Sobre Teodoro Pérez Peralta

Miércoles, 25/09/2019 04:30 AM

Hace algunos años publiqué en este medio de comunicación, Aporrea.org, alguna nota sobre ese escritor apureño de inolvidable huella, de inocultable personalidad artística y grandes dotes humanas; el apureño llamado Teodoro Pérez Peralta. Por muy poco tiempo pude disfrutar su amistad, su entrañable confianza y su fe por la literatura. Sin embargo, pude visitarlo un par de veces en su inmueble de San Antonio de Los Altos, y percibir parte de su patrimonio bibliográfico. Aunque me ofreció regalarme su biblioteca, nunca pude regresar desde la isla de Margarita a por ella.

Esos momentos fraternos que compartimos entre la isla de Margarita y Caracas me permitieron recibir de su puño y letra todos los manuscritos de sus relatos escritos entre 1961 y 1965, aproximadamente. Entre 1996 y 1997 transcribí todos esos cuentos, y fueron revisados minuciosamente por el poeta Pérez Peralta. Surgió de ahí un volumen titulado SIN SALIR DEL CAMINO, al cual le redacté el prólogo, que también fue corregido por el grande amigo y escritor.

De su mano surgió la dedicatoria del libro, la cual detallo a continuación:

"A mis compañeros y admirados amigos

Juan José Verde

Lubio Cardozo

Modesto Vargas López

Gladys Mireya Pérez

E Ilse Godoy

A mi compañera, la pintora Flor Gil,

Con el afecto que le profeso.

A mis hijos: Christian, Moisés y Richard."

Así mismo, incluyó en ese manuscrito un agradecimiento, que tiene las siguientes palabras:

"Al Licenciado José Pérez, profesor de la Universidad de Oriente, Núcleo de Nueva Esparta, que asumió la responsabilidad de transcribir los manuscritos, organizar y vigilar la edición del presente libro.

Al profesor Lubio Cardozo que desde la Universidad de Los Andes, en Mérida, ha sugerido insistentemente la publicación de este libro, y que después de treinta años (sic) de haber leído dispersamente muchos de los relatos que aparecen en este volumen, los recuerda cada vez que redacta una nota literaria y hace elogios de ellos.

A la profesora, escritora y poeta Elena Vera, porque en los talleres que ha dictado en varias instituciones del país, siempre me cita como un importante narrador."

A José Balza, novelista, por sus apreciables conceptos sobre mi persona y sobre mis relatos.

Caracas, 1997.

Después de varios intentos fallidos para publicarle en vida ese libro de relatos a Teodoro Pérez Peralta, de cuya muerte nos enteramos tardíamente en 2006, pues no fue reseñada por ningún medio oficial ni privado, un grupo de amigos poetas de la ciudad de Mérida, con Gonzalo Fragui al frente, se propone la edición en digital del mismo, lo cual salvaría el texto de tan largo anonimato de más de cincuenta años. Por ello, dejo a los lectores ese prólogo que escribí en 1997, como una referencia a su persona, a su gran nombre en nuestra historia literaria y cultural; con la ilusión, también, de que algunos de sus hijos se puedan comunicar conmigo a través del correo electrónico que aparece al final de este artículo.

TIEMPO Y MAGIA EN LA NARRATIVA SESENTISTA DE TEODORO PÉREZ PERALTA

Por José Pérez

Teodoro Pérez Peralta nació en San Fernando de Apure el 19 de junio de 1933. Egresó de la Escuela Nacional Rural "El Mácaro" y estudió en el liceo "Francisco Lazo Martí" de su pueblo natal, entre 1950 y 1952. Se graduó de Bachiller en Física y Matemáticas en el Liceo "Pedro Gual", obteniendo también el Bachillerato en Filosofía y Letras en el curso nocturno. Después siguió cursos de enseñanza de matemáticas y ciencias para maestros de Educación Primaria en el Centro Interamericano de Educación Rural, en Rubio, estado Táchira. En definitiva se graduó de Maestro en Educación Primaria y fue un Maestro universal. Posteriormente se trasladó a la capital de la República para iniciar estudios de matemáticas en la Universidad Central de Venezuela, y recibió cursos de Filosofía de las Ciencias en la Universidad de Polonia; así como Estudios de Formación de Sindicatos en Berlín, Praga y Santiago de Chile. Durante estos años conoció a Manuel Bermúdez y a Freddy Meló, aunque no compartieron aulas de clases. Llegaba hasta ellos entonces la revista Cruz del Sur, editada por la librería del mismo nombre durante la década de los cincuenta, ubicada de Llaguno a Piñango, en Caracas.

