No sólo la oposición estará en una encrucijada este 5 de enero cuando se debata entre continuar con Juan Guaidó al frente de la Asamblea Nacional, o que el madurismo, tal y como lo señalamos desde el momento en que se instaló una parte minoritaria de la oposición en la "mesa de diálogo" de la Casa Amarilla, la cual prometió villas y castillos, entre ellas, la libertad de los presos políticos, y terminó siendo todo lo contrario, no solamente porque 2019 concluyó con una mayor cantidad de diputados detenidos y perseguidos, sino que al asumir que el intento con Noruega fue un fracaso, pues la bien llamada "mesita" terminó siendo una burla para los venezolanos.
El madurismo a pesar de que se aprecia una mejoría en la actividad económica motorizada irónicamente por una comercialización en el país del otrora "dólar criminal", ahora convertido en la "válvula de escape" de una parte de la población, la verdad es que la gran preocupación está en el cómo terminar de asaltar la Asamblea Nacional, porque necesita a una parte de la oposición manipulada en la directiva del parlamento, y con ello "designar" de " mutuo acuerdo" un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), conforme lo que ellos llamarían "diálogo", y terminando de fragmentar al resto de quienes les adversan, y reformar la ley electoral para elegir "diputados" como hicieron con su ilegal e ilegítima "constituyente".
Es claro que si el madurismo no logra el propósito de evitar que Juan Guaidó logre ser presidente de la Asamblea Nacional en 2020, intentarán vía Tribunal "Socialista" de Justicia (TSJ) apoderarse por una maniobra seudojurídica del parlamento. El madurismo necesita de manera urgente aumentar el precio de la gasolina, pero no quiere hacerlo antes de las elecciones de la Asamblea Nacional por el costo político que una medida de esa naturaleza en una economía dolarizada de facto, generaría entre sus pocos partidarios, y teniendo a su favor, la posibilidad de "acordar" una elección parlamentaria en el primer semestre de 2020, conoce muy bien que otra parte de la oposición radicalizada no iría a votar, y esto sería un triunfo cantado para el madurismo, quien a pesar de tener el 80% del país en contra, se alzaría con la "victoria".
Todo esto ocurre cuando el 2020 en términos geopolíticos comienza muy convulsionado, con una lucha de EE UU contra líderes iraníes que intentaron asaltar su embajada en territorio de Irak, y lo cual desequilibra por completo la "paz" en esa región que ya venía precedida por los ataques de Turquía, Rusia y los propios norteamericanos en territorio de Siria sobre un conflicto que supera lo ideológico, lo religioso, y hasta coloca que en cualquier momento los demonios desatados terminen construyendo un infierno, peor a los intensos incendios que sacuden a Australia en donde especialistas ya señalan cerca de 500 millones de animales que han sido víctimas de tal catástrofe, lo cual en nada difiere de ser considerado una suerte de faunicidio – como nueva palabra de investigación - en sólo 36 mil kilómetros cuadrados de área devastada, lo cual nos indica una idea de lo que pudiera suceder si llegara a originarse una guerra de proporciones nucleares por responsabilidad de Trump, Putin, Erdogan, y los fanáticos religiosos y políticos de países árabes, donde todos, excepto el primero, son aliados del madurismo.
Si la oposición lucha contra evitar ser asesinada, "ajusticiada" o suicidarse, el madurismo no tiene tampoco el camino claro, menos en el plano interno, cuando no tiene gasolina, dinero escasea, y tiene que recurrir al "disfraz" del petro que generó la devaluación del bolívar en un 30% este 3-1-2020. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea