Mi palabra

Almagro y el interino cavando su propia tumba

Jueves, 19/12/2019 09:13 AM

"Es extraña la ligereza

con que los malvados

creen que todo les saldrá bien"

Víctor Hugo

Las fichas utilizadas por los gobiernos estadounidenses para montar las invasiones, siempre hacen su pasantía en la propia casa del imperialismo: los auténticos mercenarios, y muchos terminan ajusticiados por la misma mano que los acaricia. Dan los pasos, pensando en la protección directa: nada más, ni nada menos que del mayor poder de gobierno alguno en el mundo, ejercido con la mayor desfachatez: los Estados Unidos de Norteamérica.

Por supuesto que, a todas las invasiones, les buscan cualquier justificación para esconder el objetivo: apoderarse de las riquezas. Todo depende de la resistencia del pueblo y gobierno donde ponen la mirada. ¿Cuántos ensayos e intentos ha realizado el autoproclamado en Venezuela? Desde el 23 de enero, cuando empezó a enseñar sus facetas de bobo alebrestado, no ha dejado de sonar, pero ahora parece una alarma descompuesta, espantando a más de uno. Ni siquiera las muletas puestas a su servicio han podido ayudarlo a disimular su incapacidad, y menos asaltar el poder. Pompeo, Pence, y Elliot Abrams, lo miran de reojo, como pareja que no se quiere, pero las "necesidades" los obligan andar juntos. Luis Almagro, tan parecido a él, sin querer ha creado una competencia por demás vergonzosa, cuyo resultado no es fácil dilucidar: ¿Quién es más arrastrado, e indigno de los dos?

La amenaza e invasión no es un cuento, pero los dos "niños" de mandado, están muy devaluados, y cualquiera mentira es para reír, sin descuidar los pasos que dan, porque los traidores no descansan. Del autoproclamado, no se puede esperar nada nuevo; tan es así, que lo están rechazando a donde llega, empezando por el terruño que lo vio nacer–la Guaira– y cuando no asiste el número de "partidarios" que espera; empieza a soltar un rosario de palabras insultantes en medio de soberanas arrecheras. No entiende que está haciendo el papel de un auténtico villano –en la vida real–y los malos no los quieren ni en las telenovelas. Puede buscar las excusas que se les antoje, pero el resultado de sus fechorías las está viviendo el pueblo en carne propia, despertando la conciencia necesaria para enjuiciarlo en cualquier momento.

Almagro, su compañero y rival para conocer el más arrastrado, ha venido sintiendo las mismas respuestas de sus actuaciones. No pega una, ni viendo el objetivo en el suelo. Los mandaderos en política, cuando fallan la pagan caro; más, cuando el mandador es el imperialismo. Cancela, cuando ve los resultados en la mano. Los únicos que pagan, y por adelantados, para autocomplacerse a cambio de nada, son los viejos enamorados. Por lo tanto, no le queda, si no seguir haciendo el triste e indigno papel de mercenario por un puñado de dólares, más lo conseguido en las fraudulentas acciones de su compañero de escuadrón el autoproclamado Juan Guaidó. Está atado al imperialismo, en cuerpo y alma; lo esperan momentos amargos y llenos de desprecios por parte de los pueblos, que se levantan señalando con firmeza a los traidores.

Quien se presta para someter a un pueblo por hambre, más, cuando es el que lo vio nacer, no puede conseguir, sino el repudió de sus semejantes. Luis Almagro, y el autoproclamado venezolano, han vaciado lo más sagrado de un ser humano: la dignidad, hasta arrastrarse a lo más despreciable. ¿Qué significan estos personajes sin el apoyo, y uso del imperialismo? ¡Nada! ¡Absolutamente nada! Por algo, el célebre autor francés de la novela (LOS MISERABLES) Víctor Hugo, dejó el siguiente pensamiento, como un espejo para que todo el pueda verse, lo haga:" De los volcanes salen piedras, de las revoluciones salen hombres". Almagro, y el interino cavaron su propia tumba.

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