Estuvo unido al movimiento sindical continental y recibió invitaciones para dictar cursillos de Dirigencia Sindical en organizaciones de Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia. Por sus convicciones políticas, durante los años cincuenta vivió exiliado en Cuba y México, donde fundó, junto a Gerónimo Carrera, el Club Progreso, que funcionó en la Universidad Nacional de México, mientras iniciaba estudios de Matemática y Lógicas Modernas. Viajó por varios países socialistas de Europa. Su gran sentido de lo reivindicativo y de lo gremial lo incentiva a colaborar con las organizaciones sindicales de vanguardia de aquellos años.

Pérez Peralta se destacó como escritor y comentarista de arte y de literatura, sobresaliendo como editor de publicaciones periódicas dirigidas a promover el arte y la literatura de Venezuela y el resto de Latinoamérica. Se inició en los menesteres de las publicaciones en San Fernando de Apure en 1953, cuando es cofundador de los semanarios culturales Adelante y Avance, que circularon en los primeros años de la década del cincuenta. En los sesenta, junto con Alfredo Roffee y Nicolás Curiel concibe el Cine-Club Universitario de la UCV, como una sección del Teatro Universitario dirigido por Nicolás Curiel. Ese Cine-Club fue de mucho éxito y dedicó un ciclo a las obras de Shakespeare, pero las razones políticas de entonces impidieron el desarrollo de esa idea.

Se le conoció ampliamente por su participación en la fundación de la legendaria revista literaria multigrafiada En Haa (1963-1967), cuyo directorio integró inicialmente junto a José Balza, Lubio Cardozo (su compañero de la pensión "Mamey") y Carlos Noguera; ampliado posteriormente por un grupo representativo de jóvenes escritores, narradores y poetas del momento—todos ellos estudiantes universitarios, quienes asumían la literatura como algo esencial al margen de lo ideológico y lo político de cada quien, manteniendo el respeto a la creación y promoviendo el espíritu de innovación de que eran capaces—. Después, éstos ingresan a la historia de la nueva literatura venezolana con el definitivo nombre de Grupo En Haa, integrado por Jorge Nunes, Alfredo Silva Armas, Armando Navarro, Aníbal José Castillo, Jesús Napoleón Azócar, Argenis Daza Guevara, Asdrúbal Meléndez, el tipeador de la revista Carlos Santiago González, y otros menos conocidos entonces: Eduardo Gasca, Lil Hernández Milord, Marina Castro, Yolanda Capriles, Winston Adrián, Víctor Salazar (a quien todos respetaban y querían), Julio Jáuregui, Ariel Griner, Orlando Lozada, Pedro Lugo, Marino Bejarano, Humberto Mata y Sael Ibáñez.

Surge En Haa como una semejanza del boletín denominado Tar, perteneciente al Taller de Arte Realista, que integraban los pintores Sócrates Escalona, Domingo Márquez, Gabriel Bracho, Hosto Poleo, Mauro Bello, Julio César Rovaina, Hugo Daza, Arteaga, Lucena y Dávila, entre otros. Constituyó, además, una suerte de tregua en la violenta manifestación artística y política sesentista, como se aprecia en las dos revistas más destacadas y encendidas de entonces: Tabla Redonda y El Techo de la Ballena.

Durante esta época dirige la sección cultural de los semanarios caraqueños Mancheta y El Caraqueño, y escribe semanalmente, durante varios años, la sección "Al Margen de la Crítica" para el diario católico La Columna, de Maracaibo, destinada a comentar obras de nuevos y desconocidos pintores venezolanos.

