Situación en Venezuela es un enigma, es tan desafiante para los que se van, como para los que se quedan

Jueves, 19/09/2019 08:40 AM

A mi juicio, es un desafío para ambos. No se trata de heroísmos por separados. Tanto los unos, como los otros, nacieron en un mismo territorio, bajo la equiparable cúpula celeste. Ambos, estoy convencido, sienten amor por la tierra que los vio nacer (Venezuela). Su madre tierra. La mamá de todos los que la habitamos; de ella nos hemos amamantado. De pronto emerge una situación, como monstruo salido del pantano, que viene a señalar una encrucijada, donde cada quien opta por una decisión. Decisión muy personal, egregia, que a mi manera de ver el asunto, no es síntoma de enemistades, ni de contenciones triviales, que no llegan a ningún puerto seguro, de unos y otros; sólo que sendos sujetos, tienen sus maneras de mirar el mundo; y aplomarse a sus tantos giros. Cada uno con sus intereses y expectativas, con sus aciertos y desaciertos, con sus angustias y necesidades; va forjándose su destino y porvenir, allende y aquende sus fronteras. En este tipo de enigmas, no hay victoriosos, ni vencidos. No hay conformistas, ni disconformes. Sólo que en la bifurcación cada uno tomó su azimut. No se trata de una encrucijada del bien, ni del mal. Las dos resoluciones merecen nuestro magno respeto.

Una encrucijada en el camino

te hizo tomar una decisión

la flecha te marcará un destino

tú, lo elegirás con la razón

Así las cosas, los que se van, muchos, lo hacen esperanzados. En ese túnel oscuro de dilemas buscan una claridad, pretendiendo adecuarse a su ahínco personal. Se les crea un mundo de incógnitas ante nuevas expectativas. Entre las realidades y la fantasía, van atravesando los hitos de su país, que miran, con quizás, cierta desconfianza, mas no se doblegan, llevando un morral de pensamientos, puestos en el corazón. Es una cualidad humana. Entre la duda y la convicción, observan el horizonte que los espera. Escúchase repugnante cuando alguien dice que esas personas huyen de la situación. Soy del que piensa que no es huir; no es evasión, como el marino que deserta de la nave en plena batalla, abandonando sus pertrechos. Muchas de las almas que voluntariamente toman el ánimo de trasladarse a otro país, lo realizan con las bondades que la legislación patria les otorga: Dejan sus bienes resguardados con la fe de que algún día retornarán. Cuántos Poderes he visado a una cantidad determinada de futuros emigrantes, quienes designan a algún poderhabiente, para que les diligencie sus asuntos, según sea el caso. Sólo el destino les tiene un cupo reservado para sus esperanzas.

Atravesaste la frontera

con duda y convicción

que no sea una quimera

que se te cumpla tu proyección

¿Qué hay, de los que se quedan? Como los primeros, también los acobijan los desafíos. Desde mi punto de vista, allende, sus intereses personales, les late el compromiso, el sentido de pertenencia que descansa sobre ese gran conglomerado axiológico, enraizado de ingentes esperanzas para este hermoso país. Se quedan en el ojo del huracán, galopando sobre ese gran corcel de las dificultades, superando los obstáculos diariamente. Incursionando en las propias entrañas, como en la hidra de mil cabezas, van destejiendo las coyunturas que se presentan. Nuevos nudos van desatándose. Y en cada peldaño de esa escalera de conflictos, van escalándose soluciones de inherencia individual y colectiva. Soy el que piensa que el asunto no es fácil, pero tampoco imposible. ¡Sólo Dios sabe porque hizo al venezolano de buen lodo! Este gentilicio venezolano no se consigue en ningún lado del orbe. Las crisis deben estar por debajo de la valentía que cada connacional le ponga, indiferentemente, de la parcelita o la trinchera donde maniobre. ¡Qué orgullo! ver en las mañanas a los niñitos con sus morralitos al hombro y sus loncheras en las manos, a prepararse, desde ya, para contribuir con su amada Venezuela.

A luchar por Venezuela

esta hermosa Nación

cada quien en su parcela

con el alma y corazón

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