En la administración pública la eficiencia y la eficacia deben ir de la mano. Cuando se tiene la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir el cumplimiento adecuado de una función o si logramos ese efecto con el mínimo de recursos posibles o en el menor tiempo posible, hablamos de eficiencia; no obstante, cuando se tiene la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera, a eso le llamamos eficacia. Si logramos ambas, obtendremos la efectividad. Si esta unión no se logra estaremos en presencia de una administración ineficiente e ineficaz. Desde la administración del gobierno del presidente Chávez y ahora en la actual gestión del presidente Maduro, hemos tenido los recursos técnicos, el tiempo, el poder y sobre todo el talento humano para haber hecho y hacer una gestión efectiva; sin embargo, a pesar de la insistencia del comandante Chávez de alcanzar la "eficiencia o nada" en la administración por cada bolívar invertido, esta no ha podido ser posible, en virtud de las fallas existentes —por no decir los errores cometidos— sobre todo de índole humano, como: producto de la falta de toma de decisiones a tiempo, coherentes, expeditas y puntuales; así como por el miedo al fracaso a tomar la misma, por un exceso de confianza en el equipo que le asesora donde no hay posibilidad de ver a los lados; igualmente por no asumir los riesgos necesarios que le toca enfrentar para salir adelante con la misión del proceso revolucionario. El presidente Maduro y su tren ejecutivo, así como los demás poderes que le acompañan parecen tejer una tela que deshacen una y otra vez para no decidir por ninguno de los problemas puntuales que hoy presenta el país, de manera contundente, radical y firme.
A esta acción tan particular se le conoce como procrastinación (deriva de la palabra del griego akrasia); es decir, hacer algo en contra de nuestro mejor juicio. Es más que postergar voluntariamente. Procastinar a nivel individual causa frustración, a nivel colectivo es hacerle daño al país, porque no solo se está consciente de que se está evadiendo una tarea ineludible, sino también de que hacerlo, dejar pasar o postergar, es probablemente una mala idea; y aún así se hace de todas maneras. Por esto es irracional, antiético, insensato no asumir hechos puntuales, que han sido demorados, como continuar en lo que llamo los cinco casos de procrastinación del gobierno revolucionario, estos son: Uno, no haber puesto preso al señor Juan Guaidó, a pesar de que existen las causales. Este retraso ha generado graves problemas políticos y económicos para el país, sin contar los crímenes cometidos contra personas. Es ináudito que a este señor que el gobierno llama idiota, haya resultado ser el hombre más protegido del gobierno de Trump y no precisamente en territorio estadounidense. Trump ha sabido ganar esta batalla hasta los momentos y el gobierno parece temer una acción bélica de Trump y sus aliados si llegara a tomar tal acción; pero cada día más diferír esta decisión generan más peligro, inestabilidad y riesgos para el país. Dos, no aumentar el precio de la gasolina. Esta falta de decisión imperiosa es tan inmoral como postergar su incremento. Su alza es una necesidad, la gasolina venezolana no tiene precio en el mercado mundial, ni siquiera se puede decir que es la más barata, porque los que están "detrás del mostrador" la venden al precio que les dé la gana, una nueva forma de corrupción se apoderó en este mercado y el ministro de Petróleo ha demostrado ser ineficiente en esta materia. Tres, no enfrentar a Fedecámaras o a la clase burguesa empresarial, no aplicar sanciones a los empresarios de este país, por la guerra económica contra el pueblo venezolano es un acto irresponsable de los ministros del área económica, de la SUNDDE y del poder Moral que se supone debe proteger al pueblo venezolano. El ciudadano de a pié se siente desprotegido contra el alza desmedida de los productos de primera necesidad, se siente desamparado cuando el gobierno no puede sancionar a las industrias farmacéuticas para adquirir sus medicamentos, se siente indefenso porque la alta burguesía se impone contra el proletariado; tal vez estén viviendo la peor guerra sin balas de la historia, pero sí con el peor enemigo de los pueblos del mundo: el dólar criminal que ha llegado a desplazar a nuestro Bolívar.
El cuarto caso de procrastinación es la continuidad e injerencia permanente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en casi toda la administración pública. El papel de los militares en la vida económica, alimentaria, petrolera, minera y política ha sido extremada, pues la misma se ha ido de las manos producto del exceso de participación sin control en casi todos los terrenos, ha ido contracorriente de los objetivos de un mayor control democrático, cuyos resultados han sido la desinstitucionalización y la desconfianza social del pueblo venezolano. El mayor descontento lo manifiesta el venezolano que viaja a la frontera a buscar mejores precios para sobrevivir cuando es víctima de los atropellos y abusos de los funcionarios de turno que "custodian" la frontera, pero su divisa es otra "divisa". El quinto y último caso de procrastinación es aplazar la decisión firme de cambiar a todo el gabinete ministerial por rostros nuevos, frescos, comprometidos, probos. Estoy segura que existen más camaradas competentes, revolucionarios, que saben que la traición no es solo serle leal a Maduro sino al pueblo venezolano; que ser chavista va más allá de una franela estampada con la imagen del comandante, que un bolivariano sabe que la burguesía revolucionaria solo existe para aquellos que hicieron de la revolución un puente para hacerse rico, que ser patriota no solo es defender nuestra soberanía sino darle prioridad de emprendimiento para crecer y desarrollar la economía a los venezolanos y no a ciudadanos extranjeros, que como revolucionario debemos dar el ejemplo como el Ché de estar en igualdad de condiciones. Seguramente usted amigo lector puede inferir que hay muchos procrastinaciones más, pero éstas que detallo causan efectos irreversibles para el país, son debilidades internas que nos avasallan cuyas faltas de acciones son irracionales, no se explican por sí solas porqué no se atienden. La amenaza externa del gobierno de Trump de invadirnos no se compara con el peligro de dar capacidad resolutiva a todas estos cinco casos de procrastinación por ineptitud. Es obligatorio tejer la tela para no seguir permitiendo que el gobierno de Trump decida el futuro de nuestra patria. Revertir todos estos desaciertos deben hacerse en el corto plazo, con los hombres y mujeres idóneas para tal tarea, seguir posponiendo cualquier acción indicará una señal de cobardía por parte del gobierno y este gobierno ha dado muestras de fortaleza. No más distracciones, no más excusas y no más esperas, rompiendo estos esquemas haremos una administración más sana y eficiente. La verdad nos hará libres.
Fecha: 21/01/2020