino a fin de despedirse de mí, se iba del país. Hace algunos años este venezolano siendo estudiante de informática, hizo su pasantía en una institución privada que yo dirigía, luego durante algún tiempo trabajó en una pequeña empresa en Valencia, que no soportó la prolongada crisis y cerró sus puertas.

Este técnico venezolano, me relató el drama de su familia integrada por cinco adultos, cuatro desempleados, una anciana enferma postrada en su lecho y todos dependiendo de dos pensiones (Bs. 80.000) O sea a la fecha alrededor de 7 dólares mensuales, y un CLAP, que puede llegar en un par de meses. El muchacho, de visible delgadez, pareciera sufrir de SARCOPENIA, sabemos que esta patología de pérdida de la masa muscular es propio de los ancianos, sin embargo en estos tiempos es cosa común en muchos venezolanos y venezolanas independientemente de las edades, entre otros factores por el déficit en la ingesta alimentaria.

Esta anomalía en algún momento fue tomada a chiste: "Dieta maduro", "abrir más huecos en la correa", y la risita correspondiente. Hoy día el asunto no es tan chistoso, pues se ha prolongando mucho el vuelo, con el respectivo agotamiento del combustible y aterrizajes forzosos. Surge una consciencia, que cada día admite menos cinismos, ignorancias y boberías, discursos y justificaciones superficiales e inútiles, cualquiera sea su proveniencia. Se trata de DESNUTRICION, es el cuerpo AGOTANDO sus escasas reservas, (comiéndose asimismo), y en el caso de los adultos mayores, generando y visibilizando enfermedades, y adelantando la muerte, cuestión ya aceptada como normal. Pero en el caso de los niños y jóvenes ¿Cuál será su destino académico? ¿La pobreza, la miseria, el hambre, acaso generan talento y creatividad? ¿Y los maestros y profesores, que van a hacer? ¿Quién enseña con hambre y quién aprende con el estomago vacio?

El África, lejos está geográficamente, pero muy cercana en nuestros genes y afectos. Las culturas mediterráneas, ocupan un amplio espacio desde hace mucho, en nuestro acervo histórico-cultural: Helenos, Romanos, persas, galos, hispanos, árabes, turcos. Tantas, leyendas, diosas y dioses, profusa narrativa literaria, "las mil y una noches", inventos, lámparas y genios, política y nacionalismos. Entusiasmado por ello, en el 2009, acepté una invitación familiar para visitar a Libia en el norte-africano. Fue aquella una experiencia inolvidable; un amplio territorio, importante productor de petróleo, y poca población, para ese entonces disfrutaba de uno de los más altos niveles de vida del África; incluso, con un significativo reservorio de agua fósil debajo del Sahara con proyectos en desarrollo para su aprovechamiento en la producción de rubros agrícolas. Ver en aporrea: Libia un espejo que no podemos olvidar

En la ciudad de Trípoli, pude observar a centenares de hombres ubicados en ciertos lugares de la ciudad ofreciendo sus servicios en diferentes oficios. Estos ciudadanos en su mayoría eran migrantes provenientes del África subsahariana que hacían escala en Trípoli donde se ganaban algún dinero para luego adentrarse en el Mediterráneo hasta llegar a algún puerto europeo.

Confieso que tal cosa me conmovió, política y humanamente, pero ello no me sorprendió, pues eso hacía tiempo venía ocurriendo en Asia y África, el hambre y la pobreza en pos del "sueño europeo"; igual cosa ocurría con el pueblo mexicano, los centroamericanos , y suramericanos, en mayor o menor grado, buscando la quimera del norte, "el sueño americano". Pero nunca imaginé, que Venezuela antigua receptora amable de migraciones, fuese ahora protagonista de esta millonaria avalancha migratoria de mis conciudadanos: de conocidos, amigos, vecinos, familiares, yéndose a países vecinos, donde posiblemente no haya tanta abundancia como se piensa, y tal vez, vamos a competir con el hambre de otros, ofertando servicios y calidad profesional a bajos precios, desatando xenofobias e instalando una gigantesca maquila en el hemisferio.

Esta hemorragia demográfica, es grave de toda gravedad e históricamente hará indefendible la larga pasantía gubernamental de este proceso político bolivariano que no ha tenido la capacidad para unir y fijar la población en el territorio, con políticas protectoras y bienhechoras; más por el contrario, el liderazgo reprodujo con creces, todos los vicios de los gobiernos anteriores, sirviéndole la mesa a experimentados depredadores que están activísimos bregando su oportunidad, protegidos y apoyados por las más deleznables banderas del injerencismo multinacional.

El caso es, que estos complicados tiempos venezolanos hay que observarlos con rigor, pues presentan POR AHORA, algunos caminos de escasa luminosidad que dominan el escenario: por una parte la confusa posición definida como revolucionaria que puede desembocar en un nacionalismo fascistoide, por otra parte el viejo, sinuoso, engañoso, agresivo, y decadente pero aun poderoso imperialismo norte-americano; y, los imperios emergentes del signo que sea, que por cierto, bien dispuestos que están, para llenar el esperado vacío. Siempre preocupará lo incomodo, que resulta para las sardinas convivir entre tiburones.

Cualquier venezolano, que haya andado por nuestro país, viendo, oyendo y hablando con los ciudadanos de todos los oficios desde Macuro a Ureña y desde el Cabo San Román, hasta Puerto Ayacucho, y si de paso esta imponente visión geográfica se acompaña con las ideas y aportes de muchos vergatarios venezolanos de pensamiento diverso, y militantes de la Soberanía Nacional, que nos han precedido a lo largo de nuestra historia, al igual que otros de nuestro tiempo que andan por allí. Con ellos, pasado y presente, ¡juntos! comprenderíamos la real potencialidad de esta Nación y su gente. ¡Ojalá! ¡Ojalá que la sensatez republicana, pueda neutralizar la ceguera, por decir lo menos, de unas reducidas cúpulas civiles y militares, que han debilitado y agotado a la nación, y esto, antes de que venga la barbarie injerencista y cruce el Rubicón. Imaginamos lo que puede pasar después.

LA REVOLUCION ES CULTURAL

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