Asidero

Venezuela sin gobernabilidad, hiperinflación nos destruye

Jueves, 28/11/2019 01:54 AM

España y América Latina se encuentran metidas en un buche de agua a nombre de una palabra llamada progreso y cuyos dirigentes afiliados a esa cofradía han quebrado dos Continentes al alinearse con el neoliberalismo, el cual se encuentra cubierto por el militarismo y los peones de cargas que se vieron crecer bajo las ampollas de la extorsión y el zanganeo. Lo verdadero, es que este semillero alineado en una izquierda populista solo es utilizado para encender fogatas y dar miedo a las familias que laboran y dan empuje al Estado desde lo agrícola como las empresas. Por lo tanto, las puertas se cierran y solo queda una válvula de escape y utilizar a los estudiantes en la calle bajo consignas comunistas para que el neofascismo los acribille o los dejen ciegos para luego decir que es una violación de los Derechos Humanos, pero ellos, lo aplicaron en las guarimbas tanto en jóvenes izquierdistas, socialdemócratas y cristianos.

Que falta de gobernabilidad. Lo peor es que el Cono Sur ponen todo en manjar a los Estados Unidos de Norteamérica, mientras que estos le envían a Israel bombas para que asesinen el futuro de la Tierra Santa, los niños palestinos.

Lo cierto es que estamos en un conflicto globalizado y cuanto antes, debemos encarar los graves problemas que tienen en la actualidad España, Venezuela, Bolivia, Colombia y Ecuador, todo se inicia porque hay grupos económicos que quieren desacelerar la economía y ante el envejecimiento de la población cautivar a niños con regalías para luego llevarlos a un bucle electoral y tenerlos sometido. De verdad, estamos en una lucha constante de la clase política. Estos dirigentes son incapaces de darnos una mínima estabilidad en cuanto a la vida política e institucional, han fracasado, lograron salir de una manera inesperada del presidente Chávez para destruir el país.

Ya no podemos llevar una vida tan fácil, como lo vivimos derechistas e izquierdistas en la mal llamada cuarta república. Cada ciudadano trabajaba y disfrutaba de su capital de trabajo e iba al mar y a los ríos a recrearse con su grupo familiar. Pedro Sánchez se abrazó al pacto con Iglesias como la mejor manera de permanecer en La Moncloa, pero el tiempo le está demostrando que esto no va a ser tan ligero. Uno de los puntos más difíciles de vender a la opinión pública es necesitar de algún tipo de apoyo de Esquerra Republicana, un partido que, aunque muchos aseguran que quiere normalizar su situación política y volver a la senda de la legalidad, la realidad es que sigue echado al monte, desafiando los principios más elementales de una sociedad democrática.

Las salas de negociación se han constituido en una sala de juego y más allá de la excitación de verse acompañado por funcionarios del gobierno, es mejor verse como un hombre probado por el pueblo, claro, es un estilo enrevesado. Hace ya tiempo que se han convertido en habituales las consultas de los líderes a las bases sobre sus decisiones más importantes (algunos partidos lo contemplan en sus estatutos), lo cual puede ser interpretado como una ampliación de la democracia y del empoderamiento de los ciudadanos, pero también como una muestra de la falta de liderazgos auténticos que vive Occidente. Los españoles ya votaron el 10 de noviembre y, se quiera o no, consultar continuamente a las bases socava el principio de representación, uno de los pilares de cualquier democracia parlamentaria. Quizás es eso lo que pretenden algunos.

En Venezuela, me da lástima el papel de Claudio Fermín, quien no acepto nunca los consejos de Carlos Andrés Pérez y, ahora le hace sombra a Nicolás Maduro Moros, incluyo a Timoteo Zambrano, ambos ex dirigentes del partido Acción Democrática.

Estamos frente a dos Continentes con sus leyendas negras Negra y repleta de rostros y episodios terribles. Ninguna leyenda exterior la ha inventado. Porque desde hace siglos anda por ahí suelta y dispuesta siempre a reñir y dañar. Hagámosle esta pregunta a José Luis Zapatero, que, desde su oficina puede observar el Palacio de la Moncloa, que envidia y egoísmo.