A partir de 1973, como activista del movimiento sindical de Venezuela, ingresa al Sindicato de Cine (SUTIC), donde ocupa la Secretaría de Cultura y Propaganda, y funda el pequeño boletín Pido la Palabra, editado en multígrafo. Fundó también el Cine-Club SUTIC, destinado a exhibir películas de luchas reivindicativas y de carácter social. Mediante el foro que se hacía al final de la función, se puntualizaba el contenido social de la película y los participantes narraban sus propias experiencias sindicales. Después ingresó al Sindicato Único de Trabajadores Bancarios (SUTRABAN). Posteriormente es llamado por el Colegio de Profesores de Venezuela para redactar y dirigir un boletín de circulación interna, patrocinado por la Sección Nº 1, del cual fue Redactor-Jefe durante 17 números consecutivos entre 1969 y 1971, todos ellos centrados en la idea de transformar el Colegio en una entidad de lucha gremial reivindicativa. Este boletín estuvo dirigido a organizar a los profesores alrededor de la Primera Acta Convenio entre el Colegio y el Ministerio de Educación, que después de la primera huelga de educadores culminó exitosamente el 14 de noviembre de 1969 con la firma de un acuerdo salarial. Posteriormente, en 1971, conjuntamente con Mitiliano Torín y el pintor Hosto Poleo funda la revista político-literaria Origen, que tuvo una recepción favorable a nivel internacional, con excelente acogida por parte de los jóvenes luchadores, "cabeza caliente" de la época de los años setenta, en contraposición con los rebeldes rockeros, tan publicitados por revistas de los Estados Unidos de Norteamérica. El eslogan de esa publicación fue "De las ideas jóvenes del nuevo estilo y la protesta permanente". En su primer número se señala que no representaba un llamado a la guerra ni tampoco de paz a los cadáveres, sino a la reflexión de unos que fueron hombres. En 1972 integra el Comité de Redacción de la revista Jakemate, junto a Jorge Nunes, Lubio Cardozo y José Moreno Colmenares.

Con el dirigente del Sindicato Bancario, Don Américo Chacón, fundó la revista Tareas, con la idea de contribuir a fundamentar las bases, en ese momento, para la tan ansiada "paz laboral". Al desaparecer todas las condiciones sindicales funda la revista Arte Quincenal, de la cual asume la dirección y edición. Desde 1972 hasta 1985 esta revista estuvo dedicada a reseñar el movimiento plástico en Caracas y de varias regiones del país; y mantuvo entre sus colaboradores consecuentes a Perán Erminy, José Balza, Juan Calzadilla, Francisco Da Antoni y Modesto Vargas López.

Teodoro Pérez Peralta fue guionista de algunos documentales de Viajando con Polar, producidos por Cedesi entre 1965 y 1968; y de los siguientes largometrajes: La Paga (1964), dirigido por Ciro Durán, donde Pérez Peralta trabajó como Asistente de Dirección; Twist y Crimen (1965), donde trabajó como Asistente de Dirección; El Circulo Rojo, El Pequeño Milagro y José Gregorio Hernández(1965), del que escribió el guión y el guión técnico. La compañía cinematográfica española Cocinex hizo el registro de autor en Madrid de esos aportes de Pérez Peralta. Sin embargo, se quejaba de que en la posterior coproducción venezolana-española del film José Gregorio Hernández se modificara su guión original, suprimiéndole los sucesos históricos de la época de Cipriano Castro y Rojas Paúl, para intercalarle escenas melodramáticas con marcados intereses comerciales. Por otro lado, colaboró en los cortometrajes Llano Adentro y Rosa Alarcón y otros producidos por la Unidad Fílmica Shell.

Más allá de su fecunda labor como activista cultural, sus breves cuentos y su narrativa de corte urbano y absurdo, aparecen en revistas de varios países latinoamericanos, como Cruz del Sur, Pájaro Cascabel, de México, e Inédito de Argentina; así como de Europa. En Chile publicó, en 1962, el folleto América Latina, un mundo que ganar, usado como material de apoyo en la Escuela Sindical CUTCH, de Chile. Redactó y editó monografías sobre los pintores Adrián Serrano, Guillermo Márquez y Elisa Lemos. También de su autoría son Ocho temas matemáticos (Teoría de los elásticos, estudios de curvas, funciones, 23 problemas clásicos de Geometría Descriptiva) e Introducción a la matemática moderna, editados en varias ediciones multigrafiadas por el Centro de Estudiantes de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela, utilizados por los estudiantes de esa Facultad como material de apoyo. Quedaron pendientes de edición los libros Del taller de Pérez Yánez a Las Banderillas (Semblanza de un grupo de artistas del "Corazón de Caracas"), Ser caraqueño (Un aporte al libro de Juan José Verde), Índice de la Revista Arte Quincenal y Caracas, del recuerdo a la nostalgia. También colaboró en la revista Municipio Hoy de finales de los noventa, con reseña sobre pinturas, en la sección Arte y Artistas.

