La alianza entre la clase política y la delincuencia…

Sábado, 07/12/2019 07:49 AM

“Habían aguardado toda una década mordiéndose los dientes para no escupir sobre los indios y los negros, y mostrarles su desprecio; y ahora, amparados en las bayonetas, no dudan en descargar todo su odio de casta”

W. BENJAMIN

“Carajo, camarita… lo que se escucha en las calles de todos los pueblos del centro y sur del continente parece ensayado. No es que yo lo haya escuchado personalmente, pero he visto gran cantidad de material audio-visual sobre lo que ocurre en distintos países el sur y que Walter llama «en pleno desarrollo». En casi todos ellos se nota el mismo patrón: un pueblo cansado de tanto odio, racismo y exclusión, de persecución y asesinatos a líderes sociales, de criminalización de las organizaciones sociales y la protesta, y presidentes que, en vez de sentarse a dialogar para conocer sus reclamos, para entender que deben cumplir con las necesidades de las clases desposeídas, lo que hacen es insistir en que los diálogos tienen que centrarse alrededor de los planes de desarrollo y de sus programas de Gobierno y no sobre las peticiones presentadas por los organizadores de las movilizaciones. La porno-autoproclamada pasó en Bolivia un decreto garantizando la impunidad de la policía y los militares; Piñechet, en Chile, hizo que aprobaran una ley para criminalizar la legítima protesta social; y Porky dio luz verde a sus sicarios del ESMAD para que siguieran asesinando líderes sociales, estudiantes y todo aquel que osara protestar contra su gobierno. En Chile y Colombia con complicidad de miembros de los partidos políticos que dicen ser de oposición; en Ecuador, Perú y Bolivia con el terror que causa la amenaza de las armas letales. Y no existe comparación de esas movilizaciones de protesta con las guarimbas que vivimos aquí en el país. Aquí salían a diario los encapuchados con todo tipo de equipamiento para causar disturbios, bajo la mirada complaciente de policiales y alcaldes de la derecha cipaya, y el financiamiento del gobierno de EEUU. ¿Recuerda los morteros, molotov, puputovs, guayas asesinas, aceite, rifles y revólveres, banderitas yanquis, máscaras antigás con cámaras incorporadas, y a niños menores de edad pagados para que en plena calle elaboraran las molotov mientras el alcalde y la policía caminaban entre ellos? ¿Será que allá incendian universidades y guarderías con infantes adentro? En las protestas de Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, no hemos vista nada de eso; ni siquiera una banderita yanqui, sino las banderas de sus países y en Bolivia la Whipala, la de su pueblo. ¿Qué hubieran dicho la rata de Almugre y la traidora de la Bachelet si aquí se hubiese disparado con balines a la cara de los manifestantes «pacíficos» dejando 277 personas, entre hombres, mujeres y niños, sin un ojo? ¿O si aquí hubiese ocurrido la muerte de decenas de personas en los primeros diez días? ¡Y de los presos y heridos ni hablar! Pero aquí vivimos en dictadura. La verdad es que los pueblos despertaron ante la «colombianización» de sus gobiernos. Los Uribes, Piñechet, Moreno, Macri, Bolsonaro, Hernández, Añez, Vizcarra, Abdo, y sus testaferros están siendo señalados por lo que son: títeres que, por cumplirle al amo yanqui, asesinan a sus pueblos; son el resultado de la alianza entre la clase política y la delincuencia”.

En los últimos años hemos visto con horror como se ha “colombianizado” la política en los países de nuestra América, pues para sostener el obtuso modelo representativo y el sistema capitalista, los politiqueros y los gobiernos de turno han realizado alianzas con delincuentes reconocidos, para que aterroricen al pueblo y lo mantengan sumiso. A ello debemos agregarle el soborno a los jefes de los cuerpos armados y policiales, para que les permitan actuar a sus anchas, y en algunos casos de gobiernos dignos, como el de Bolivia, para poder darles un golpe de estado y sacarlos del camino. Todo en nombre de la “democracia, la libertad de prensa y los derechos humanos”. Mientras tanto, los yanquis siguen instalando bases militares, con la excusa de “alianzas con órganos de seguridad” para burlar las legislaciones locales, con el privilegio de que sus soldados no podrán ser juzgado allí por los crímenes que cometan.