Para captarla basta con tener unos ojos lúcidos y penetrantes como los tuvo Goya. Y en estos días, precisamente, en las salas del Museo del Prado, los geniales dibujos de este pintor, en una magna exposición, vuelven a confirmar la existencia de un país trágico y cainita. Unos dibujos que transmiten como fieles espejos el espanto y pavor que el artista conoció tan de cerca. Pero también conmueven estos humildes y punzantes trazos, hechos sobre papel, a lápiz y a plumilla, porque muestran una mirada tan desencantada como profética. Quizás presentía, en su intimidad, que la intolerancia presente en aquellos años continuaría dominando en su patria largo tiempo, hasta hoy. Por eso, las sombras son tan alargadas. Encubren la vigilancia de fanatismos amenazantes, dispuestos siempre a impedir que la libertad encaje entre los españoles.

La España y Venezuela negra no pueden ser negadas. Está demasiado viva en la historia y no hay mejor testimonio que el aportado por los dibujos y grabados de Goya. Por eso, hay que empezar por aceptar su presencia (incluso ahora) y explicar por qué ha contado con un poder tan excluyente y criminal durante siglos. Culpar de su invención al mundo exterior de poco vale. La necesaria pedagogía terapéutica hay que hacerla señalando hacia dentro, porque en sus entrañas aún perduran enmascarados muchos cainitas. Como muestran las series salidas de la mano de Goya, en su época aquellos lunáticos aprendieron a matar liberales con la excusa de que eran afrancesados, después los obligaron a exilarse, camino que también hubo de emprender el propio pintor. Y durante el resto del siglo XIX, disfrazados de carlistas, convirtieron la península en un mortal reñidero de gallos. A estos últimos ya no los pinta Goya, pero los dibujos expuestos sirven para comprender cómo germinaron. Sólo habían cambiado de collar. En la Guerra Civil del 1936 volvieron a reinar y acabaron convirtiendo a España en negro secarral, en el que sólo resonaban sus voces. Pero cuando, hacia 1978, por primera vez, una alegre diversidad de colores parecía imponerse y empieza a diluirse la vieja imagen de la España negra y conflictiva, resucita otra vez el carlismo. Un carlismo redivivo. Viene acompañado del mismo fanatismo decimonónico, aunque con otros disfraces y banderas. Primero cobró fuerza en el País Vasco y ahora, seguidamente, en Cataluña. Todo esto estaba ya profetizado en los dibujos de Goya. Examinen y comparen, entonces y ahora: las mismas clerigallas predicando y los mismos odios.

Somos un país de debilidades, jamás el presidente tiene un plan y más, le es difícil ejecutarlo de la manera y en los plazos previstos. La historia de éxito se acabó. El trio no han sabido gobernar y el más afectado es el sector económico, lo demás, son titulares llamativos

Nadie se hace responsable de las desmejoras. Tendríamos oportunidad de hacerle unas preguntas a Nelson Merentes y Jesse Chacón.

Necesitamos con urgencia una regeneración, Maduro ya ha perdido el gobierno y a duras penas rige el país, los líderes históricos han sucumbidos y perdido el sentido de su misión, solo queda María Corina Machado. Juan Guaido le gusta los dólares, no tiene estrategia.

Sólo desde la más absoluta ceguera política se puede pretender que después de estos dos terremotos todo puede seguir igual en un partido que sigue siendo el más votado de Venezuela, pero que parece haber perdido completamente el norte y el sentido de su misión.

Pretender que el actual Psuv, nada tiene que ver con el que en su día dirigieron Chávez y Elías Jagua es absurdo. La historia del Partido Socialista es una, con sus grandezas y miserias, y no se puede trocear al antojo del consumidor. Por tanto, es urgente que, desde el respeto a la historia de un partido que ha sido fundamental en la construcción de la autonomía venezolana, pero con un exigente sentido crítico que le faculte a soltar los lastres del pasado, los socialistas inicien una profunda reflexión que les permita regenerarse para seguir desempeñando su papel de partido socialdemócrata profundamente enraizado en la sociedad, conocedor de los problemas y anhelos de los ciudadanos andaluces. Esto, lo aprendió muy bien, Vladimir Putin.

