Quien salta puede caer, pero también es posible que vuele. Es el momento de saltar.
Lauren Oliver.
No se si lo llegaré a ver en un futuro cercano o lejano, cuando se rebobine la historia sobre esta fallida revolución bolivariana, catastrófica, inhumana, y delirante que prometió ser una esperanza y terminó convertida en una peste social y económica, en ese futuro imaginario la generación que tome las riendas tendrá que reconstruir con regachos la tragedia de Venezuela en estos 19 años del siglo XXI, y descifrar las claves para entender por qué los venezolanos se dejaron endrogar o adormecer durante dos décadas, y no reaccionar para superar el caos , y reconstruir el país.
Hoy vivir en Venezuela es tan desesperante por lo de la economía demolida, y la destrucción sistemática de su riqueza, y del aparato productivo, terminarán siendo lo mas urgente de reconstruir. Temas como el desabastecimiento de los centros de salud y educativos serán el peor de los recuerdos, pero esta vez sin los petrodólares para su reconstrucción que fueron pulverizados por la corrupción.
Lo más duro por reconstruir será la institucionalidad destruida del país, debido a esa hipertrofia del Estado que fue convertido en la medida justa de una copia del modelo cubano para controlarlo todo, desmoronando el país. Así, se liquidaron los conceptos mínimos de los contrapesos de la separación de poderes en un Estado de Derecho, como lo ordena la CRBV.
El solo daño a PDVSA, el más grande, en cuya recuperación se le va a ir a Venezuela todo lo que resta del siglo XXI, y la erradicación del odio como instrumento de control social, con políticas excluyentes, cotidianas para poder mandar, una lucha de clases maniquea hasta el extremo terminal; dividió la sociedad entre colonos ricos árabes, chinos, y pobres ciudadanos venezolanos convertidos en pedigüeños, sin posibilidad alguna de calidad de vida. Invitando la revolución a que se larguen del país los que no están conformes con esta tragedia social: incluyendo en esa larga lista a los escuálidos, los pitiyanquis, disidentes etc. El odio que se respira hoy en el cielo patrio a escasos días de unas negras navidades es de terror, y aterrador, con un componente muy vigoroso para un año 2020 lleno de nuevos enfrentamientos, en las que se pronostica mucha violencia.
A pesar de pequeños gestos, como la libertad bajo régimen de presentación de un reducido grupo de presos políticos, los nuevos opositores cooptados para dialogar, no saben o se hacen los wilis. Que esta gente no piensa entregar el poder ni por las buenas, ni por las malas; no puede, porque es una estrategia ordenada desde la Habana una "revolución castro comunista", no puede quedar expuesta con sus altos mandos de ir a la cárcel. Y que el mundo se entere cómo se destruyó una nación; cómo se manejó indebidamente el erario público, y el petróleo para mantener a flote a Cuba, comprar lealtades en las islitas del Caribe, y privilegiar a los nuevos ricos de la "boliburguesía".
Lo que viene por delante sino hay una fuerte unidad opositora es violencia, sino surgen lideres fuertes que eviten, un revanchismo feroz, y la alternativa de la resistencia armada.
Venezuela es hoy a causa del hambre, una tierra fértil para una guerra civil. El panorama es tan oscuro, de no haber la alternabilidad del poder, que logren atenuar los latigazos violentos, ya que el país no puede quedar en manos de las mismas oligarquías viejas, y las nuevas con los colonos árabes y chinos incluidos; cuya corrupción, su carácter excluyente, y sus proyectos privados por encima de las mayorías nacionales, terminaron pariendo al monstruo de la hiperinflación, corrupción y especulación.