Aventis

Locales evangélicos en zonas perimetrales de seguridad urbana y pastores dolarizados

Miércoles, 11/12/2019 08:22 AM

Sin duda, la desconfianza de los socialistas, y a su frente Diosdado
Cabello, con respecto a sus inevitables socios del Polo Patriótico a la
vista de las decisiones que tendría que tomar en un hipotético gobierno
opositor, referidas en principio a la crisis venezolana y a la crisis
económica latina, sin olvidar los extremos de las reformas de las leyes
tomadas por los gobiernos conservadores como progresistas anteriores. A
ello ha contribuido también un esquema de negociación entre formaciones
militares y civiles, que se han mostrado ineficaz, tanto por las formas
como posiblemente por las posibilidades de los negociadores de ambos lados.

En última instancia, los grupos ajenos a ese diálogo tampoco han
proporcionado ningún atisbo de posibilidad razonable para ensayar una
fórmula alternativa. Pero lo principal ha sido la percepción de Claudio
Fermín y Rafael Marín, en cuanto a la confianza que le podía proporcionar
sus socios políticos, unos evangélicos sin doctrina que aprovechan el dólar
como manejo de libre comercio junto a los turcos e incluso la consideración
de que unas nuevas elecciones legislativas, moverían en su favor la
situación en base a los nuevos resultados.

En puridad, eso no debería ser un problema. Los partidos tienen que
adaptarse a los escenarios nuevos que marcan la cultura política de un país
en un momento dado. La tradición de mayorías absolutas (o casi) con la
fórmula de dos grandes partidos nacionales tampoco ha funcionado del todo
porque demandaba finalmente depender de los grupos nacionalistas. Ahora se
vuelve a una situación donde esas mayorías se fracturan en cada campo
(izquierda-derecha) pero, al repetirse el equilibrio de bloques,
posiblemente este se resuelve recurriendo de nuevo a los nacionalistas,
cuando una parte de estos está en una posición poco colaborativa.

Por otro lado, la expectativa centrista de evangélicos en el poder, se ha
volatilizado por confusión y carecía doctrinal de la estrategia de su líder
de solo jugar en el campo de la derecha e izquierda, lo que ha
reestablecido los dos grandes bloques que ya teníamos en el tiempo de los
dos grandes partidos y de las mayorías absolutas (sumando a algún
nacionalista). Los líderes y los partidos se tendrán que acostumbrar al
nuevo escenario, quieran o no, salvo que se dispongan a someter al país a
una crisis interminable, lo que redunda también gravemente en su
legitimidad ante los ciudadanos.

La crisis es estructural, más si el modelo que se desea aplicar es cubano
con injerencia abierta de los turcos y evangélicos pentecostales, cuando
tenemos un gobierno afrontando un discurso difuso y cesionista que
maltrata a las mayorías y, que ahora no se puede agrupar y componer
sumando a un grupo nacionalista y que solo escucha la voz sionista de
Israel, porque los creyentes evangélicos somos de un solo pensamiento y
nos regimos por nuestra propia Constitución que proviene o tiene su origen
en La Biblia. Por lo tanto, el presidente Nicolás Maduro Moros debe
entender que jamás habrá una interacción con ese sector religioso que ahora
incursiona en política y, viene tomando fuerza porque su base es el
pueblo., por lo que la vía de un posible dialogo se complica aún más. El
asunto queda en un impasse de difícil resolución, que afecta a la crisis
venezolana, pero que traslada a esta, como se ha visto, al escenario
nacional.

Evidentemente, muchas y ninguna buena visión al futuro en el Sur. Gobiernos
sin mayorías estables o en funciones no pueden tomar las decisiones
estratégicas que necesita el país en un entorno exterior de amenaza, ni
tampoco ante la crisis, donde se hace imposible un acuerdo general en el
marco venezolano. La ciudadanía desconfía y recela de la clase política en
su conjunto porque entiende que los procesos electorales obligan a que esta
haga un esfuerzo por encontrar puntos de acuerdo y, a la postre, un
gobierno más o menos estable. Incluso se ha transmitido una impresión de
frivolidad o inconsistencia de los diversos líderes políticos, incapaces de
encarar con seriedad lo que, al cabo, no constituye sino lo básico de su
profesión. El resultado es totalmente negativo y desesperanzador, y la
desafección ciudadana es el problema número uno de cualquier democracia.

Hay una parte de la ciudadanía que también interpreta la política en
términos doctrinales y logro al completo de las demandas de su grupo. Pero
no creo que sea la mayoría de la sociedad. También sería interesante que
los políticos educaran a la ciudadanía por esa vía, haciendo demostración
de que sin llegar al total de sus objetivos son capaces de pactar con otros
grupos determinadas cuestiones y proporcionar estabilidad al país.

En este caso no es demagógico ni populista acusar claramente a la clase
política –y más en concreto a las cúspides casi unipersonales de cada
formación– de incapacidad y falta de responsabilidad, porque entiendo que
la mayoría ciudadana, con mayor o menor agrado, habría acabado aceptando
diversas fórmulas posibles que le proporcionaran esa deseada estabilidad y
normalidad del país

Los verdaderos evangélicos no estamos ligados al Estado, ni exigimos
colaboración, menos tambores, panderetas y guitarras, somos el pueblo de
Dios unido a Israel mediante un pacto dado por Dios a través de Jesucristo,
que quede claro, somos gentiles y tenemos nuestra propia constitución para
regirnos en este universo, le trabajamos al Estado y buscamos no violentar
la ley.

Así que Javier Bertucci y ese grupo de pastores son impostores y que
casualidad, sus Asambleas están ubicadas muy cerca de cuarteles,
aeropuertos y lugares de seguridad del Estado, ¿No serán terroristas?,
bueno no hablo de armas, ellos manejan el dólar abiertamente y atrinchera a
Venezuela en una crisis que despuebla al pueblo venezolano y latino.

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