No se trata de renovar caras ni de dar una mano de barniz a la imagen del partido, sino de rearmar ideológicamente el proyecto socialista para que pueda seguir cumpliendo su papel en las próximas elecciones.

El Psuv andaluz no debe tener prisa en esta tarea. Todo indica que el actual Gobierno de coalición MUD- ora- psuv (con apoyo parlamentario de la traición) culminará la legislatura el próximo enero, por lo que los socialistas tienen días por delante para llegar a las próximas elecciones autonómicas con un nuevo proyecto

La prioridad ahora no debe ser recuperar el poder, sino el propio sentido del partido. erraba los ojos, oía su voz y me imaginaba a su hermana. Gloria Mohedano es cuatro años más jóvenes que Rocío, cuyo recuerdo convocó a amigos y admiradores en la presentación del libro Canta, Rocío, canta de Marina Bernal. La frase es de Rafael Alberti. Sin salir de la Bahía, a la chipionera le podíamos hacer un Garcilaso. Si Rocío Jurado volviera, yo sería su escudero. Hoy se diría de ella que era políticamente incorrecta, porque se casó con dos iconos del prohibicionismo rampante: con un boxeador y con un torero. En su particular cuadratura del círculo, al boxeador no lo vio en un ring, sino toreando. Doctora en mares, Marina firma el libro, lo encabeza una frase del Marinero en tierra, aparece su boda con el Marino de los puños de oro -21 de mayo de 1976, el año de la Peluca en los guiños de la Transición- y en segundas nupcias con un paisano de Isaac Peral, el inventor del submarino.

El libro cuenta con 13 testimonios, tantos como los años de su ausencia. Dice Gloria que su hermana era una lectora voraz. A Rocío le regalé las novelas Los tornadizos, de Antonio Cascales, y Nubosidad Variable, de Carmen Martín Gaite. En las dos hay menciones a la cantante de Chipiona. En la presentación, detrás la mano invisible del editor del libro, Miguel Gallardo, que cumple años el mismo día que los cumplía Alberti, momentos estelares de la protagonista. Cantando una saeta a la Macarena al dictado de Rafael de León. El himno de Andalucía en la película La Lola se va a los Puertos, que dirigió Josefina Molina llevando a la pantalla la obra de los hermanos Machado. Y dándole voz a unas popularísimas sevillanas en la película de Carlos Saura. Ese documento que se ve como una postal de la Expo 92 en la que Fidel Castro le pidió personalmente a Felipe González que le presentara a Rocío Jurado.

Desearía saber la suerte de Zapatero en el Teresa Carreño o caminando por Caracas. Saetas y sevillanas en un cartel de fiestas primaverales al que se sumaría su condición de pregonera del Carnaval de Cádiz, como también lo fueron, entre las firmas del libro, Jesús Quintero, Antonio Burgos, Carlos Herrera o el propio Rafael Alberti, cuyo Nobel chirigotero coincidió con el 23-F. Terminó la presentación. Se encendieron las luces. Rocío volvía a ser Gloria. Cité a mi compañero Manuel Barea, que hace poco escribió que la que murió fue Gracia de Mónaco pues Grace Kelly es inmortal. La que murió fue Rocío Mohedano. Rocío Jurado sigue viva y se preguntará qué fue de aquella Andalucía.

Lo que más quiero es una explicación como hacerme millonario y ver el futuro de la especie humana, creo, tener una oportunidad en abrir mi mente y tener la oportunidad de dialogar con un extraterrestre, son los únicos en decirme lo difícil de aceptarnos como somos.

En una ocasión, alguien que maneja las matemáticas bastante bien me decía que la probabilidad de ganar un premio como es este de Euro millones, solo para militares y dirigentes chavistas, es más baja que la de que te caiga el motor de un avión mientras vuela por encima de la ciudad. Es posible que sea así. Pero cada año hay gente que gana una pasta con la lotería y no conozco a nadie que haya muerto aplastado por un motor de avión.

Los partidos en España y Venezuela operan como sí fuesen una casa de apuestas y, lo demás es la suerte ahora nuestros jóvenes son utilizados como anzuelos en los países del Sur en conflicto. Manejan el criterio de la vacuna, que es vicio nacional y, cuyo principal motivador son los funcionarios de las instituciones públicas.