Pérez Peralta estudió igualmente música colonial venezolana, sintiendo una gran afición por la misma. Leyó con mucho interés a Mariano Picón Salas y a don Tulio Febres Cordero, auténticos paradigmas del intelectual de la época. Durante las amenas tertulias que sostuvimos, relataba que en su mocedad el periódico era una novedad siempre que llegaba a San Fernando de Apure. Tres días tardaba el correo que lo transportaba desde Caracas hasta su pueblo natal. Por eso el periódico se leía en los bancos de la plaza y ahí se dejaba para que otros lo leyeran a placer. Recordaba además la lectura de la obra Amada Tierra (Premio Municipal de Poesía de 1952), de Lucila Velásquez, gracias al gesto generoso del llamado Azorín de los Llanos, especie de personaje legendario en las letras de la región apureña, cuyo nombre verdadero era Rafael Rodríguez, militante de la Juventud Comunista, graduado de Bachiller en Filosofía y Letras en el Liceo "Andrés Bello" de Caracas. De la mano de ese mismo Azorín de los Llanos conoció Pérez Peralta el libro de Carlos Augusto León A solas con la vida, el cual lo convirtió en un lector de toda su producción literaria, y le ganó su admiración sincera. Del llano le quedó, en definitiva, el recuerdo de su padre, el teniente coronel Teodoro Pérez Prieto, personaje además de uno de sus cuentos, de quien asumió la disciplina y la rectitud ante la vida, también el sentido de la justicia y la superación. Quizás por su formación en la capital y su cultura cosmopolita, Pérez Peralta no manifiesta en sus cuentos, excepto en los relatos "El Colombiano" y "La garra", ningún dejo de extrañamiento o nostalgia hacia los llanos apureños. En su memoria permaneció como fuente inicial de aquellas vivencias de la infancia, mas no simboliza sus búsquedas expresivas ni forma parte de su Ars narrativa.

Caracas representaba, junto a Maracay y Valencia, y secundariamente Mérida y Maracaibo el sitio clave para los estudios y la superación personal durante los años 50 y 60. Por esta razón, Pérez Peralta y muchísimos jóvenes más del interior del país colman sus pensiones y hoteles mientras se procuran un trabajo que les permita cubrir los gastos de sus estudios. Atrás quedan muchas de las vivencias de sus terruños provincianos, y otros insisten en recrear esas estampas con gran suerte, en ese juego de reencuentro con sus voces primigenias, con actitud renovadora y cultivo inteligente de la palabra. Un caso singular lo constituye el poeta Ramón Palomares y su Escuque trujillano, cuyo imaginario colectivo se trocó en poesía encantatoria y espacio trascendente del hombre y de su historia. Palomares, como Pérez Peralta, fue uno de estos jóvenes emigrantes capitalinos. En Caracas, además, recibieron una determinada formación política, a partir de 1959, cuando ya se empieza a hablar de marxismo, previa la contundente Revolución Cubana del año anterior, así como de la caída del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez. Esa convicción ideológica de Pérez Peralta, sustentada en el pensamiento del marxismo ruso y su literatura, le valió exilios y no pocos viajes que nutrieron su espíritu, muy especialmente en Cuba y México.

La Escuela de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, en la cual estudió Pérez Peralta matemática y física, significó para él su oportunidad de conocer a futuros literatos, aunque por ser una escuela no humanística, sólo le permitía ver a los escritores desde cierta distancia o en los bares de la época: "Cervecería Alemana" en Sabana Grande, "Chicken Bar", "El Viñedo", "Ramo Verde", "La Gioconda" (en la avenida Baralt), "Triángulo de las Bermudas", "Cervecería Munich" (en la avenida La Salle) y "El Gato Pescador", entre otras. Desafecto al protagonismo a ultranza, se mantuvo toda su vida a discreción, a pesar de haber sido el motorizador de laa revista legendaria En Haa.

Como narrador Teodoro Pérez Peralta se escapa hacia los linderos transmundanos. Los espacios de la calle, la esquina, el bar, la tasca, la gente del reflejo de sol en la mirada, son sus motivos, quedándose entre charlas memoriosas, hasta disiparse tenuemente en el papel de la historia convulsa de este país, fortaleciendo su espíritu con los años al margen de la idolatría, las grandes esferas del poder cultural y aún del político, por cuanto asumió el lugar del sabio; miraba desde la colina, aguardaba su verdad en silencio y eso se perfiló de algún modo en su narratio, también bruñida de la experiencia múltiple de la vida propia.

