¿Qué pasa con el Fiscal?
Por: Carolina Villegas
Viernes, 06/09/2019 06:45 AM
Rondón requiere el cumplimiento de la ley cuya razón lo asiste, pero la omisión de los derechos del Poder Popular lo llevan por derroteros que rayan en la desesperanza. Rondón es paciente, pero los poderes públicos no pueden convertirlo en un ser pasivo o, peor aún, en enajenado por las circunstancias. Cuando se pida a Rondón que salve la República, éste debe estar a la altura de las circunstancias: moral en alto, poderosa confianza en sí mismo, sentimiento de inalterable capacidad decisiva, fortaleza física y absolutamente convencido de su causa. La Revolución nos pide paciencia razonable; del otro lado lado, la oposición siempre ha intentado ordenarnos el desbordamiento de las pasiones, y una masacre entre nosotros para tener algo que fotografiar y poner en el feisbu mediático internacional. Pero el Pueblo es sabio, y decide por sí mismo cuánto quiere o puede soportar. Ni quiere ser extraño a sí mismo, caminando inalterable hacia la pasividad y la pérdida de capacidad decisiva; ni quiere ser víctima de la ignorancia que le pide ensañarse consigo mismo, masacrándose internamente. Pero en ese peligroso equilibrio, crece la exigencia de justicia.
El Esequibo es nuestro, es el lugar donde nace el sol de nuestra Patria. No puede ocurrir que un delincuente de vestimenta política, amparado por el poderoso narcoestado estadounidense, celebre acuerdos internacionales que entreguen la soberanía del país. ¿Hasta dónde llegará esto? ¿Tendremos que verlo pasivamente? Toda paciencia tiene un límite, y ese límite es el tiempo. ¿Hasta qué fecha seremos pacientes con el delincuente WhiteDog?