Respuesta a don Carlos Leañez Aristimuño (USB), por su "Bolívar no, España sí"

Lunes, 14/10/2019 07:48 AM

  1. Llegó a decir Bolívar: "Si alguna vez vimos grande a España fue porque lo hicimos de rodillas…", y de rodillas siguen viéndola algunos, tal como lo hace admirablemente don Carlos Leañez Aristimuño (USB). Usted, don Carlos Leañez Aristimuño (USB), debería saber a estas alturas que España nunca ha sido una Nación soberana y autónoma sino una excrecencia de las monarquías y grandes poderes europeos. Y como sé que a usted le gusta la modernidad, el PROGRESO y eso que llaman DESARROLLO y que en función de eso España le dio España le dio el SER, le diré también que los españoles en general siempre han sido a nivel global los más incapaces para esa misma civilización moderna que a usted le fascina, que más bien desde siempre han sido refractarios a ella. Léase a don Miguel de Unamuno.

  2. "Venezuela nace –dice usted- sobre un error: la secesión temprana y traumática del Reino de España, del cual éramos parte orgánica y nos dio el ser". ¿Acaso no tenían aquí los colonizadores españoles, en esta tierra, 300 años, y aún así carecíamos de escuelas, de universidades, de eso que a usted le encanta: de pensamiento a lo "civilizado". Miren usted don Carlos Leañez Aristimuño (USB): para cuando ya Nicolás Copérnico había demostrado el doble movimiento de los planetas, y Miguel Servet había muerto en la hoguera a causa de sus estudios sobre la circulación de la sangre; cuando Galileo y Kepler anunciaban sus leyes físicas, en el año de 1591, existía en toda Venezuela una sola escuela primaria. Es decir, una escuela después de un siglo de haber llegado los españoles a nuestras costas. Bien vale, pues, que usted, don Carlos Leañez Aristimuño (USB), diga "Bolívar no, España sí".

  3. Es en 1592 cuando se obtiene de la Corte, la creación de un preceptorado de gramática castellana y un permiso real para fundar un seminario. El edificio donde habría de funcionar este seminario se concluyó en 1664. Es decir, que esperó el rey a que murieran Descartes y Blas Pascal para que el seminario iniciara sus labores. Así, don Carlos Leañez Aristimuño (USB), pues que "Bolívar no, España sí".

  4. En 1697 se solicitó de Venezuela, una licencia para establecer una universidad en la capital, y fue negada el 30 de diciembre de ese mismo año, y vuelta a negar el 14 de enero de 1700. En 1791, el rey se apiadó de nosotros y decidió conceder la licencia. Esperó a que se murieran Isaac Newton y Leibniz. Pero lo que pasaba en Venezuela era reflejo del retraso y la molicie que ahogaba a España. Desde la muerte de Felipe II, en 1598, hasta el advenimiento de Carlos III en 1759, una sucesión de monarcas enfermos habían dominado la escena política del gobierno español. El oro que llegaba de América se derrochaba en lujo y regalos que iban -a falta de valor- por las Cortes de Europa (haciendo el papel de meretriz loca que con sus encantos pretendía conquistar favores y disimular la espantosa decadencia que la consumía). La agricultura y la industria comenzaron a ser abandonadas; la deuda pública era excesiva; el estado hipotecado y en ruinas, y la administración en caos y corrupción. Lo que se roban y extraen del Perú, Chile, México y otras colonias no satisface la inmensa capacidad de derroche que ha ido adquiriendo el gobierno, y el pueblo empieza a sufrir esa miseria memorable de que hablan las crónicas y que hizo del tipo español el arquetipo del mendigo, sucio, hediondo a ajos y cebollas. Para completar este cuadro, los hidalgos siguen con la manía de no ensuciarse las manos con trabajos mecánicos, considerando que tales oficios degradan sus títulos de nobleza. Las profesiones que prosperaban son, la militar, la religiosa, la abogacía, todas bajo la maternal protección del Santo Oficio. Pues, don Carlos Leañez Aristimuño (USB), "Bolívar no, España sí".