Sólo así se entiende ese cultivo inteligente de los códigos del género breve para dotarlo de contundencia, de sencillez, de espontánea construcción, Esto caracteriza a sus relatos. El miedo, el gregarismo, el vano sacrificio del alter ego, la implacable tenaza de la represión, el fragmentario destino que impone la rutina urbana, el sueño como vía alterna al monótono devenir, la frustración del hombre, entre otros temas, conforman su visión ficcional. Pérez Peralta no concede terreno al tema de la tierra del llano adentro, más bien manifiesta su gran dominio del comportamiento sicológico del hombre de ciudad y de ese universo garmendiano de "los pequeños seres", por sus dificultades y aislamientos. Hombres que trabajan en oficinas, que cumplen monótonamente su rutina y que regresan a casa sin tener nada que hacer, pero que internamente aspiran algo que no pueden alcanzar por circunstancias absurdas propias de sus vidas y sus destinos. Por eso, a base de flash-back el narrador da cuenta del temor y del miedo de sus personajes a perder el trabajo, y retrata ese pasmoso ideal de superación que, por ejemplo, encarna el jefe, único norte de sus actos y sentido de sus acciones, con el sentido de la disciplina como requisito básico para alcanzar ciertos beneficios, en detrimento del lado vivo del alma y los sentimientos, el espíritu y la conciencia. Esa filosofía narrativa se nutre de la experiencia misma de Pérez peralta mientras se desempeñó como funcionario de contabilidad de la prestigiosa empresa de comunicaciones IBM, en la cual no se pagaban las horas extras ni contaban los errores para descargo del tiempo y el sacrificio.

Por los caminos del llano y de América cultivó Teodoro Pérez Peralta la amistad, gestó luchas reivindicativas y dignificó a la Humanidad con sus gestos de hombre probo. Solía recordar a su compañero y coterráneo Juan Zárate, contador público y abogado, quien se desempeñó como profesor de la Universidad Santa María, además de ser funcionario público en el registro mercantil de Caracas, fundó en San Fernando de Apure el semanario Avance, y crearon la biblioteca pública casera, de habitación, bautizada "Abraham Lincoln", que funcionó en una pieza de la casa de Teodoro.

Entre 1962 y 1963, una huelga bancaria lo atrae hasta Puerto La Cruz, en compañía de César Guerra, un antiguo empleado petrolero que había trabajado en San Tomé, El Tigre y El Tigrito, quien se desempeñaba para esos años como Secretario General de Sutrabanc, permitiéndole conocer a otro personaje no menos legendario, el "Negro Barreto", también hombre de sindicato, dirigente petrolero, concejal de Barcelona para entonces en representación de Unión Republicana Democrática (URD) y ex militante del Partido Comunista, gran conocedor de libros, revistas, enciclopedias, diccionarios y novelas. Con el "Negro Barreto" adquiere el compromiso de enviarle textos para la biblioteca que éste había fundado en el barrio El Penzil de Puerto La Cruz, bautizada con el nombre de Simón Bolívar".

Esa misma inquietud lo animó a crear y apoyar todo tipo de empresas culturales. Así anduvo por toda Caracas y sus esquinas, sus pequeños refugios de soñadores, ocultando sus desvelos, agraciando la amistad y celebrando la vida como el gran poeta que fue, el gran narrador que fue, hasta que un día de 2006 ó 2008, alguien me entristeció con la noticia de que Teodoro Pérez Peralta había partido de este mundo para su llano infinito, tal vez sembrado en los caños y los esteros de su terruño apureño, o trepado en los rascacielos capitalinos para otear a los transeúntes de un mundo invisible que se pierde irremediablemente en el tiempo. Tras su partida quedó siempre esa esperanza y esta promesa de tratar de publicar sus cuentos, tal y como los revisó y concibió entre 1995 y 1997 cuando me confió sus manuscritos. La dedicatoria y el agradecimiento son también fieles a su palabra y sus gestos de hombre infinito en la generosidad y el afecto. Un sabio caballero para el recuerdo y la admiración sin límites.

Isla de Margarita, 1997-2016

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