Venezuela, una incógnita para los venezolanos, nos quedamos sin patria

Miércoles, 25/12/2019 05:36 PM

La realidad supera a la ficción. Y a los medios de comunicación. Los procesos burocráticos son demasiado largos para quienes padecen el día a día como si fuera fin de mes. La comida de Venezuela es cara o de quien se encargó de juzgarla o protegerla, no llega ni al aperitivo de cualquier esquina donde una boca reclame ser atendida. Esa esquina donde la pobre llora sin bandera.

Venezuela se consolida para un grupito, pese a su corta trayectoria socialista, un escenario de proyectos e iniciativas que tienen la vista puesta en el desarrollo de las cuencas mineras del carbón en el Zulia y la del oro en La Gran Sabana, pero para eso miran sobre todo a Europa. Es ahí donde se reparten los fondos más importantes para afrontar la transición energética y para impulsar una industria más limpia, sin olvidar los constantes viajes a las Islas de Las Antillas, hasta Cuba. En plena Cuenca del Caribe; también donde se gestan los grandes proyectos investigadores sobre los materiales críticos, aquellos que la nueva industria sobre todo tecnológica y sanitaria necesita para desarrollar sus innovaciones. Un escenario en el que Venezuela no sólo debe asentar el futuro económico de las comarcas del carbón y del oro, sino que puede ser protagonista si se consolidan las propuestas realizadas por diversas agrupaciones empresariales. De la UE no sólo llegan los fondos, sino las alianzas con los clústers e iniciativas que dirigirán el desarrollo de los sectores en el futuro. Y ahí sí que merece la pena estar. Meneando y magreando historias selectas serás, Desde el oro hasta el coltán, oh Venezuela, la novena... o la undécima... o la vigésima nación naciente de esta Nación de Naciones que antes se llamó España y hoy, separadita y cornuda, es Venezuela se nos queda, aunque su tele-subconsciente sueña con ser un día el Estado 02 de la Unión Comunista mundial y llamarse petrodólares. El Bolívar, es otra historia, allá con los cornudos, somos todos.

Iceta, un español, dijo que son ocho las nacionalidades españolas porque así las llama la misma Constitución o los propios estatutos de autonomía (que nadie se escandalice, advirtió, así es). Y de nacionalidad a nación no hay más distancia que el canto de un duro (de plata). Pero en ese club-paquetón de las ocho naciones no van ni Navarra que fue reino y se ve raza, ni León que llena de reyes cinco barajas, ni Castilla que impone ahí sus cartas, ni el extremo Duero que tiene falas y castúo para hacerse lengua, ni la Asturias que ye España y el restu tierra conquistae, ni Cantabria que es nacioncilla con la anchoa por bandera, ni la Murcia que lleva siendo cartaginesa y cantonal antes que nadie, ni La Rioja cuna de la lengua y Cuba aparte, ya es Venezuela y se olvidan que allí, durmieron españoles en la etapa de colonización y mestizaje.... ¿sólo son nación los catalanes, vascos, gallegos, baleares, canarios, valencianos, andaluces o aragoneses?...

Así que, ya nos olvidaron en esta etapa final del año.

Los descartados malamente aceptan el rango de región sin Nación. Hemos perdido el concepto de Estado. Se sienten agraviados, pero abusan vistiendo trajes regionales y eso desnuda cualquier prurito nacional para dejarlo en aldeano. También podrían acogerse con razón sobrada al proverbio de «si me analizo, soy una mierda, pero si me comparo, soy la hostia» que podría dejar mudo y avergonzado a todo ese gran ochote de naciones que nos propone Iceta, y acá el presidente Maduro influenciado por su amigo, el presidente cubano, el bailarín automático del Foro de Sao Paulo.

Todo lo cual viene a explicar este momento de España en el que los nacionalismos que no galopan e insultan, crecen o resucitan. O los inventan. Y «cada perrillo se lame su pijillo», profetizó Picasso, así que... ¡¡Alza el rabo, Venezuela!!... triquitracatrá, a la bin, a la ban, a la bimbombá, mi pijo, mi pijo, y nadie más

Lo que no hicieron, los españoles en cuatrocientos años, en veinte años, nos los pintaron los cubanos y nos grabaron en el trasero una placa que somos sus esclavos, ya colonizados.

Está igual o más normalizada que la física y es, en ocasiones, mucho más cruel, aunque también más silenciosa. Se hace presente casi sin que uno se dé cuenta, se va abriendo hueco poco a poco, se instala cómodamente en la vida de su víctima y su presencia se hace cotidiana. Es la otra violencia, la psicológica.

A veces llega sola y otras tantas acompañada de los malos tratos físicos, aunque suele ser la primera en aparecer. Porque maltratar se puede hacer de muchas maneras. La tenemos muy aprendida y sucede todos los días en entornos que tenemos muy cerca. De hecho, es la primera forma de violencia dentro de la relación de pareja de los adolescentes y eso tendría que ponernos los pelos de punta.

Acaba de estrenarse un corto A quien dices amar, que aborda la violencia psicológica contando la historia de una pareja. La chica le dice al chico que lleva tiempo sintiendo el abuso psicológico por parte de él, quien considera que todo está bien, hace chantaje emocional mientras demuestra que su actitud no es la de querer a alguien, sino la de torturarle. ¿A alguien le suena?

Bueno, la injerencia es grande.

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