La "mala conciencia" de la pequeña burguesía es peor que el cinismo burgués, o la hipocresía burguesa. La pequeñaburguesía es aspirante, diría Reich, tiene la mirada puesta hacia lo alto, así lleve un hueco en la suela del zapato y los interiores rotos. Infecta la mente tanto del obrero como del administrador de una gran empresa; al capataz, a una maestra, es ubicua respecto a las clases medias y bajas, e incluso hacia afuera, en el lumpen. Se trata de una conciencia gregaria que se distingue por pretender ser "distinguida", así parezca un disparate decirlo; de hecho es una conciencia contradictoria, ella es un disparate.
Esa mala conciencia hizo que la gente se beneficiara de los avances económicos de Evo Morales y aun así abominara del indio obrero y lo despreciara, como si muchos de esos aspirantes fueran realmente "blancos". En Santa Cruz se pudo ver jóvenes con caras de tótem llamando indio a Evo, lo que hace de esa conciencia "piche" una verdadera extravagancia moral. Aquí en Venezuela se ve a cada rato personas raídas de pobreza maldiciendo de Chávez, siendo que gracias a él pudieron hace diez años comprarse esa pinta que ahora ostentan desteñida y remendada: es la pequeña burguesía aspirante que se niega a renunciar al ascenso social, a la distinción, al sueño principesco de poder, o por lo menos a arrimarse un poquito más hacia él.
Por su puesto, ese impulso irracional que mueve a la sociedad pequeñoburguesa se desplaza desde el obrero hasta casi el último estrato: siempre que haya alguien por encima habrá un pequeño burgués aspirando a lo más alto, y en lo más alto está el Rey, todo lo sabemos, con sus infantas y meninas a su lado. ¡Bien! ¡Esa "mala conciencia" es lo primero que hay que demoler en una revolución socialista, porque es ella la fuente moral de toda pobreza material y espiritual!
Lo que para la sociedad capitalista burguesa resulta el estímulo del desarrollo humano – la competencia, la lucha del individuo por lograr el "éxito" en la sociedad, o sea, llegar a las grandes ligas del poder burgués, ostentando del lujo de tener en posesión muchas almas explotadas trabajando para uno –, resulta miserable para la sociedad en su conjunto, se traduce en pobreza sobre todo moral y mental para las mayorías domeñadas, que pierden capacidad de reacción, rebeldía, voluntad para luchar como clase social etc.
En nuestro caso, que somos socialistas, se trata de que la mala conciencia pequeñoburguesa trunca la posibilidad de los más pobres y necesitados, campesinos, obreros, capas medias empobrecidas etc., de tener "conciencia de clase", tal y como el burgués la tiene de la suya. El pequeñoburgués carece de "conciencia de clase" pues su realidad espiritual es una amalgama de distintos estratos sociales luchando por alcanzar el último peldaño de la sociedad burguesa, la pequeña burguesía es una grey donde cada individuo se mueve como un efluvio en busca del único hueco en el embudo social.
Sin "conciencia de clase" no hay revolución socialista, pero tampoco "ciudadana", "pluriracial", "sandinista", "bolivariana". Solo esa conciencia política puede impedir que una sociedad medianamente reivindicada por estas "revoluciones" termine besando el látigo de sus patronos, gritando "Vivan las cadenas", como en aquel cuadro de Goya.
El caso es que no se trata nada más del socialismo, ¡allá aquellos que se avergüenzan de serlo!, es todo cambio social que mejore las condiciones de vida de la sociedad el que debe ser revertido y convertido en ventajas para los propietarios, "recuperado" como esclavitud obediente para todos los miembros de la sociedad capitalista. A despecho de estas "revoluciones avergonzadas" del socialismo, si no demolemos al capitalismo y a la sociedad burguesa, si no lo sometemos, si no los matamos en la conciencia y en nuestras mentes, siempre renacerá de nuestras propias entrañas, siempre vamos a querer envenenar o quemar a nuestros libertadores o salvadores, así sean demagogos o reales, perseguir a Evo, encarcelar a Lula, abominar de Chávez, despreciar a Maduro.
La diferencia con Chávez es que él lo supo y actuó consciente para educar a su pueblo en la "conciencia de clase" y del deber social. Pero el resto, los dulces reformistas del capitalismo, como buenos "pequeñoburgueses", creyeron que solo bastaba con lo material, que la riqueza podría crear conciencia, y hoy vemos las consecuencias de tal ingenuidad: ni siquiera fueron capaces de mirarse en un espejo para verse el alma, no la corbata.
Aunque lo vemos como algo casi imposible (la soberbia es una de los sentimientos más "puros") , maduro debería mirarse en ese espejo de Evo, de Lula, Cristina, Correa, Ortega, si no quiere que en cualquier momento ésto explote de "vergüenza pequeñoburguesa" y hasta sus más íntimos aliados lo entreguen por unas cuantas monedas.