A veces imagino que es que están tratando de reinventar el capitalismo para que tenga un propósito social, porque, sin temor a sonar repetitivo, los pueblos aprendieron de Fidel, de Hugo y ahora aprenden de Nico, que deben defender la legitimidad y la supervivencia de sus revoluciones frente a todo tipo de guerra que les planteen, para evitar precisamente el daño que el capitalismo depredador nos pueda hacer. Fíjense que la banda impuesta por el amo del norte como “gobierno interino” no ha llegado al poder y ya son súper millonarios con bienes y negocios en el extranjero gracias a CITGO, los bonos de PDVSA, la “ayuda humanitaria” de EEUU, la UE y el “concierto de los puentes”, los sobornos en la AN a personajes como Alex Saab, algo que a los adecos y copeyanos les costó muchos años en lograr. ¡Y aun no tienen un año en los “cargos”! Según Bloomberg, ya colmaron la paciencia de su amo y serán cambiados a pesar del veneno que un tal James Story le ponga a la información.

A todas éstas, el Cartel del Lima decidió reunirse para buscar la aplicación del TIAR contra Venezuela, por lo que la Vicepresidenta Ejecutiva tuitió (sic): “Payasos del Tiar montaron un circo para pretender distraer el escándalo de la pandilla de delincuentes, pillos y criminales organizados por @jguaido y para tapar las crisis sociales y políticas en sus propios países donde sólo les queda reprimir al pueblo y vulnerar los DDHH!”. Y es que lo que está a la vista no necesita anteojos: siete de los países del cartel, que se consideran patio trasero de EEUU, están viviendo serios problemas de legitimidad con el pueblo en la calle exigiendo la renuncia de sus presidentes. En Argentina perdió Macri, en Chile son millones en las calles los que piden la renuncia de Piñecht, lo mismo que en Ecuador contra Moreno, en Colombia contra Porky y en Perú contra Vizcarra, a pesar que éste último no la tiene tan fea; en Bolivia dieron un golpe de estado y el pueblo se volcó a la calle y fue masacrado por militares y policías bajo las órdenes de un tal Murillo, que al final escapará o el largo brazo de la ley lo sancionará.

Todo aquel que tenga acceso al libro “El traidor, el diario secreto del hijo del Mayo”, de la periodista mejicana Anabel Hernández, se enterará como el verdadero jefe del cartel de Sinaloa, Vicentillo, pagó sobornos millonarios a los ex presidentes de México: Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, y además hizo alarde del pacto que su cartel había hecho desde hacía muchos años con el Gobierno de EEUU. Por eso no nos debe extrañar el amor que éstos le tienen a la elección de delincuentes como presidentes en nuestros países. ¿Sabía usted que Sebastián Piñera, alias Piñechet, fue declarado reo y prófugo de la justicia en el caso del Banco de Talca; que los últimos cinco presidentes del Perú están presos o enjuiciados por casos de corrupción y que uno de ellos, Alan García se suicidó para escapar de la ley; que Mauricio Macri fue procesado por contrabando de autopartes y por espionaje ilegal, además por condonarle a su “hermano” el 98% de su deuda con el Estado?

A eso súmele que el presidente de Honduras, Juan O. Hernández, pertenece a una familia de narcotraficantes según la justicia de EEUU; que el hijo de Bolsonaro también está ligado al narcotráfico y a bandas paramilitares; Cartes y Abdo en Paraguay según y que son contrabandistas; y ni hablar de presidentes y presidentas centroamericanas enjuiciados por corruptos. No he tocado el caso de Colombia porque todos conocemos las tropelías y delitos de Don Varito, parte de cuya familia y gabinete están en las cárceles de EEUU y Colombia por narcotráfico y corrupción. Ah, y todos los mencionados han gozado del visto bueno y apoyo del Gobierno de Estados Unidos sin restricciones. Así que para vencer al racismo, al odio, a la represión, tenemos que romper con esta colombianización de la política y con el burocratismo. Decía W. Benjamín (sic): “Ni los muertos estarán seguros ante el enemigo si este vence”. Por eso debemos luchar y resistir hasta vencer. No existe otra opción.

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