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Piñera, Bolsonaro y Lenin adversan las estrategias de lucha y desconocen su realidad territorial

Jueves, 31/10/2019 02:20 AM

Lo ocurrido esta semana en América del Sur pasará a la historia como uno de esos momentos duros, donde el pueblo ha debido sufrir el embate del poder militar de una manera que pensábamos ya superada. Pretexto para ello ha sido el que en medio de las manifestaciones se han infiltrado bandas a sueldo, con la consigna de perpetrar destrozos, saqueos, generando violencia y desmanes. Lo hicieron y ello generó un brote de delincuencia común; donde reina el caos y la pobreza, lastimosamente siempre aflora. Los ciudadanos comunes han sentido temor de transitar por cualquier calle de algún país del Sur.

Según algunas personas de gobierno. estas bandas de azuzadores y malhechores, en el Ecuador, son pagadas por una diversidad seccionales que pertenecen al movimiento político de Correa. Algo, por demás falso, porque el pueblo ecuatoriano viene siendo hostigado por las fuerzas militares y policiales de Lenin Moreno Ello constituye un grave delito. Esperamos que se investigue y se dé con el paradero de quienes causaron destrozos y de los que los contrataron y orquestaron esta canallada, que no hace sino reiterar lo sabido, que durante una buena temporada somos gobernados por inescrupulosos que no respetan ni al pueblo ni a la propiedad pública o privada. Y ahora quieren pescar el poder a río revuelto. En América Latina estamos constantemente sujetos a destabilización por el Fondo Monetario Internacional- FMI- y las botas militares del neonazismo.

La actitud de Sebastián Piñera en Chile, Moreno en Ecuador y Iván Duque en Colombia revelan una continuada violación de los Derechos Humanos de personas que manifiestan su opinión de una manera pacífica. Otra vez, creíamos superados esos tiempos, pero evidentemente no.

No hemos aprendido. ¿Cuándo vamos a entender que todos nacimos seres humanos y luego llegaron las ideologías, las religiones, las tendencias políticas, para separarnos? ¿Cuándo vamos a ser capaces de mirarnos a nosotros mismos en los ojos del otro, a encontrar también las coincidencias; a olvidarnos de izquierdas y derechas, ¿de dioses y de mártires? ¿Qué hace falta para que pensemos que al que le estamos dando el toletazo podría ser nuestro hijo, o a quien le estamos lanzando la piedra podría ser nuestro padre?

La economía ecuatoriana está en crisis desde 2016, cuando aún gobernaba Rafael Correa. En el periodo final de la presidencia de Correa se produjo la caída de los precios de los ‘commodities’ y el desplome del crudo ecuatoriano de 100 a 22 dólares el barril. A esos golpes se sumó el terremoto de abril de 2016, dejando un saldo de 600 muertos y una contracción económica de -0.7% del PIB.

Lenin Moreno heredó de Correa un aumento de la deuda pública de 10.000 millones de dólares en 2009 a más de 43 000 millones a principios de 2017. De manera que tanto la desaceleración económica como el endeudamiento del Ecuador no son atribuibles al gobierno de Moreno, de acuerdo con las propias estadísticas oficiales publicadas por la administración de Correa.

Lo que sí cae dentro de la total responsabilidad de Moreno es la solución diseñada para enfrentar la crisis y el manejo, claramente autoritario, de la inevitable reacción social al ajuste. Luego del desastre del neoliberalismo de los años 90, que hizo colapsar la gobernabilidad en casi todos los países de la región, no se pueden aplicar ese tipo de ajustes sin una estrategia política adecuada, que asegure el consenso.

Moreno ha procedido a préstamos del FMI, seguidos de alza de impuestos y precios de combustible, sin iniciativas apropiadas de mediación y compensación. Especialmente, con las comunidades indígenas, que tuvieron una relación tan conflictiva con Correa. La tesis de que el correísmo está detrás de las protestas contra Moreno, quiere borrar la larga historia de desencuentros entre el indigenismo y el desarrollismo durante la Revolución Ciudadana.


Moreno, que fue vicepresidente de Correa, conoce esa historia, por lo que su falta de tacto en la aplicación del ajuste se hace más evidente. Una vez desatada la explosión social, el comportamiento del gobierno ha sido claramente autoritario. El presidente se ha escudado en el ejército y ha criminalizado las protestas, recurriendo al mismo expediente del "golpe de Estado", cuando lo recomendable es una negociación multisectorial, con los movimientos sociales y la oposición política, que preserve la gobernabilidad.

El filósofo francés Guy Debord se refirió al tipo de vida que mundialmente estamos viviendo como "la sociedad del espectáculo". Aunque no es algo nuevo, pues los seres humanos siempre han buscado una existencia de emociones fáciles, que le permitan avanzar "sin problemas" por la vida (los romanos hablaban de dar a la masa pan y circo para entretenerla de los asuntos serios).


