Los pueblos avisan

Domingo, 27/10/2019 08:10 AM

A propósito de los recientes estallidos sociales en Ecuador y Chile, en el primer caso contra el intento de imponer un paquete neoliberal y en el segundo como consecuencia de la exclusión estructural que ha causado la aplicación sistemática y continuada de esas políticas neoliberales a lo largo de cuatro décadas, las elites dominantes, los medios y hasta muchos académicos se preguntan: "¿Cómo ocurrió?, si el día anterior nada indicaba que una explosión popular pudiera suceder". "¿Cómo es que no nos dimos cuenta?", se excusan los dirigentes políticos.

Al respecto, considero que las rebeliones sociales no son sorpresivas, son absolutamente previsibles, bajo el principio de tales acciones tales consecuencias, y además los pueblos avisan.

La aplicación de modelos de exclusión política, económica, social y cultural; las profundas brechas de desigualdad social; la impudicia en el ejercicio del poder y en el disfrute de las riquezas, la mayoría mal habidas, por parte de las élites políticas y empresariales; el control social a través de la alienación, el clientelismo y la represión policial y la impunidad de los que tienen poder son los ingredientes principales para un hervidero social. El que siembra vientos, cosecha tempestades, reza el dicho de los pueblos sabios y libres.

Los pueblos van avisando, mandan señales que arriba nadie oye, ni ve, o simplemente ignoran. Veamos algunos de esos avisos que los pueblos envían a las cúpulas dirigentes, a lo largos de años, a veces de décadas:

  1. Abstención electoral creciente en los procesos de consulta popular para la elección de las autoridades, lo que expresa que el grueso de la población ha dejado de legitimar el sistema político. No se siente expresado, ni representando por nadie.

  2. Desafiliación de las organizaciones públicas, políticas y sociales. Partidos, gremios, sindicatos, organizaciones sociales, de cualquier signo ideológico, se van vaciando de pueblo, hasta quedar convertidas en cascarones vacíos u ocupadas por un pequeño grupo de "irreductibles" que asumen, equivocadamente, que representan a la mayoría.

  3. Aparente pasividad, la gente deja de protestar, de demandar ante las autoridades no porque estén felices, sino porque saben que no obtendrán de estas ninguna respuesta o solución. El calvario va por dentro.

  4. Anomia social expresada a través de la resolución ilegal de los problemas; recurrentes episodios de violencia social, pequeños, en distintas partes, en tiempos diferentes; incremento de la criminalidad, pérdida de mediación de las dirigencias políticas y sociales y la relación Estado-Sociedad queda reducida a una interlocución represiva con la policía.

  5. El comentario popular en las calles, en las reuniones familiares, en las actividades recreativas, deportivas, entre otras, hecho en tercera persona: "Más temprano que tarde, aquí va a pasar algo, la gente se va a cansar". El pueblo, siempre sabe lo que va hacer y lo anuncia.

Como bien decía el Presidente mártir Salvador Allende, en su última alocución, aquel fatídico 11 de septiembre de 1973, en Chile: "Los procesos sociales no se detienen…" La rebelión de los pueblos contra la exclusión y en la búsqueda de un modelo donde puedan vivir bien, con justicia, con igualdad con dignidad podrá ser dilatada, contenida pero al final, si no hay rectificaciones profundas y sinceras en el plano ético, político, económico, social y cultural, éstos se van a manifestar ejerciendo el supremo derecho humano a la rebelión.

Decía el General Ezequiel Zamora: "Hay que escuchar al pueblo, siempre escuchar al pueblo"; nos los recordaba el Comandante Chávez, en la alocución del 8 de diciembre de 2012: "Escuchando al pueblo, siempre escuchando al pueblo". Escuchemos siempre, rectifiquemos a tiempo y avancemos con nuestro pueblo en la recuperación y consolidación de un modo de vida humanamente gratificante.

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