El principio y el fin del Chavismo

Jueves, 10/10/2019 11:02 AM

En esta etapa crucial para la Patria (recordando que Patria es Humanidad), es necesario volver a la esencia del Chavismo, considerado éste como el más elevado intento revolucionario desde la época de la independencia. Sólo volviendo a las raíces encontraremos la forma de reverdecer el árbol, el bosque. El Chavismo mostró su esencia el 4 de febrero, aquella gesta fue una lección de Revolución. Veamos.

Irrumpir contra lo establecido, romper el hechizo de la democracia burguesa, de las elecciones necrotizantes fue un certero golpe a la espiritualidad de la dominación capitalista y una marca definitiva del Chavismo: es un movimiento antisistema, revolucionario en su esencia. La tanqueta golpeando las puertas de Miraflores es el símbolo que resume la estrategia revolucionaria: la toma del poder para transformar al mundo. Este es el principio del Chavismo, su razón de ser.

Estos falsificadores han transformado al Chavismo en una suerte de AD, de COPEI, en un remozador de la dominación capitalista, vestido con el ropaje del Chavismo originario, apropiándose de su imagen pero vaciándola de su esencia; una falsificación con una retórica incendiaria, y una práctica renovadora de la forma política del capitalismo: la democracia burguesa, las elecciones como opio de los pueblos. El Chavismo en manos del madurimo ha perdido su esencia revolucionaria, se ha desdibujado, su meta es permanecer por permanecer, sus argumentos son el miedo y el chisme de rodapié; sus armas, la represión. Se transformó en su contrario, su futuro es abrir las puertas a la dominación capitalista que ya se muestra como una conquista. La atenuación revolucionaria del Chavismo es su fin. El Chavismo sin revolución es un partido reformista cualquiera, uno más, una farsa.

El Chavismo está en una encrucijada, en los límites de desaparecer, sólo hay una manera de salvar al Chavismo y con él a la esperanza de Venezuela y de la Humanidad: es recuperar su esencia revolucionaria, su esencia antisistema, su disputa del poder político. No hay cabida a ambigüedades, no hay tarea superior. Toda acción, toda teoría debe ser síntesis de esta esencia. La gente, el pueblo, debe entender que los males de hoy se originan en el extravío del camino, en la dejación de la lucha contra el sistema capitalista, y debe entender que la solución está en desalojar del poder a los falsificadores, recuperar la construcción del Socialismo, o si se quiere, del Cristianismo primitivo, o más preciso, como dijo Martí: "con todos por el bien de todos".

Los líderes del Chavismo tienen el deber de dirigir esta batalla contra el olvido. Mostrar su carácter antisistema, desmontar las intenciones de regresar a la cuarta república con la excusa de que allí está la solución, desmontar la falsedad del gobierno de mostrarse como chavista, denunciar que maduro y guaidó son caras de la misma moneda, caimanes del mismo caño.

Ya el paisaje político está claro: este gobierno no es chavista, al contrario, es traidor al Chavismo, ya no hay lugar al engaño, las mentiras no prosperan, el gobierno no tiene justificación a este desastre. Ahora no hay cabida a disfraces, a distracciones. La constituyente fracasó estrepitosamente, sólo sirvió para chamuscar a unos líderes chavistas, para neutralizarlos. Los dirigentes sindicales empezaron su labor de mediatizar las luchas obreras, confinarlas al economicismo, y de esta manera proteger al sistema. Los campos están definidos: Socialismo enfrentado al Capitalismo, no hay lugar a reformismos, a medias tintas.

La responsabilidad política es de todos. Que cada uno ocupe su lugar en esta contienda, que cada uno haga lo que le corresponde de acuerdo a su conciencia y su historia. Todos somos responsables y todos tenemos tareas que cumplir.

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