La globalización de las comunicaciones y la influencia del mercado fácil para crear necesidades ficticias han estimulado en mucho el surgimiento de este tipo de sociedad. En ella los valores y la vida esencial no son tan importantes como las banalidades que llenan a muchas personas de ciertas sensaciones placenteras y de una emotividad superficial e intrascendente. Ahora este elemento de lo espectacular ha subido hasta la silla presidencial y se vuelve forma de hacer política.

Los daños son reversibles, América Latina busca estabilizarse y el pueblo desea participar en el gobierno, donde, como es el caso de Venezuela, la mayoría son militares y en el pasado han aplicado represión contra el pueblo y las edificaciones patrimoniales y espacios públicos vienen siendo rehabilitadas luego de las famosas guarimbas.

Los manifestantes quemaron en las zonas urbanas mucho combustible, llantas. Ese humo afecto fachadas y contamino maderas finas de los templos y viviendas. De los muertos, ni hablar.

En Sudamérica, nos abocamos al Estado de Derecho, el orden institucional y la pronta normalización de la vida económica, política y social de todas las Repúblicas, debemos lograr una salida a la crisis por las vías institucionales.

En Chile, todo esta claro, Sebastián Piñera debe renunciar y no darle tregua porque es el principal activador de las protestas y no quiere un dialogo directo con el pueblo, solamente se dedica echarles a los manifestantes gas lacrimógeno, pimienta y los carabineros tienen la orden de disparar directamente.

Los indígenas, hasta de Brasil, vuelven a retomar las calles por justicia y equidad en los gobernantes, más allá del dialogo.

Cientos de llantas siguen ardiendo. Todos hemos respirado en los últimos diez- 10- años humo negro, la única exigencia es conseguir alimentos que cubran la cesta básica, una vida digna y que los presidentes cumplan con su rol de legislar.

Siempre que se dan movimientos masivos de carácter social, de entre los que participan por convicción, necesidad de justicia, derecho a la protesta, surgen pequeños grupos feroces, que causan daños a los bienes públicos y privados, que se ensañan con algunos de ellos, los pintarrajean, manchan, destruyen, incendian, al tiempo que generan caos. Estos grupos han sido, son y serán los integrados por ese tipo de personas desadaptadas a las que se denomina vándalos, parásitos y zánganos que solo buscan la protección del gobierno.

¿Qué es un vándalo, tan peligroso, tan agresivo, tan atacado por la mayoría de la gente? A mi modo de ver, nada más que un desadaptado. Esa falta de acoplamiento al medio ocurre tempranamente, cuando el niño rechaza las formas de vida de su familia y se va convirtiendo, poco a poco, en una pequeña plaga. Luego, es como Calvin, el personaje del comic de Bill Waterson, que sueña con incendiar la escuela, con tal de no cumplir con sus mínimas obligaciones.
En el colegio vive de la resistencia a sus profesores y de enfrentamientos con sus compañeros -algunos de los cuales terminan por compartir su actitud, formando grupos que rompen con los principios de orden, disciplina, deberes, respeto, en busca de una supuesta y anárquica libertad.
Las agresiones son tempranas y disimuladas, los vándalos nunca dan la cara, en el golpe, el pinchazo, la destrucción de materiales didácticos de la institución o de sus condiscípulos. Y conservan esa tendencia a lo largo del tiempo. Por eso cuando se infiltran en manifestaciones de masas, y lanzan piedras y otros proyectiles, queman autos, cajeros automáticos, rompen parabrisas o participan en saqueos, con auténticos delincuentes, siempre están como enmascarados, con el rostro envuelto en una camiseta o alguna otra prenda, y no precisamente por temor a los gases, si no a mostrarse ante el mundo. Para mí, esta es la triste historia de los vándalos, su desadaptación histórica, humana, familiar, social… ¡Quién sabe, quizás carencia de afectos verdaderos!

La izquierda latina, debe hacerse una revisión muy pormenorizada y acordarse del Che, quien fue muy preciso acerca del Sur.

Al final de todo esto, no dio resultado la estrategia de los medios de comunicación nacional públicos y privados por invisibilizar la protesta social y la desmedida represión de policías y militares. La resistencia, las marchas, fueron inmensas, multitudinarias, quizá las más grandes en la historia republicana. Tanto en Chile como Ecuador. En cada urbe de los países del Sur y no solo de las nacionalidades indígenas, sino también campesinos, estudiantes, trabajadores, población mayoritaria, que se sienten afectados con el incremento de combustibles y alimentos impuesto por militares, bachaqueros y, el FMI que ya generó el encarecimiento de los alimentos y que llevará a mayor pobreza y desolación a nuestras comunidades¡ Y es que los indígenas en las movilizaciones han sido ejemplo de dignidad, valentía, coraje y humildad para los "mestizos" y "blancos" del Ecuador, Chile, Argentina, América y el mundo y nos están dando cátedra de política, de organización, disciplina y ética. Ellos cuidan con pasión: el agua, la naturaleza el páramo, lo han abandonado por poco tiempo…

* Escrito por Emiro Vera Suárez, Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajo en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

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