Como ejemplo de una buena familia adinerada, las generaciones de los socialdemócratas andaluces fueron heredando riqueza, privilegios y un cortijo de numerosas hectáreas de terreno y otras muchas propiedades. La señorial Junta de Andalucía socialista, vendida siempre como casa de trabajadores ha sido sin lugar a dudas una mansión de 40 años de obras millonarias para el buen vivir de sus inquilinos.

Las primeras reformas parecían sembrar en sus grandes jardines muchos rosales con perfume obrero que saldrían para entrar por las ventanas de todos los hogares andaluces y traer de nuevo un renacer y una ilusión obsoleta para el sur de España. Desde que amanecía, la casa era un no parar de idas y venidas de los llamados a la salvación de todos aquellos que los habían puesto a vivir ahí. Qué libres éramos e íbamos a ser.

El primer inquilino ignoraba, o tal vez no, que sus compañeros de viaje (sus trabajadores) iban a ser los mismos, incluso serían más y los que él siempre quisiera para seguir haciendo a ese pueblo cada vez más libre. Todo empezó y todo se fraguó de una sutil, pero a la vez inteligente forma para que nadie dudara de que pudiera haber alguna vez "listas negras".

"Andalucía es una de las regiones con mayor capacidad de prosperar", decían a viva voz por las ventanas del cortijo. Esas palabras llegaban a los oídos de todo el pueblo. El pueblo creyó y siguió mejorando sin saberlo, la gran fortuna de los autodenominados salvadores de la clase proletaria.

Pasaron los años y el cortijo comienza a ser mansión. Todo favorece a los entresijos del partido único. El que se había conseguido el afecto y la estima de los andaluces más mayores. Aquéllos que habían perdido todo, incluso a sus familiares por el camino. Con ello, consiguieron la libertad y hasta se sentían orgullosos de hablar andaluz cuando una televisión bajaba para entretener a los señores de la meseta. Esos señores estudiados que se divertían con el analfabeto andaluz de campo, ya no nos importaba. Nosotros estábamos salvados. Éramos los de antes, ya no teníamos el yugo de la derecha. Nos veían de otra manera. Teníamos una autonomía que habíamos elegido y nos hacía iguales a ellos.

Aquellos hombres de pana, entraban y salían de la mansión con aires de más confianza y altivez. Porque la pana, parecía convertirse en terciopelo de alta costura. El tinglado iba a mejor y cada vez con más trabajadores. En realidad, eran fantasmas y organizaban cursos de formación a los que la gente, tal y como llegaba se iba, porque allí no aparecía nadie. No importaba. El apoyo lo seguían teniendo y el cortijo tenía que seguir creciendo.

Todo el viento parecía ir a favor hasta que con el desgaste del tiempo, ya no se las prometían tan felices. El pueblo parecía despertar asqueado de tener que pagar tantos viajes, tanta servidumbre enchufada. Más de 24.000, con un coste de 6.000 millones al año. Y para no decir, las oficinas de la casa. 243.000 funcionarios, familiares en paro de los inquilinos (a dedo en la jerga coloquial) que se podían seguir manteniendo con los votos de los trabajadores del campo y el famoso PER que era los que los había hecho dignos. Ser reconocidos, gracias a los patrones del cortijo.

La casa ha tenido varios dueños, varias generaciones de la misma familia. Pero todos con la misma idiosincrasia, con la misma fachada humilde, pero con la misma alma de ricos. Los terratenientes de siempre disfrazados de salvadores de la patria. Qué lástima de mi Andalucía, de la nuestra, de las tierras donde se construyeron la mansión aquellos desaliñados, pero inteligentes dirigentes. Chávez, el abuelo. Griñán, el nieto que, por aquello del feminismo como oleada de la época, tuvo la decencia de dejar a una hija: la Señorita Díaz. El cortijo va con los tiempos. Son ellos, los socialistas, los igualitarios, los feministas, los progres. Da igual que no pudiéramos tener los medicamentos que necesitábamos. Ellos sabían cuáles eran mejores para todos nosotros. Al final gracias a ellos fuimos libres y volvimos a ser los que fuimos.

Acá, no hay inocentes

 

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