En pleno siglo XXI la competencia es una "ilusión de diversidad", una promesa de democracia que en la práctica no existe. En la práctica lo que cierto es la dictadura del capitalismo y su cultura consumista-depredadora. Por ejemplo, la concentración del capital; Polar, solo ella ha absorbido en el país una buena cantidad de marcas comerciales las cuales alguna vez fueron empresas independientes. Lo mismo han hecho Colgate, Procter and Gamble, Nestlé, Monsanto, Microsoft, General Motors etc., en el mundo, un fenómeno capitalista que avanza a costa del mundo y de las personas que habitamos en él. Hoy las empresas que crearon los productos que consumimos no existen, solo quedan las "marcas", la ilusión de "múltiples productos en el mercado compitiendo entre ellos" es un espejismo (porque esos productos, detrás de sus "marcas" y sus nuevos dueños, son susceptibles de "estandarización" por la medida más baja, de desmejoras en su calidad; cuando no hay competencia, los capitalistas te pueden vender hasta mierda enlatada con la etiqueta de Toddy), su objetivo final es la ganancia, no es la sociedad, su bienestar y mucho menos la conservación del planeta. Es posible que Monsanto esté detrás del incendio de la selva amazónica, mientras ésta se consume todos los gobiernos capitalistas se hacen los pendejos como cómplices de una gran negocio a favor del "grupo de Bilderberg".
Tal es el fenómeno de la "concentración del capital" expresada en monopolios y oligopolios; hoy día compiten grandes corporaciones (dueñas de muchas "marcas" a la vez), vendiéndose ellas mismas como "marcas comerciales", por ejemplo "Alimentos Polar", "Nestlé", "P&G", "Cargil", cada una con su logo, su muñequito y sus colores que las identifican. No compiten productores y productos, sino "firmas comerciales", donde cada una de estas "firmas" (corporaciones, monopolios donde se concentra el capital a través de la absorción del más débil) son un pequeño país en sí mismas, el caso de Monsanto, o Nestlé; por el tamaño de sus presupuestos, por la población de empleados y obreros, espacios que ocupan, por la extensión de tierras que poseen o que administran; son tan poderosas como son capaces de colonizar a naciones enteras… Y al revés, países empresas… como es el caso de Qatar; países administrados como corporaciones (un poco lo que quisiera hacer maduro de Venezuela, una "marca comercial", para vender sus productos junto a su gente con "ventajas comparativas", o sea, grandes estímulos económicos, como el lomito del Arco Minero… ¡Hipócritas!).
El monopolio es una herramienta, significa trabajo social o explotación social. Dependiendo de para qué y cómo se organice la sociedad son diferentes "razones políticas", expresan dos modelos de sociedades contradictorias: uno concentra el capital y la riqueza en pocas manos a costa de lo que sea (el grupo de Bilderberg) y el otro lo distribuye en la sociedad con justicia e igualdad (sumadas otras diferencias en cuanto a las condiciones laborales y administrativas, ambientales, la planificación y racionalidad de la producción, de calidad de la producción, etc.).
Ser un monopolio de Estado sería un reproche verdadero si imperara una verdadera democracia en el resto del mundo, una economía o una sociedad plural, no monopólica, no uniformada, donde sus pobladores competieran "sanamente" en el mercado y con las ideas. Pero no es así, los que le quitan y le ponen a los ciudadanos son los grandes capitalista, los que deciden son ellos de forma hegemónica, no Maduro, que solo ha sido un facilitador, para "quitar y poner". Y, en el caso de Maduro, en nombre de un socialismo falso, que no le prende fuego a la selva amazónica, pero igual permite a sus socios capitalistas que la devastan con máquinas y mercurio.
La concentración del capital obliga a que la "conspiración económica y política en contra de la sociedad" sea consensual y total. Las mismas cuatro familias, un puñito de ricos, son los grandes propietarios de los mismo grupos empresariales, de los mismos bancos, medios de comunicación, de las mismas redes de distribución, almacenes, súper tiendas, centros comerciales, en todos los sectores de producción. Se enfrentan al socialismo, su enemigo natural y común, así como a la sociedad, y al empresario "independiente", a eso que llaman "emprendimientos" (una ilusión de competencia; "cachicamos trabajando pa lapa"), los cuales serán absorbidos eventualmente por ellos, por el gran capital, como un hoyo negro y luego puestos a su servicio como empleados, no hay discusión en esto; el resto de la sociedad siempre será la víctima, ahí no hay diferencias entre socialismo y "emprendedores", los dos estarán en tensión frente al hoyo negro del capital.
Es así como el problema del manejo –malo o bueno – de la industria petrolera se nos muestra más bien como político. Cuando no se tiene claro qué hacer con los dólares que produce la industria petrolera, el problema es más bien político. ¿Cuál es el objetivo de la industria petrolera en revolución? ¿Cuál es el objetivo último de la revolución? ¿El socialismo? Bueno, hacia donde vaya la revolución debe ir la industria petrolera, esa debe ser su meta, su razón de ser, lo que defina su modelo de organización y de administración, su idiosincrasia ¡de esto depende su misma existencia! En una revolución socialista, una industria petrolera súper eficiente, "primera en el ranking mundial", que no contribuya al desarrollo de una nueva sociedad y a un nuevo mundo es inútil, no sirve, es como tener una pistola sin balas en una guerra, o querer apagar el fuego con gasolina, alimentando el individualismo, formando egoístas, aspirantes mercenarios al servicio del capital, depredadores devastadores de selvas.
Con la industria petrolera se intentó cambiar el país, desde adentro hacia afuera, por eso se quiso hacer de ella el gran monopolio estatal, enfrentado al gran monopolio privado de la democracia-dictadura burguesa, de la mala consciencia burguesa y pequeñoburguesa que no tiene límites en su ambición (masas de gentes, nada independientes, caminando como máquinas haciendo las mismas cosas y consumiendo los mismos productos y hablando las mismas culerías), y enfrentando a la vez la base material de esa cultura hegemónica, el monopolio-dictadura de una economía controlada por los intereses privados de una burguesía nacional y mundial capaz de acabar con el Amazonas si es preciso, para hacerse más ricos…, y enfrentando todo esto con el monopolio socialista, de una sociedad consciente, más amorosa, verdaderamente libre, sin más ilusiones que trabajar y crear para trascender en el tiempo como especie.