Vida y muerte
Por: Miguel Homero Balza Lima
Martes, 03/12/2019 09:12 AM
Entre la vida y la muerte, entre la pasión y la frialdad, entre lo viejo y lo joven, entre lo viejo y lo nuevo, ha de haber un tercio incluso aristotélico profundo de La Gran Moral Estagirita, del exceso y del defecto, del tercio excluso y del tercio incluso, es la filosofía profunda ortegaygassetiana, entre la cordura y la locura quijotesca, siempre a caballo, siempre en aviones invisibles rusos-chinos, entre la guerra y la paz, es la ironía cervantina quijotesca, que ha de recobrarse. La ironía cervantina quijotesca, que le ha faltado a la filosofía, y, a la política, le ha faltado, hogaño y antaño, a los filósofos y a los políticos, a esos que deambulan por ahí por ahí, para no nombrar a los que han arado en el proceloso mar bolivariano, vistos y que tienen el descaro claro ¡claro! de opinar del otro caído, y no logran ver la mamburria e’vigueta de bragueta, en su propio ojo risueño, en esta América Latina Movilizada. Nos vemos en La Radio diosdadocabelloiana, nos vemos en El Retrato oscarwildeiano, nos vemos en Las Bodas garcialorcaianas, nos vemos en La Radio en lo viejo y en lo nuevo, en la vida y en la muerte, en la pasión y en la frialdad. El arte es la reproducción de natura, llevado por persona, la combinatoria de natura y persona, casos límite contradictorios borrosos, tanto tercio excluso aristotélico y tercio incluso estagirita, entre tercios, el tercio incluso aristotélico profundo, que deviene de La Gran Moral Aristotélica, entre el exceso y el defecto. Entre estos aspectos límbico antagónico0s estuvo oculto el tercio incluso aristotélico profundo, durante siglos, hasta el derrumbe de Las Torres Gemelas Neoyorquinas, 11/09/2001, oculto entre la vida y la muerte, entre todos los casos límite contradictorios borrosos, y, surge de la penumbra sombría whitmaniana, del trecho estrecho arrecho platónico, entre el dicho y el hecho, entre el yin y yang, entre el ser y noser, entre palabras pareadas límbicas paradójicas, entre casos límite contradictorios borrosos, deviene una complementariedad del concepto de límite matemático, a mas y más, puesto que el límite es un valor fijo sinusoidal dinámico dialéctico difuso al que tiende una magnitud variable, llevado, el límite, por un túmulo tumultuoso tornadizo entorno afijo valor próximo quiérase. El afijo valor fijo sinusoidal dinámico dialéctico difuso es el mismísimo tercio incluso aristotélico profundo, la verdad profunda cortazariana, la verdad peregrina andarina golondrina ramossucreiana, la fe hebrea profunda, el punto inflexivo topológico contradictorio borroso, centro universal unificado teilhardiano, teoría holística unificad einsteiniana, a la que tienden y de la que trascienden los aspectos límbico antagónicos, contenidos que contiene tanto el universo en expansión einsteiniano y el universo en contracción diraciano, tanto partículas y ondas de la complementariedad bohriana, como el continente la vida y la muerte, la pasión y la frialdad, en El Retrato y en Las Bodas. El Quijote, es continente que contiene a Las Bodas y al Retrato, es profundamente borroso difuso en difuminación continua espectral, desde un lugar de la Mancha, la vida, que Cide Hamete Benengeli no quiso poner puntualmente hasta un lugar de la Mancha, la muerte, que el mismo traductor del Quijote del árabe al castellano no quiso poner puntualmente, y, que todas las villas y lugares de la Mancha contienden entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, y, que el universo quijotesco borroso barroco no mendiga eternidad, sino que reclama eternidad en los continentes límbico contradictorios, la vida y la muerte, y, entre los aspectos límbico antagónicos difusos, la verdad profunda cortazariana, y, la fe hebrea profunda, que ha de revolucionar tanto a la espiritualidad como al entendimiento, la estética y la ética. Asina a la filosofía y a la política al través de la ironía cervantina quijotesca, la eterna olvidada entre la cordura y la locura ortegaygassetiana.
Si entre la vida y la muerte, entre la pasión y la frialdad, entre lo viejo y lo joven, entre lo viejo y lo nuevo, del Retrato y de Las Bodas, ha de haber un tercio incluso aristotélico profundo de La Gran Moral Estagirita, del exceso y del defecto, del tercio excluso y del tercio incluso. Entonces sea dicho que la filosofía profunda ortegaygassetiana, está entre la cordura y la locura quijotesca, siempre a caballo, siempre en aviones invisibles rusos-chinos, siempre entre la guerra y la paz. Ergo vergo sea dicho que es la ironía cervantina quijotesca, la que ha de recobrarse. Entonces sea dicho que la ironía cervantina quijotesca, le ha faltado a la filosofía, le ha faltado a la política, le ha faltado, hogaño y antaño, a los filósofos y a los políticos, le ha faltado a esos que deambulan por ahí por ahí, le ha faltado a los que han arado en el proceloso mar bolivariano, les ha faltado al descaro claro ¡claro! de opinar del otro caído, les ha faltado a los que no logran ver la mamburria e’vigueta de bragueta, en su propio ojo risueño, en esta América Latina Movilizada. Entonces sea dicho que hay que recobrar la ironía cervantina quijotesca en Don Quijote. Ergo vergo sea dicho con Juan Carlos Onetti: “Si tuviera el poder suficiente, que nunca tendré, decretaría universalmente la lectura obligatoria del Quijote y ése sería el único cercenamiento que haría de la libertad individual. Los gobernantes deben leer el Quijote para conseguir un mundo un poco mejor, menos ciego y menos egoísta.” Ergo vergo sea dicho que El Libertador Simón Bolívar, leía a Don Quijote, sobre el espacio topológico borroso de una silla de montar, similaricadente tautológico repetitivo, tanto la vida y la muerte quijotesca, como borrén delantero y borrén trasero, y, el tercio incluso aristotélico sieso profundo antipático anatómico en donde consiguió, El Libertador, formárasele el callo entre nalgas noguaidoinas despreciables éstas, que le mereció a nuestro Libertador, el apodo honorable de Culo de Hierro. Ergo vergo sea dicho que decía el Libertador: “Los tres grandes majaderos de la historia hemos sido Jesucristo, Don Quijote… y yo.”