"Con vehículos y gentes, debemos ser muy prudentes.
Con vergüenza, ni se come ni se almuerza.
Con viandas ajenas, no cuesta dar cenas".
Proverbio español
Estaba colocándole el título a este artículo con la idea muy clara de lo que iba a escribir. Eran las 6 y 45 de la mañana, cuando oí el motor de un vehículo estacionándose enfrente del edificio donde habito; un pequeño camioncito (Ford rojo) con la pintura totalmente descolorida, muestra de no haber sido tocado en ningún momento por un latonero. Apenas me asomé al balcón entablé una amena conversación con el dueño; el señor andaba buscando un laboratorio, el cual funciona en la parte baja del inmueble; solamente le pregunté el año del trajinado auto. Era lo que necesita el amigo, para empezar a contarme la historia de su máquina, adquirida para trabajar; tuve que buscar la manera de cortar la tertulia de lo contrario todavía estuviera reviviendo el cuento de su inseparable camioncito.
Son pocos los medios de carga de esos años, que todavía andan rodando o estorbando en las vías de los pueblos y ciudades de la Venezuela de nuestros tiempos. Además los utilizados para pasajeros han venido desapareciendo, como de la nada; a pesar que cualquier chatarra abandonado en un solar la recogen para armarla y de esa manera ganarse el sustento diario; cuando no es el dueño, es el vecino o algún interesado con la "ayuda" de las chiveras o "importadoras" para no herir el autoestima de los propietarios, quienes hasta hace poco eran unos verdaderos bachacos, trayendo cuanto desecho iban dejando los gringos en sus locas e indetenibles carreras y competencias inventadas para drenar en parte la desenfrenada y competitiva industria automotriz, uno de los pilares de la economía estadounidense.
Esa es la razón o motivo para que un amigo, con algunos años alejado de las ciudades (Acarigua-Araure) en una fugaz visita en actividades comerciales, me dijo de manera jocosa, para sorpresa de dos personas que me acompañaban: "Acarigua hasta hace poco parecía un puerto marítimo" Cuando le pregunté, de dónde sacaba esa apreciación; rápido me dio la respuesta: ¡la cantidad de "barcos" en las calles! Se refería a los "rapiditos" por el tamaño de los carros; eran un mal necesario, a pesar de la contradicción en el servicio, por una parte le daban solución al problema del transporte, pero por la otra venían creando complicaciones en las ciudades, y muertos en las carreteras. Ahora la crisis del país, ha "fundado" lo que llaman los jodedores: "la ruta chivo" todo el mundo montado en un camión de carga, o en una jaula ganadera.
El problema es tan complejo, en medio de los avances tecnológicos, y el indetenible consumismo del capitalismo, que fácilmente nos podemos dar cuenta de las grandes contradicciones del comercio: vienen apareciendo vestigios de etapas, el cual parecían borradas por el tiempo. Episodios inolvidables para quienes tuvieron la suerte de vivir y disfrutar de esos momentos no muy alejados. Hace algunos meses atrás, hacía referencia de estos cambios en un artículo "Acarigua al revés", en parte copiando la expresión del laureado escritor Eduardo Galeano: "el Mundo al revés" Nuestro estado y específicamente en la tierra del "catire" Páez, son incontables las personas con algunos años encima, testimonios vivientes de las compañías de autobuses: transporte "Amaral" y "Urrieta" apellidos de personas emprendedoras de la Acarigua apacible con pocos carros en sus calles y avenidas.
Eran otros tiempos, cuando el valor dependía de la consciencia de cada quien; ahora lo impone los dólares. Los propietarios no tienen que ver, si el automotor o alguna carreta vieja tirada por algún burrito flojo y dormilón–todavía se consiguen– les queda poco tiempo de vida; lo que les interesa son los "verdolagas", una de las herramientas utilizada para atacar nuestra moneda, hasta convertirla en una referencia en las relaciones comerciales.
La época que estamos viviendo, es para reflexionar, y no para terminar de convertir al país, en una verdadera mesa de juego de envite y azar, como es el caso de un gaucho llegado de esas ricas tierras de la América del Sur, quien no se cansaba de repetir una expresión por demás alegre e irresponsable: "El día que este país lo arreglen, me voy para mi Argentina querida, porque no voy a conseguir con que divertirme" El amigo se marchó a su tierra, pero con una grave enfermedad que lo llevó a la tumba, y todavía no se han solucionado los graves problemas en nuestra patria; por el contrario, el imperialismo se viene aprovechando de la desidia de muchos compatriotas, para crear las condiciones para una invasión. La crisis del transporte no surge de la nada; en un porcentaje muy alta, es culpa de las medidas lanzadas, como verdaderas bombas contra la economía del país, a través de la apetecible moneda estadounidense, el cual cargan de boca en boca, como cualquier canción de moda para satisfacción de los que tienen el cerebro desbordado de vanidad, sin saber lo que es amor por la patria.