Que soberanía es esa que no hace respetar el compre venezolano

Miércoles, 28/08/2019 07:54 AM

Todos los estados-paises, aún en la supuesta condición de promotor de economías liberales y defensora de la libre competencia, dejan de proteger la producción de bienes de sus connacionales. Para esto, se hacen de numerosas formas de exclusión de los productos extraterritoriales: Normas de fabricación, reglamentaciones caseras, Cuotas de Importaciones y leyes especiales, que solo buscan extender mantos de protección a sus empresas.

En Venezuela quizás por su condición de tener o haber tenido una economía rentista, las cosas han funcionado y siguen funcionando de manera diferente. En su condición de país subdesarrollado, estas regulaciones no son muy extensas ni exigentes. Muy fáciles de superar por los fabricantes de otros países y por los importadores. Apenas la ley de Licitaciones y Contrataciones Públicas, es la que aporta mayor peso la promoción del compra venezolano. Pero si los que promueven y controlan los procesos de contratación no tienen conciencia o desconocen la producción de bienes y servicios en el país, la ley no funciona.

Víctimas de esta orfandad, hay dos sectores de la economía que debido a esto, están a punto de desaparecer. Me refiero al sector fabricante de partes automotrices, y al sector metalmecánico fabricantes de equipos para la industria petrolera. Me referiré solo al segundo de ello, por haberle dedicado toda una vida de servicio profesional de mas de 40 años.

Partiendo de la apertura petrolera de Luis Giusti, donde se anunciaron cuantiosas inversiones en el negocio petrolero, llovieron entre otras promesas para justificar la privatización de la industria privada, la de inundar los talleres de fabricantes nacionales de órdenes de compra para la producción de equipos petroleros.

No pasaron muchos años cuando la realidad se hizo presente, los puertos nacionales comenzaron a inundarse de equipos petroleros cuya procedencia eran en su mayoría de origen norteamericano. De esta forma, quedaron los fabricantes nacionales manteniendo sus talleres vacíos y muchos de ellos dando lástima, teniendo que visitar las oficinas de proyectos y procura de las transnacionales, ubicadas casi todas en la ciudad de Houston de Norteamérica.

En revolución las cosas no han cambiado mucho. Nuestros nuevos socios en la industria petrolera, tal como nuestros socios de ayer, priorizan compras en sus respectivos países. Por lo visto en estas negociaciones de inversión, hay un pendejo. Y es fácil entender, de qué parte está el mismo.

La situación de los trabajadores que laboran en estas empresas, la mayoría de ellos con amplia experiencia y un altísimo nivel de formación técnica, tanto a nivel profesional, técnico y artesanal se han visto obligado, por lo menos en forma temporal, a migrar a otros quehaceres, y de haber una recuperación del sector será muy duro y difícil reponer estos recursos a corto plazo.

Todo esto, en desmedro de nuestra industria petrolera y ante las sanciones gringas a la que está siendo sometida, no es tolerable que por negligencia propia, estemos colocándola en una condición aún más vulnerable. Disponer o no de proveedores nacionales confiables de bienes y servicios, dependerá la recuperación de la industria petrolera nacional.

La recuperación del sector metalmecánico, solo depende de la capacidad y la voluntad política de aplicar las tres R. El estado ya debió de Revisar, debe pasar a la fase de Rectificar esta condición perversa de reactivar economías foráneas con nuestros proyectos de inversión. Solo así podemos lograr el Reimpulso.

La revolución está en deuda con el país. Hay que seguir el ejemplo de los Chinos y Norteamericanos y colocar verdaderas camisas de fuerza al burocratismo de estado y los directores de los proyectos de inversión que van en contrasentido. De esta manera estaremos haciéndole honor a la memoria del Comandante Chávez.

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