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Violencia de género en los partidos: ¿patrones de poder autoritario?

Miércoles, 02/10/2019 08:25 AM

Aunque el movimiento feminista y la agenda de los derechos e igualdad de las mujeres se ha visibilizado en los últimos años, especialmente en los partidos y movimientos de izquierda progresista, muchos de estos espacios aún se resisten a las transformaciones de enfoque que proponen los feminismos desde su irrupción en la escena del poder.

En los manuales de la ciencia política moderna se refrenda la idea de que la política es la continuación de la guerra a través de otros mecanismos, instalándose con esa idea la lógica pragmática de la imposición del más fuerte, aquel que es capaz hacer su voluntad incluso a través de la instrumentalización de los otros.

Esto, sumado a la estructura de pensamiento fundada en la dicotomía del amigo/enemigo sostenida por Carl Schmitt, se ha adaptado y se reproduce en la narrativa de la polarización, especialmente en la narrativa de muchos partidos políticos independientemente de su orientación ideológica.

La lógica de la guerra permea las ideologías, permea a los partidos y los convierten en estructuras autoritarias, entelequias que se ponen al servicio quienes las dirigen, en su gran mayoría hombres de un rango de edad y estatus económico y social determinados.

Deconstruir la política, reconstruir la democracia

Solo basta dar un vistazo al proceso histórico en la constitución de los estados modernos en América Latina, producto de la colonización y la implantación de una sociedad de castas a sangre y fuego, para reconocer cómo estas formas políticas derivadas de la colonia y de lo que posteriormente fue el proceso independentista han sido adaptaciones de una matriz civilizatoria que permanece intacta. En esta matriz civilizatoria las relaciones sociales de producción y reproducción están imbuidas por el orden dominante existente que se funda en la superioridad del hombre sobre la mujer como esquema cultural, político, económico y social. Este orden dominante es transversal a los modelos de desarrollo y a las ideologías porque forma base de lo que algunos sociólogos definen como el ¨antropoceno¨.

¿Es posible que exista una relación entre esta forma en la que se entiende la política y la participación y la creación de ambientes proclives a generar relaciones de poder desiguales y opresivas contra las mujeres?

¿Tiene algún patrón o relación esta forma de ejercicio del poder con la violencia que se evidencia dentro de algunos de estos partidos políticos? ¿Por que se reproduce este machismo estructural independientemente de su ideología, incluso aunque levanten la bandera del feminismo?

La lógica de guerra y el ¨partido de combate¨

Básicamente la noción leninista del partido que abre la puerta a la estructura de los partidos modernos es la reedición de la concepción de la política como ¨la guerra por otros mecanismos¨. La militancia se convierte en eso, en un ejército. En estos ejércitos civiles las estructuras están al servicio de la toma del poder, sea este a través de las elecciones o a través de la vía insurreccional. Por ejemplo, desde mi experiencia, he logrado identificar tres pensamientos claves que fundamentan la narrativa de la mayoría de estos partidos:

  • El líder por encima de todo: un elemento en el que coinciden la mayoría de los partidos políticos independientemente de su ideología es la longevidad y poca renovación de sus secretariados generales o cúpulas de dirección. En ocasiones los secretarios generales (generalmente hombres de cierta edad) se eternizan en los cargos de dirección (Incluso más que algunos dictadores en el poder)

  • Síndrome de los ¨salvadores¨: reproduciendo una lógica fundamentalista de sus ideas (sean estas de izquierda o de derecha) se autoproclaman ¨vanguardia¨ o portadores de una superioridad ética o/y intelectual que debe ser emulada y glorificada. Como ejemplo relevante tenemos a los ¨héroes guerrilleros¨ que practican algunas corrientes de izquierda.

  • Las diferencias se salvan votando o el ¨centralismo democrático¨: trasmutado en la imposición de lo que decida el líder o la dirección, conllevando en la práctica a la exclusión de las disidencias al interior de las estructuras partidarias y cercenando toda posibilidad de integrar nociones alternativas de democracia, participación y organización

Violencia, prestigio y poder

Es notable cómo la política en nuestro país en esta configurada sobre este esquema extremadamente polarizado e influenciado por una cultura caudillista y personalista. Es prominente la injerencia del poder militar y la militarización de la política creando ambientes absolutamente proclives a la exclusión del mundo civil, pero también están caracterizados por ámbitos altamente masculinizados donde no es posible concebir el poder el ejercicio del poder y la relación con el estado sino desde una visión sumamente verticalizada.

