El mundo no funciona como funciona un vecindario
Por: Toby Valderrama Antonio Aponte
Jueves, 12/09/2019 10:37 AM
En Venezuela tenemos un ejemplo del pensamiento vanidoso en funciones de poder. Con este gobierno ascendió al poder la vanidad de la ignorancia. Por supuesto, su gestión es fatal, no hay rincón de la vida nacional que no esté lesionado por la práctica sin rumbo, lo inmediato como estrategia, la simulación sustituta de la verdad. Esta carencia se manifiesta nítidamente en la política exterior. Veamos.
La política exterior requiere estudio, la historia es imprescindible, la economía es fundamental. Es necesario tener en cuenta los intereses de los diferentes bloques de poder, estudiarlos en su profundidad estratégica. Todo lo contrario ocurre con la política exterior nuestra, tiene la marca de pensamiento del aldeano vanidoso. Prima lo personal en el análisis. Es así que el gobierno hace fiesta por la salida de obama y la llegada del camarada trump. Cuando el nuevo gobierno ataca a maduro, no se les ocurre una estrategia mejor que pensar que trump está engañado, que desconoce la realidad de Venezuela.
Ahora sale bolton de la asesoría a trump y en Miraflores hacen fiesta, lanzan cohetes al aire y pintan esa sustitución como un triunfo, lanzan campaña de twitter. No se percatan de las políticas de Estado, actúan como en una reyerta en el vecindario, una pelea con un vecino. Ignoran los intereses petroleros, la geopolítica mundial, los intereses del imperialismo ruso, del imperialismo chino, su disputa con los gringos, con Europa. Piensan que con la salida de bolton ya pasó la tempestad, tropiezan dos veces con la misma piedra, la misma alegría fallida de cuando obama.
Las relaciones con Colombia son horripilantes, prevalecen las ofensas personales y, simultáneamente, estimulan un ambiente belicista, le dan rienda suelta a los guerristas de este lado haciéndole comparsa a los belicistas del otro lado; el patrioterismo cunde en la hoguera que el gobierno atiza, los dos bandos dicen que no dispararán primero, los dos se preparan, esperan un falso positivo para atacar cuando les convenga. El vocero militar no es ahora el ministro de la defensa, sino el inefable pedro carreño, que va a la televisión a desplegar una supuesta estrategia militar que, además de ser un disparate, es una ofensa para el estamento militar; otro vocero militar del gobierno es el programa de variedades de los miércoles, donde se dictan sentencias y se establece doctrina militaroide, partes de guerra, que son una vergüenza.
El mundo no funciona como funciona un vecindario, no se puede dirigir a un país con los criterios del sindicalero, de un militar frustrado o de un centro de estudiantes de la central, donde lo menudo prevalece sobre lo importante, lo trascendente. El pragmatismo tiene vida corta, la acción sin idea es inútil.