  5. Para finales del siglo XVII, el imperio que había conquistado a Europa y había sido señor de los mares, olvidó cómo construir barcos y tiene que comprarlos a los ingleses, y servirse de marinos mercenarios; es cuando los extranjeros entran a dirigir las cuestiones primordiales del gobierno; alemanes, italianos, holandeses e irlandeses representan al pequeño barco pirata que dirige la ciencia, las leyes, la diplomacia y el comercio. ¡Cómo puede usted, don Carlos Leañez Aristimuño (USB), decir que España no dio el ser! El ser, poco o nada que tengamos, lo hemos conquistado a través de una lucha muy larga, puedo decir que apenas está comenzando. No es de vivir de rodillas ni con la silicona de los gringos como se hace el ser de una Nación, y en América Latina Venezuela lo está conquistado a pulso. Sepa, señor profesor universitario de la Universidad Simón Bolívar, que todavía a mediados del reinado de Fernando VI, alrededor de 1750, las universidades españolas carecían de cátedras sobre derecho público, de física experimental, de anatomía y de botánica. La única explicación histórica que siempre se le ha dado a la tardanza del gobierno español para aprobar el funcionamiento de las escuelas y seminarios en Venezuela ha sido que las vacantes episcopales fueron muy largas, y al hecho de hallarse la Silla en la ciudad de Coro y los obispos de asiento, en Caracas. Pues repita usted una y mil veces "BOLÍVAR NO, ESPAÑA SÍ".

  6. Pero bueno, según don Carlos Leañez (USB), cuando Colón llegó a estas tierras aquí nadie ERA, los habitantes no existían, los que se desplazaban en "dos patas", con guayucos y penachos no eran seres humanos en su concepto de civilización. Eran para don Carlos Leañez unos aborígenes tan atrasado que jamás pegaban ni gritaban a los niños y cada niño en aquellas tribus era considerado hijo de todos los adultos. Le parece cursi y ridículo a don Carlos Leañez que pegar a un niño significara en el concepto de nuestros indios, dañarles el espíritu. Añadamos que los indígenas de nuestros pueblos, que se han salvado de las bestias del desarrollo se encuentran tal como los vieron los europeos: sin pretensiones de "adelanto", sin historia (porque nunca la han tenido, ni falta que les hace), sin pestilencia por doquier; sin desperdicios humanos y venenosos materiales; sin el consabido sabor del recelo, de la extrañeza moral y del autoaniquilamiento (por vía del maquiavelismo "político") por la diabólica vanidad de saber para destruir, dominar y engañar. Cuanto sistema político ha experimentado los liberales y capitalistas, en lugar de acercar a los pueblos, los ha enfermado de miserables racionalismos, por tanto que no se ha procurado una rectificación a la maldad, y cada vez se afinan las confrontaciones y se empeoran las condiciones climáticas del planeta. Para eso nosotros no nos interesó nunca el SER español. Don Carlos Leañez, y está muy bien que para usted valga "Bolívar NO, España SÍ".

  7. Así y todo, algunos "sabios" tuvieron la ocurrencia de celebrar en 1992 un holocausto, que sufrieron millones de seres inocentes; los emblemas porcinos del abuso, de la idiotez, del crimen, de la injusticia, del despojo y el sadismo.

  8. A los que España en Venezuela les dio el ser del tipo que usted posee, créense por ello superiores, indudablemente en función del llamado PENSAMIENTO DOMINANTE, inoculado a sangre y fuego por grandes asesinos y porqueros como Francisco Pizarro, empaladores y aperreadores de indios. En su concepto, don Carlos Leañez (USB) NOSOTROS "no existíamos como pueblo antes de la llegada de los españoles. Quienes habitaban estas tierras no éramos nosotros, eran simplemente sus primeros pobladores. Para que el nosotros se constituyese debía darse el encuentro entre sus dos elementos fundamentales: las muy diferentes -amén de enemigas- tribus indígenas y los españoles. Una vez dado el encuentro comenzó el nosotros, la vertiginosa forja de un pueblo nuevo: los descendientes de factores muy distintos juntan sangres y costumbres. Lo indígena pervive, mas ya no en un plano preponderante. El catolicismo y la lengua española -con sus maneras y acentos particulares en cada lugar- se vuelven los códigos primeros de organización de la existencia de cada quien: ha nacido un pueblo nuevo cuyas coordenadas esenciales remiten a España. Bolívar lo admite: "Un comercio de intereses, de luces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España".

