El silencio de los arquitectos…
Por: Anisio Pires
Jueves, 22/08/2019 10:26 AM
Con espíritu ucrónico, el Uruguay progresista y de izquierda, y más allá, festeja con entusiasmo los 100 años de la Bauhaus. Mientras, la experiencia viva y exitosa en Venezuela de construcción de viviendas para el pueblo parece no interesar. No se sabe si niegan las conquistas habitacionales por plegarse a la mediática de la Venezuela “dictadura” o si la condena política es una consecuencia estética de que las casas pudiesen parecer “populistas”.
Este año alcanzaremos la meta de un Uruguay. Llegaremos a 3 millones de viviendas, confortables y de calidad en un país de 30 millones de habitantes. Para el 2025 está planteado llegar a los 5 millones. Además, según el Ministro del Poder Popular Para la Vivienda y Habitad, Ildemaro Villarroel, 72% de los beneficiados obtuvieron el título de propiedad y el 28% posee título de bienhechuría.
El Manifiesto de la Bauhaus (Walter Gropius, 1919), dice: “Este mundo de diseñadores y decoradores que sólo dibujan y pintan debe convertirse de nuevo en un mundo de gente que construye.” Parece ser que el demonizado proyecto de la Revolución Bolivariana de Venezuela se tomó eso en serio, logrando este milagro negado por creyentes y no creyentes. Son “puras maquetas”, decía un criminal de la derecha venezolana, hoy “refugiado” en Colombia.
Cuando el presidente Chávez lanzó en el 2011, la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), lo hizo a partir de una premisa muy clara: “En el capitalismo, el drama de la vivienda no tiene solución”. La consecuencia fue, como dijo el ex ministro y arquitecto Farruco Sesto, “Asumir como política de Estado la totalidad del déficit de vivienda nacional.” Ponerlo en práctica fue el resultado de la voluntad revolucionaria y de la razón amorosa, como decimos en Venezuela. Chávez defendía el derecho de todos a la ciudad, no aceptaba que se siguiera “orillando al pueblo”. Dio claras instrucciones para que se construyesen sobre el tejido urbano tantas viviendas como fuese posible, ocupando terrenos abandonados o subutilizados. Esto expuso viejos problemas y reveló otros nuevos, aprovechados por críticos sin alma, queriendo al parecer, que la gente siguiese esperando por los planificadores. Como dijo Abner Colmenares, ex decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (UCV), “… no se puede esperar a tener primero los servicios y el transporte para luego hacer las viviendas. No entender esta situación evidencia una insensibilidad social abismal ante el drama de los compatriotas que viven en condiciones inhumanas.”
La Bauhaus comprendió la importancia de la industrialización para el abaratamiento de la vivienda social, experimentando con el dominio y aprovechamiento de los nuevos materiales, pero siempre con aquella preocupación artística por la calidad y la diversidad de las edificaciones. Si la Gran Misión Vivienda Venezuela estará logrando o no la “Unidad en la Multiplicidad” que pregonaba Gropius, es algo para los expertos. Lo que sí resultará indiscutible, recorriendo el país o visualizando las redes, es la calidad y la multiplicidad de tamaños, formas y colores de las viviendas construidas. Habrá que ver si esto responde a un plan de diseño preestablecido o si es el resultado de la multiplicidad de actores. Son empresas venezolanas, chinas, iraníes, rusas, bielorrusas, turcas y por supuesto, la auto construcción debidamente asesorada, la expresión más directa de la “gente que construye”.
A medida que la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) se fue desarrollando, se incorporaron otras variables tomando la idea de Chávez del “punto y círculo”, es decir, que por cada acción del Estado en materia urbanística se deberían generar otras que reordenasen las áreas adyacentes incorporando además los espacios socio productivos. En cierta medida eso ya venía siendo atendido por la Misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor (MBNBT), creada por Chávez en el 2009. Esta tenía el objetivo de transformar todo el sistema de vida, el hábitat y las viviendas de las comunidades venezolanas. Sin embargo, llegando al año 2013 se percibió que todavía seguía pendiente una renovación profunda del hábitat de los barrios y urbanizaciones populares que representan más del 60% del territorio de nuestras ciudades. Fue entonces cuando el presidente Nicolás Maduro decidió elevar la Misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor a la categoría de Gran Misión como forma de atender a un mayor número de familias. Contabilizando únicamente el aspecto constructivo, dado que no se limita a eso, esta Gran Misión (GMBNBT) ha rehabilitado del 2009 al 2019 más de 1 millón 230 mil casas que se suman a las casi tres millones ya construidas. Se dice fácil.
