La pasada semana escuchamos voceros Rusos y miembros del parlamento de Bolivia hablando en términos similares sobre la realización de nuevas elecciones en Bolivia, en primera instancia dije: "eso es una manipulación"; pero me fui a las propias fuentes y así corrobore la situación, quedándome perplejo, por supuesto, partían de la premisa que le habían dado un golpe a Evo, pero a su vez planteaban su acuerdo con el panorama electoral; en mi criterio tratando de estar bien con Dios y con el Diablo.
Efectivamente, la presidenta autoproclamada de Bolivia, al estilo Guaidó, pero con golpe de Estado completo, Jeanine Añéz, formalizó el domingo 24 de noviembre una ley que exige nuevas elecciones para reemplazar al derrocado Evo Morales y elegir una nueva Asamblea Legislativa.
La propuesta fue aprobada este lunes 25 de noviembre, tanto por el Senado como por la Cámara de Diputados y posteriormente promulgada la Ley por la Presidenta de facto (de hecho o non de iure; que es aquel que, si bien en la práctica ejerce como tal, no está reconocido oficialmente por alguna norma jurídica). Pareciera que con esa velocidad todos están jugando a lo mismo.
Pero fíjense, ¿quiénes han sido los mediadores?, representantes de la OEA, Unión Europea y la Iglesia, auspiciados por Trump; los mismos que le metieron la puñalada a los indígenas en Ecuador, mediando para que el Presidente (Lenín Moreno), ya contra la pared, echara para atrás las medidas tomadas en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y luego apresaron parte de los indígenas líderes de las protestas. Las mismas instituciones y gobiernos que han pretendido acabar con Venezuela, pero han conseguido un Pueblo verdaderamente comprometido con el manteamiento y fortalecimiento de la revolución y la democracia participativa y protagónica.
Dentro del cuadre Boliviano, se estaría luchando para evitar que dirigentes del movimiento al socialismo sigan siendo perseguidos, y se busca garantía para que participen en el proceso electoral; a todas estas, ¿dónde queda Evo?, cuando el Parlamento ni siquiera ha recibido la renuncia del Presidente Constitucional, y ninguno lo ha planteado, única forma de legalizar ese llamado a elecciones.
Dentro de los acuerdos está, presuntamente, bajar la guardia ante las protestas del pueblo.
En caso de las víctimas de la represión golpista, no se escucha una palabra de la ONU, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la OEA, de la Iglesia, de nadie; quedándose los muertos bien muertos, y sin un detenido al respecto. No quiero creer que en Bolivia se repetirá lo de Honduras, donde USA le dio un golpe a Manuel Zelaya y ahora nadie se acuerda de él.
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