La Tecla Fértil
Venezuela abraza a sus hijos, no seamos cobardes, nos atropellan con el dólar
Por: Emiro Vera Suárez
Miércoles, 04/09/2019 07:32 AM
El liderazgo es algo fundamental en la sociedad y son los líderes en las diversas áreas: educación, economía, política, comunidad, arte; los que impulsan las grandes transformaciones de la historia y son la simiente de obras que marcan la vida de muchos. Existen para incidir, motivar, avizorar, crear y proponer, para concebir, para soñar, para imaginar alternativas en espacios donde otros solamente ven diversos tonos de gris. Son una promesa y definitivamente, quienes tienen la posibilidad de activar los cambios que se requieren en los diversos contextos.
En tiempos complejos para el país, vale la pena reflexionar sobre nuestros líderes y la manera en la que algunos han obrado. La verdad reside solamente en el corazón y la mente de quien la conoce, ignoramos los demás, el contenido completo de las cosas y las intenciones que en su momento movilizaron la voluntad de quienes tenían en sus manos el poder.
Que gane quien tenga mejores posibilidades para guiar este gran barco a puerto seguro, que exista participación masiva y que la única fuerza que direccione el voto, sea la de la conciencia. Es oportuno reflexionar en torno al liderazgo, como una condición necesaria y una habilidad que debe activarse y educarse en las nuevas generaciones, porque sombras habrá siempre y necesidad de luz, también.
Debemos cuestionar lo ocurrido, para aprender de ello y generar cambios a futuro, tenemos que preguntarnos qué ocurre en Venezuela, para que quienes han tenido oportunidades de liderazgo, hayan terminado con su destino comprometido en acciones legales e incluso privados de la libertad. Debemos ver en profundidad lo que está ocurriendo, pues no es coyuntural: llevamos años observando hechos de corrupción, viendo investigaciones fiscales, disciplinarias y penales; este es quizás el momento más agudo de la crisis, pero no es el primero, ni el único.
Al mismo tiempo, es necesario que pongamos la mirada en nuevos hombres, que los respaldemos y valoremos a quienes a lo largo de los años han hecho cosas buenas y han mantenido recto su trasegar —sí existen y debemos visibilizar su existencia—.
Esperanza y liderazgo son dos hilos que se entretejen: los líderes generan esperanza y esta promueve y respalda el ejercicio del liderazgo.
Renovemos la esperanza y entendamos que siempre, después de la noche más oscura, ocurre un brillante amanecer.
La investidura de un presidente en Venezuela genera un poder enorme, y también una gran responsabilidad. Habrá incidencias, es lógico, pero de ahí a pensar que alguien gobierne detrás de quien sea que gane, es una manifestación de ignorancia.
Más allá de las ofertas, quizás inviables desde la lógica de la gerencia de lo público, y solo pensadas para cautivar a quienes desconocen cuáles son las competencias y alcances de este nivel de la gestión estatal, debe captarse la gran visión de país de cada uno y, sobre todo, su coherencia con el momento histórico y las demandas de los contextos globalizados. Sistemas que coartan la iniciativa privada y el desarrollo empresarial, pueden resultar contraproducentes, insostenibles y retrógrados frente a las tendencias mundiales.
Renovemos la esperanza, aprendamos de lo ocurrido y miremos al pasado con sentido crítico, para comprometernos como pueblo a evitar que los hechos que hoy nos colman de desazón, se repitan.
No seamos cobardes, menos temerosos, hay una libertad y debemos cautivarla para avanzar y liberar a los oprimidos. Saliendo del país no ganamos nada.
Es muy importante que la decisión se base en un concepto personal y no en lo que se escucha decir de otros; también, que se mire al ser humano, que se aprecie la posibilidad de liderazgo que cada uno es, y no se quede solamente la mirada en quien le acompaña o no, porque siempre habrá predilecciones y rechazos, adeptos y disidentes.
Asiste a tu Consejo Comunal y lucha.
Los habitantes de este territorio, somos responsables de lo que ocurra en el futuro, no es fruto del azar, tampoco es una inercia imparable de la historia; es el resultado de lo que hacemos, de la manera en la que ejercemos la libertad, que tiene una expresión rotunda en la democracia y en el ejercicio serio del voto.
Votar, y hacerlo con criterio informado, es un fruto maduro de la conciencia política con la que debemos contar. Es una obligación moral hacerlo, por la opción que integralmente considerada, ofrezca una mejor perspectiva.
Muchas tareas convocan a cada ser a en su vida: amar y servir a los demás, crear nuevas cosas, abrir caminos y recorrerlos, generar soluciones ante los problemas y, propiciar innovaciones, originar la belleza en el arte, desplegar el talento, ser solidario, dejar una huella en muchos… Sin embargo, existe una misión fundamental y es la de ser padre o madre.
Están destruyendo nuestras familias, estos grupos anárquicos en el poder.
Podría catalogarse como el encargo esencial de la vida, pues se trata de volcarlo todo: la sangre, la propia esencia, la sustancia de los huesos y la carne, todo lo que somos, en otro ser, que viene de nosotros y nos refleja. Se trata de alguien que, de una manera misteriosa, lleva puestos los rasgos de nuestro rostro sobre el suyo, sin que sean iguales; y que, en sus palabras y gestos, en sus convicciones y comportamientos, habla de quienes somos su origen y de lo que hemos sembrado en su vida, desde el vientre.
Por eso, el examen más importante en la gran tarea de la trascendencia, es la vida de los hijos, el legado que queda cuando debemos partir y la alegría principal que ilumina los días. Sus sueños se vuelven propios, sus esperanzas, las nuestras; sus éxitos, el mayor orgullo y sus dificultades, desafíos y problemas, una angustia personal.
Esta tierra es nuestra, aquí nacimos y nos formamos académicamente, queremos una libertad plena, alejada del anarquismo y los factores de poder que provienen del extranjero.
Siendo conscientes de lo que un hijo – una hija –, representa en la historia, hemos de desempeñarnos de la mejor manera, combinando de la forma más sabia que se pueda: dulzura y exigencia, derechos y deberes, consejos y autonomía, generosidad y disciplina; y pensando día a día que lo que sembramos en el alma, pensamiento y convicciones de ese ser que nos ha sido confiado, le acompañará.
Somos una patria y una tierra, Venezuela, no seamos cobardes.