Estas y otras respuestas sociales, silenciadas por los medios, ocurren en Venezuela a pesar del ataque constante que venimos sufriendo por parte de EEUU. Como si no bastase, este 5 de agosto sufrimos una nueva escalada al firmar Donald Trump una orden ejecutiva con la cual busca el bloqueo total de nuestra economía. Esto se suma a las reiteradas amenazas de intervención militar y a la campaña mundial total contra Venezuela. Buscan rendirnos por asfixia aplicando la misma orden dada en Chile contra Allende: “hacer chillar la economía”.
Este tremendo esfuerzo de justicia social concreta que Venezuela desarrolla en el plano de la vivienda, debería ser objeto de debates apasionados entre estudiantes, urbanistas, arquitectos, ingenieros y constructores progresistas y de izquierda. Se supone que en algún momento de su carrera y de su trabajo reflexionaron sobre el papel social de su profesión en un continente tan injusto y desigual como el nuestro. Sin embargo, solo se escucha el incomprensible silencio de esta parte de nuestros hermanos de la Patria Grande.
Como formación y sensibilización para las viejas y nuevas generaciones, la experiencia de la Bauhaus es innegablemente importante, pero recordando con una perspectiva contemporánea de compromiso, que esta escuela de creación no cerró sus puertas porque sí. Tampoco se debió a que una empresa mejor y más competitiva la hubiese derrotado en el mercado del diseño. Fue perseguida y cerrada por los nazis y algunos de sus miembros murieron en los campos de concentración.
¿Hay algo más parecido con aquellos nazis que el racista, supremacista y guerrista Donald Trump? Que un personaje tan grotesco, amigo de gobiernos como el de Arabia Saudita, Israel y el Brasil de Bolsonaro, se ensañe contra el gobierno venezolano, acusándolo de “dictadura” y de “violador de los Derechos Humanos”, debería, por lo menos, generar una duda razonable entre personas que por fuerza de su formación necesitan ser críticas y racionales. En Wikipedia la Posverdad aparece definida como “mentira emotiva”. ¿Se han dejado motivar contra Venezuela?
La ceguera con respecto a la tierra de Bolívar no debería explicarse por una cuestión de edad. El argentino Atilio Borón, quien ya fuera acusado en el pasado de encontrarse en una “improductividad de subjetividades”, es capaz de reflexionar a sus 76 años y decir:
“Yo no puedo entender que hay una izquierda que se entretiene hablando de Maduro y no dicen ninguna palabra de los chicos refugiados que Donald Trump pone en una jaula y los separa de la familia. Quisiera encontrarme con alguno de estos y decirle: «¿Esto no te conmueve?,¿No es un problema de Derechos Humanos, la izquierda no debe decir nada de niños enjaulados en la frontera norteamericana? ¿No debe decir nada que te matan cada dos días un líder indígena, negro, mulato o supuesto guerrillero en Colombia, en una operación de limpieza étnica brutal?»”.
Atilio Borón opina de paso sobre el Pepe Mujica quien también catalogó a Venezuela de “dictadura”, sumándose al coro progresista uruguayo que incluye, entre otros, a Mario Vergara, Danilo Astori y a Daniel Martínez. La coartada de todos fue el informe lleno de mentiras y tergiversaciones que la expresidenta Michel Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, presentó contra Venezuela. Ese informe refutado por el Gobierno Bolivariano, se atrevió a emitir graves acusaciones en términos de Derechos Humanos a partir de testimonios, de los cuales, 82% fueron obtenidos de personas que no viven en Venezuela. Mismo así el próximo presidente de los uruguayos, Daniel Martínez, lo consideró “lapidario”. A ese respecto, comentó Borón:
“Bueno, tiene que ganar las elecciones y tiene miedo a que el electorado de clase media del Uruguay se le dé vuelta (…) Los que dicen que Venezuela es una dictadura están hablando tonterías o hacen un cálculo para quedar bien con los poderes dominantes. ¿Por qué la izquierda se pliega a esa campaña? Me gustaría que esta izquierda confundida que hay en toda América Latina deje de repetir el discurso de la derecha. Ellos piensan que abuenándose con la derecha, los van a dejar gobernar. Es de una inocencia… está bien para un niño de jardín de infantes. Ellos tienen el poder firmemente en sus puños, dominan el capital financiero, los medios de comunicación y tienen la justicia en el bolsillo. Es de una ingenuidad terrible.”
