Los fusibles y la noria

Martes, 29/10/2019 09:51 AM

Quizá desde los días de la caverna vienen los sistemas de dominación, aquellos en los cuales un segmento de la sociedad se impone al resto medrando de su trabajo, de la riqueza que a todos pertenece. La noria de la dominación se mueve, pero siempre es la misma; el agua cambia, pero siempre es agua. Las formas de dominación se han perfeccionado a través de los milenios, cada vez más se alejan del uso de la fuerza y se apoyan en la manipulación de las almas. Hoy encontramos un tejido de dominación que engaña a los más astutos, enceguece a las masas hasta el punto de hacerlas elegir a sus verdugos y, contentas, pensar que derrotaron a sus enemigos.

Encontramos una trampa, muy elaborada, eficaz: "la democracia burguesa". Ésta que hace creer a las masas que se escoge un gobernante y que el gobernante cumplirá el precepto original de la democracia como "gobierno del pueblo para el pueblo", que representa a la mayoría expresada libremente en las votaciones. Se basa en el principio de que la mayoría siempre tiene la razón.

Estas elecciones son periódicas, la alternabilidad es la clave de todo el sistema. Cuando se agota un gobernante es sustituido, la tensión social nunca apunta al sistema, sólo al gobernante que funciona como un fusible, una válvula de seguridad. Y cuando la tensión llega a grados peligrosos, adelantar el torneo electoral funciona como un sedante social.

En el continente, el desagrado popular se sale de cauces, la democracia burguesa hace agua, ha perdido credibilidad. Ahora se aplican los correctivos previstos: macri sale y entra de nuevo el peronismo remozador del sistema; piñera en Chile tiene problemas, unas elecciones sustituirán a ese fusible; lenin moreno se desgastó, ya están pidiendo elecciones para elegir otro fusible; a Evo le exigen ir a otras elecciones, lo consideran fusible quemado. Y si las elecciones fallan, siempre se podrá apelar a las dictaduras que llevan en su interior la unidad de los pendejos que lucharán para instaurar de nuevo a la democracia burguesa.

Este tejido tramposo engaña hasta a los más avispados, los pone a luchar en el bando capitalista. Funciona como una camisa de fuerza. Hay terror de ser minoría, se busca con desespero ser mayoría en las encuestas, se hace política de acuerdo a lo que las encuestas dictaminan, se pierde la iniciativa, la capacidad de riesgo, es difícil salirse del circo burgués. Todo esto viene aderezado por los poderosos medios de comunicación que erigen dirigentes de un día para otro, que derrumban reputaciones en unas horas, que deciden legalidades, elecciones, son jueces y guillotina moral.

La tentación de quedar atrapado en el juego es muy grande, participar en ese circo tiene sus beneficios: ser aceptado, la seguridad que proporciona ser parte del sistema, aun siendo adversario del gobierno de turno, la posibilidad de medrar la riqueza social aun siendo oposición.

La primera epifanía del revolucionario es el descubrimiento del artificio espiritual de la dominación y proceder a la batalla por sustituirlo. Entender que sus acciones no son actos aislados sino que forman parte del nuevo sistema revolucionario que se quiere instalar, lo que hoy se haga debe ser prefiguración de la nueva sociedad. El revolucionario debe estar fusionado, sin dudas, con la forma y el fondo de la voluntad de cambio, sólo así podrá romper el juego de la dominación.

Atreverse a emprender la aventura revolucionaria es un asunto de vida o muerte para el país y para el planeta, sólo en esa aventura tendrá sentido la política.

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