En estas instancias se replica como fenómeno común la segregación vertical: las mujeres están en la base del partido, generalmente no acceden a los lugares de mayor responsabilidad. Ejemplo: las mujeres de los partidos políticos ocupan lugares logísticos, son consideradas por su relación con los dirigentes principales o constituyen la minoría de los organismos de dirección.

También ocurre la segregación horizontal: las mujeres están en los bordes, en lugares marginales, tradicionalmente relacionadas a temas que profundizan los roles de género: familia, cuidado, educación, etc...

Sumado a esto los últimos años hemos notado la visibilización que han cobrado las denuncias sobre discriminación, incluso de violencia hacia las mujeres dentro de muchos de ellos, encontrando que independientemente de la ideología o programa político, los partidos se han demostrado como estructuras transversalmente reproductoras de violencia de género.

Sin embargo llama particular atención cómo estos fenómenos de agresiones y abusos de poder se manifiestan en estructuras tan verticales y cerradas como partidos de izquierda fundamentalista, aquellos que son capaces incluso de silenciar a las víctimas.

Resulta imprescindible tomar conciencia de cómo este orden dominante influye en la toma de decisiones y relaciones de poder al interior de los partidos es muy importante a la hora de evaluar cómo, no solo tener métodos más inclusivos y democráticos sino especialmente cuando se quiere trascender el autoritarismo en los espacios de incidencia política/partidista y construir organizaciones políticas seguras para las mujeres y para todos los integrantes, donde todos y todas podamos participar en igualdad y democracia.

Democracia vs Ciudadanía Restringida

La concepción de la ciudadanía desde la antigua Grecia ha inspirado a la idea de la democracia como principio universal, pero también como sistema político predominante en occidente. La ciudadanía entendida como un estatus privilegiado, donde sólo hombres de cierta edad y propietarios constituían ese universo sumamente limitado que se fundamento en el origen de la democracia.

Muchas de las razones de la crisis de los partidos, la representatividad, los liderazgos y la democracia en nuestra región tiene que ver con la noción de la ciudadanía restringida que se impone a la mujer y que se evidencia al momento de negar la posibilidad de decidir sobre qué rol queremos jugar en la sociedad, cuando se impone la maternidad a través de políticas públicas y se institucionaliza la violencia negándonos el aborto como derecho humano.La noción de ciudadanía restringida ha configurado la fundación de nuestras democracias, reproduciendo bajo diferentes justificaciones e ideologías de la desigualdad política y social de las mujeres.

Los feminismos y las alternativas del poder

Las mujeres hemos insistido en nuestras demandas no sólo como un problema de igualdad y justicia social, valores de la democracia liberal, sino en el nombre de una nueva visión de lo político. Las feministas generan redes de solidaridad que fortalecen la sociedad civil y problematizan el rol del estado, la expresión de la jerarquía opresora y violenta que reproduce el machismo.

Esta forma alternativa en que las feministas han desarrollado mecanismos de acción común, han inspirado agendas que transversalizan los programas ideológicos en muchos puntos. Esto lejos de homogeneizar a las feministas les permite reconocerse una diversidad de intereses incluso pudiendo ser adversarias en otros campos.

A pesar de que el contexto venezolano esté notablemente marcado por la ausencia de libertades democráticas, lo cierto es que los partidos políticos se encuentran atravesados por una crisis que pareciera terminal. Ya sea por la sistemática persecución y control del gobierno como por sus propias tensiones internas los partidos se enfrentan al descrédito de la población, evidenciando también lo poco atractivos que resultan especialmente para los segmentos más jóvenes.

Tal vez es hora de trascender los aparatos y romper el silencio. Tal vez es hora de dejar ser un nombre para rellenar un cargo o una figura para ¨embellecer¨ a los que realmente toman las decisiones y tomar las riendas de estas organizaciones nuestras propias manos. ¿Qué estamos esperando? ¡Estamos listas!

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