Que conste, que en el reciente Foro de Sao Paulo, desarrollado en Caracas del 25 al 28 de julio, las infaustas puñaladas progresistas contra Venezuela ya eran conocidas. Mismo así, todos los delegados, sobre todo los venezolanos, sin vacilación, asumimos el compromiso de trabajar por la victoria frenteamplista. En la resolución final se dice: “Apoyar la fórmula de Daniel Martínez para presidente y Graciela Villar para vicepresidenta de Uruguay, cuyo triunfo garantizaría la continuidad de las políticas a favor del pueblo uruguayo, y de las leyes que benefician a sectores históricamente postergados como las trabajadoras domésticas, los peones rurales o las personas trans. Y la defensa de la soberanía y la democracia en Uruguay que vienen llevando a cabo los gobiernos del Frente Amplio.”
Hemos aprendido la lección de la unidad. Siempre recordamos que durante la guerra de independencia Bolívar se lamentó de que a algunos de los suyos “les faltó grandeza”. Los bolivarianos del siglo XXI, es decir, los chavistas, sabemos lo que está en juego y nos esforzamos por ser consecuentes en esta América Latina que, como dijo el expresidente Ecuatoriano Rafael Correa, “no vive una época de cambios, sino un cambio de época”.
Los arquitectos progresistas y de izquierda no tienen el monopolio del silencio y de la confusión en esta controversia. Pero deben asumir que por ahora no han salido a confrontar esa deslealtad de sus dirigentes hacia Venezuela. No es aconsejable dejarse llevar por ideas no verificadas: “durante mi vida, he hallado que las palabras y, particularmente las teorías no puestas a prueba por la experiencia, pueden ser mucho más perjudiciales que los hechos”. (W. Gropius)
Por cierto, que, mediando entre ideas y realidad, hay una máxima pedagógica de la Bauhaus muy cultivada entre los académicos, sobre todo en el régimen de taller: “aprender haciendo”.
Si yuxtaponemos esa idea con la de “Obra de arte total”, también cara a la Bauhaus, se puede con apertura, extender el taller al funcionamiento de una sociedad que se quiere transformar.
Aquí cabe recordar la autocrítica de Fidel Castro cuando dijo: “entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo…”
En la Venezuela bolivariana estamos haciendo nuestro socialismo y aprendiendo. Cometemos errores, por supuesto, pero también sembramos muchos aciertos. Cultivando virtudes hemos procurado enriquecer nuestras prácticas con una pluralidad de pensamientos, enfatizando las ideas y tradiciones de lucha de nuestro continente y de nuestro país. Millones de venezolanos conocen y repiten la divisa de que “Nuestro norte es el sur”. Creen que es una frase de Chávez. Un mal entendido que no ofenderá a nuestros hermanos del Uruguay pues reconocerán que el Comandante fue su más claro y entusiasta promotor. La frase pertenece en verdad al Maestro uruguayo Joaquín Torres García y está ilustrada en su obra “América invertida”. Pero Torres García dijo mucho más: "He dicho Escuela del Sur, porque en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte."
Construyendo nuestro socialismo del Siglo XXI, de manera soberana, según nuestros códigos y tradiciones y “no como quieren en el resto del mundo”, también nos inspiramos en el peruano José Carlos Mariátegui y en el venezolano Simón Rodríguez, maestro del Libertador. El primero nos aconsejaba a ser originales, “ni calco ni copia”. El segundo, viendo en los criollos independentistas un imitar de ideas e instituciones que querían dejar atrás, nos alertaba, “o inventamos o erramos”. Por lo tanto, en el taller Venezuela sabemos lo que es aprender haciendo, aunque no en las calmas condiciones de la academia sino en las más difíciles y a veces dolorosas que enfrenta un pueblo atacado sistemáticamente por la mayor potencia de la historia. Si fuésemos esa repetición fracasada y autoritaria del pasado con la cual se nos quiere emparentar, hace rato que hubiésemos sucumbido con todos los problemas que tenemos y que seguiremos teniendo, dada la voluntad destructiva del imperialismo.
Esta obra de horror total que enfrentamos, ha contado por suerte con la solidaridad internacional y con la comprensión sensible de los pueblos. La mayor empatía y el apoyo han venido, comprensiblemente, de los hombres y mujeres del mundo que no la han tenido fácil. Sus duras vivencias hacen que entiendan mejor lo que nos está pasando. Estamos aprendiendo junto a ellos y con nuestra historia a ser resilientes. Bolívar se catalogaba a sí mismo como “El hombre de las dificultades”.
Por eso, como dijo nuestro Comandante Chávez, “pase lo que pase, seguiremos teniendo Patria” y ¡Venceremos!
¡Leales siempre, traidores nunca!