La paz con capitalismo siempre será la paz de los pendejos

Sábado, 23/11/2019 07:16 AM

Las dictaduras tienen uno de sus pilares principales en la manipulación del lenguaje, en el alejamiento de la palabra de la idea que debería expresar, con la realidad que representa. El nazismo es un ejemplo de esta manipulación. Es que las dictaduras temen a la verdad, deben vivir en una burbuja de mentiras, y la población debe creerles. Para lograr ese objetivo, la palabra debe enmascarar la mentira. Víctor Klemperer, un filólogo estudioso del lenguaje nazi, nos dice:

"…el efecto más potente no lo conseguían ni los discursos, ni los artículos, ni las octavillas, ni los carteles, ni las banderas, no lo conseguía nada que se captase mediante el pensamiento o el sentimiento conscientes.

El nazismo se introducía más bien en la carne y en la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponían repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente"

El madurismo, como gobierno forajido, es experto en la manipulación del lenguaje. Va cabalgando sobre palabras manipuladoras que anulan el pensamiento y pretenden dar excusas a todos los problemas. Veamos.

Al principio se usó la palabra rentismo, así los problemas surgían del sistema rentista, no de la incapacidad del madurismo, con eso respondían cualquier adversidad. Sin ninguna pena, cambiaron del rentismo petrolero al rentismo del oro, sin ninguna explicación, que nadie piense. Que nadie señale que el rey está desnudo. Luego fue productiva, su falta era la causa de todos los males, y todo se revolvería elevándola; así el madurismo quedaba excepto de cualquier culpa, lo único que consiguieron elevar fue el egoísmo capitalista. Que nadie piense. Después, cuando el fracaso era evidente, entró el madurismo en una etapa de víctima, todo lo que sucede es producto de una guerra económica que no impide la proliferación de bodegones, de un bloqueo que permite a un gobernador importar autobuses de gringolandia, a los rusos entrar o salir como pedro por su casa. Al bloqueo se le imputa ahora todo, desde el éxodo de millones, hasta la pulverización del sueldo.

La televisión, las cadenas, los medios castrados por la censura se encargan de replicar las palabras embrutecedoras. Que nadie piense, que nadie reflexione, sólo tragar las palabras como un purgante. El madurismo es experto en deformar las ideas y palabras: empezó con el Socialismo, lo transformó en un sarcasmo, al Chavismo lo convirtió en una especie de cuarta república trasnochada. Para ellos, la palabra diálogo no significa conversar, intento de acordar, al contrario, significa engañar al competidor. La palabra elecciones equivale a estafa de mil maneras para salir victorioso. Quien los adverse es corrupto o agente de la cia, no hay discusión, no hay pruebas, también pueden aplicarle el recurso adivinatorio y dicen: "en el futuro saltará la talanquera". De esta manera, todo debe ser aceptado, así se va labrando un pensamiento plano, único, que más bien es un no pensamiento, es el proceso embrutecedor del que hablaba el Che.

Finalmente, tienen la desfachatez de hablar de paz, decirse un gobierno de paz, cuando las penas de muertes sentenciadas y ejecutadas por las faes suman miles y contando; cuando el madurismo ha transformado la vida que nos legó el Comandante en un desasosiego, en la pérdida de la esperanza que nos impide vivir con un mínimo de paz.

Y así vamos: de palabra en palabra, de mentira en mentira, mientras la miseria moral y material nos arrasa.

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