¿Dónde erramos el camino?
Por: Toby Valderrama Antonio Aponte
Jueves, 05/09/2019 09:49 AM
En Venezuela, con las peculiaridades de país rentista, tropical, las clases sociales tienen características peculiares. Aquí la explotación al trabajador cedió paso al despojo de la renta, las clases sociales se forman en relación a la distancia de la renta. La ideología de clases llega, entonces, por dos vías, la que emana de la existencia rentista y la influencia del pensamiento y la acción universal.
La existencia rentista reclama una ideología clientelar, donde la relación esfuerzo-logro es sustituida por la astucia del cazador de la renta; la producción es mínima, el comercio y la bribonada que supone es máxima. Está ideología impregna a toda la sociedad, imprimiéndole un comportamiento común que, en algunos casos, es modificado por el pensamiento universal que llega al conglomerado social por vía de la vanguardia. ¿Cuáles clases sociales disputan el poder hoy en Venezuela?
Desde hace casi un siglo comenzó a dibujarse el cuadro social de hoy: los campesinos emigraron a la ciudad tras el sueño petrolero, se urbanizaron dando origen a la marginalidad, a los cinturones de miseria. La burguesía brotó de la riqueza petrolera, del comercio, la clase medio sirvió de instrumento de la burguesía, fue soporte intelectual del rentismo. Los obreros, los empleados menores fueron aletargados por una costra sindical que los confinó a la disputa por la renta, sin entender su papel histórico, alejada de las gestas heroicas de revoluciones lejanas y de teorías ignoradas.
En los años sesenta, con el surgir de la Revolución Cubana, despertó la conciencia universal debilitando a la conciencia rentista, los obreros se hicieron clase obrera, los marginales se organizaron, la clase media tomó partido por los bandos en pugnas, la revolución prosperó, tanto como la reacción, revivieron los fantasmas que empezaron a recorrer el mundo, el estudio de la teoría copó el esfuerzo, la Lucha Armada fue culminación del huracán espiritual que conmocionó al Continente. Derrotado el intento revolucionario de los sesenta, el país se sumergió en las tinieblas del pacto de punto fijo, el rentismo tomó cuenta de la vida social, de la política, de la economía.
Con la llegada de Chávez despertó de nuevo la conciencia universal, pero la situación no fue igual a la del aluvión del sesenta, ahora fue puro sentimiento, careció del rigor de aquellos años, la vanguardia formada en los sesenta había desaparecido, asesinada, mediatizada. Es así, el proceso chavista fue un aislado histórico, no tenía continuidad con el pasado, no hubo quién lo insuflara del ímpetu y de la experiencia de los años sesenta, creció en un desierto universal.
Al morir Chávez el proceso fue asumido por marginales y su ideología desprovista de la modulación universal, incapaces de asimilarse a otras ideologías, a la burguesa, a la proletaria, y el resultado fue un danzar alrededor del becerro petrolero; la manada degolló al becerro y el pragmatismo, el inmediatismo, signó al gobierno, el resultado es un desastre de tales proporciones que afecta a todo el planeta. Hoy, y debemos admitirlo con valentía, la única clase que ha construido una vanguardia coherente, con programa, con dirección, con metas, es la pequeña burguesía. Claro que es un instrumento de la burguesía nacional e internacional, no extraña, siempre lo ha sido, ese es su rol. La clase obrera, su ideología, su vanguardia hace años que no consigue entrar en batalla, de esta manera no es posible pensar en triunfos, a lo sumo habrá estallidos pirotécnicos.
Esta es la tarea de los revolucionarios en esta etapa: rescatar la teoría, la ideología, luchar por construir alrededor de ella una vanguardia y traducir todo esto en una acción que, interpretándola, conmocione nuestro mundo…