  9. Me permito responderle muy someramente, don Carlos Leañez (USB): Como el bochorno que sigue a una larga pesadilla, NOSOTROS viendo esos antepasados de los cuales usted se siente orgulloso no encontramos otra cosa que una inmensa ORFANDAD. Orfandad de luz, de amor, producto de la pavorosa masacre que aquí se desató en nombre de la EVANGELIZACIÓN. ENTRE eso que llegaron a "salvar" nuestras almas; orfandad de sueños propios por siglos: destrozando la cultura y la tradición de los grupos aborígenes que aquí existían. Usted habla que hubo un "encuentro". Encuentro, como quien ve un objeto precioso en el camino, se detiene, lo palpa y, feliz de su suerte, exclama: "Es mío"; pero alza la mirada y afirma que hasta donde ven sus ojos y aún más allá también le pertenece. El resultado de un "encuentro" que nos dejó endeudados, sometidos, como seres mutilados y desamparados que a donde se dirijan van sin rumbo, eternamente desorientados; es decir, nosotros necesitábamos encontrar nuestro propio SER y ese no nos podía venir del dominio de los españoles; vivíamos fugitivos de NOSOTROS mismos, aplastados la historia y el dominio de occidente y tenía que aparecer un Simón Bolívar que nos sacara de ese marasmo.

  10. Ahora la misma tierra que vieron aquellos invasores está allí, y sigue sin pertenecernos. Cuánto aún nos cuesta hacerla y sentirla como si fuese realmente de nosotros. Ciertamente los godos se las traspasaron a los gringos y éstos piensan que deben ser suyas para siempre: sus recursos, sus tesoros, y aquellos invasores españoles que hasta el alma nos habían arrancado, porque hicieron de nosotros unos zombis, esperaban que NOSOTROS aceptásemos resignados y para siempre nuestras servidumbres: eso en función del SER que don Carlos Leañez (USB) dice nos dieron los iberos. El mayor crimen después del "descubrimiento" fue despojarnos del derecho a tener criterios propios, a ser soberanos, a tener dignidad, a vivir con independencia. Nos hemos pasado la vida tratando de amar y de sentir como ese hombre modelo que nunca ha estado en nosotros, y que nos han querido inocular a sangre y fuego. ¡Y cuántos siglos hemos vivido desgarrándonos en esa lucha!

  11. Si la situación de estas tierras de América Latina mostrara un aspecto que no fuera al que nos hemos acostumbrado a ver: insólitas injusticias por doquier, deudas espantosas producto de la corrupción inoculada por gringos y europeos; guerras intestinas que llevan más de un siglo, hambruna, fosas comunes y masacres a granel, quizás la figura del fulano Cristóbal Colón apareciera con algún valor humano en los anales de las grandes exploraciones, sin el ribete de tipo moral que en virtud de los desmanes que nos destrozan y atormentan hemos dado por asociar a su persona, pero que fue tal la fuerza de destrucción y maldad, el concepto de posesión que nos trajo el referido "descubrimiento" anidada en el corazón pirata y criminal de los europeos, que nada hubiera podido hacerse para variar el rumbo de esta catástrofe humana. No olvidemos nunca que el rey imbécil Juan Carlos de Borbón (gran asesino de elefantes, cosa que le encanta a don Carlos Leañez y va en su línea de pensamiento), cuando asistió a los actos del Bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar en Caracas, en sus palabras se negó a llamarlo Libertador; lo catalogó simplemente de GENERAL de los ejércitos de Venezuela. Posteriormente, unida España a los poderosos de la tierra, sus intereses deben marchar al unísono de lo que le dicte el señor Don Dinero, el imperio norteamericano.

  12. Don Carlos Leañez, mire usted: hemos ido con el SER suyo, con cuántas servidumbres a cuesta, llevados por muletas que tomamos de la basura, esas que a la vez van dejando los países "adelantados". Se nos dejó mucho tiempo en el regazo de una puta como España, que Bolívar conoció muy de cerca, cuando la reina María Luisa tenía montado un fabuloso burdel en su palacio. Esa España que le dio SER a usted, tenía un rey llamado Carlos IV que estaba perdidamente enamorado y en brazos del Príncipe de la Paz, don Manuel Godoy. Entonces, en nuestra desolación, buscamos explicaciones que nos sacaran del túnel, y al recorrer detenidamente la fuente de nuestros orígenes, no hacemos sino ver en cada uno de aquellos conquistadores, los artífices, los creadores de una obra que nos mutila, una maldición que nos inutiliza, el destino insoportable que Bolívar vio con toda claridad poco antes de morir: "En América la vida es un tormento" por culpa de toda esa MIERDA que España nos impuso a sangre y fuego...

  13. La existencia debe llevar implícita alguna forma digna de comunicación y de entendimiento con el entorno, con los seres que nos rodean; algún orden que haga la vida comprensiva y armoniosa. Para concebir seres mutilados, locos, ensombrecidos por la vanidad de querer ser algo ajeno a sus tradiciones, como usted quiere señor Carlos Leañez (USB). La historia nuestra ha sido escrita en gran parte por venezolanos que han puesto por delante sus especiosos prejuicios de hombres "civilizados" (a lo occidental). No comprendieron a Bolívar ni la gesta independentista, y les ha parecido horrible que neguemos con desprecio y con repugnancia a esa bestia española que nos engendró, cuando el mismo Libertador exclamó: "Tres siglos gimió la América bajo esta tiranía, la más dura que ha afligido la especie humana... El español feroz, vomitando sobre las costas de Colombia, para convertir la porción más bella de la naturaleza en un vasto y odioso imperio de crueldad y rapiña... Señaló su entrada en el Nuevo Mundo con la muerte y la desolación: hizo desaparecer de la tierra su casta primitiva, y cuando su saña rabiosa no halló más seres que destruir, se volvió contra los propios hijos que tenía en el suelo que había usurpado".

  14. Los conquistadores, los primeros europeos que vinieron a las Indias Occidentales, no se hicieron fieros ni menos escrupulosos en sus acciones, ni más pendencieros o brutales debido a que las condiciones morales y humanas que encontraron en estas tierras fuesen propicias para los desafueros. Esa es la falacia más estúpida que ciertos historiadores han repetido, sin meditar, pues que el conquistador traía una formación o deformación moral deplorable. El español había sido dominado por antiguas civilizaciones, duchas en el arte de los más refinados crímenes y perversiones. Tenía un sentido enfermizo del capital. Vino principalmente a buscar oro y a enriquecerse rápidamente, y ya sabemos las funestas consecuencias de estas aventuras, donde predominan el recelo, la malevolencia, la traición, el cinismo más cruel y la fuerza bruta más sanguinaria; ¿qué respeto podía tener esta gente por el derecho de los demás? La propia España estaba dividida en sectores irreconciliables, no tenía ella orden alguno en sus dominios de ultramar, ¿cómo podía esperar conseguirlo con gente aventurera, presidiarios, mercenarios y bárbaros en territorios donde la ley no era escuchada, obedecida? Además, qué podía esperarse de gente tan fanática y absurda, que hacía la guerra sin saber por qué, y cuya odisea de contradicciones y nefastas políticas pueden ser resumidas en estas palabras del duque de Alba:

Mucho más vale conservar por medio de la guerra

para Dios y para el rey un reino

empobrecido y hasta arruinado,

que sin ella mantenerlo íntegro para

el demonio y para los herejes, sus satélites.

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