Si a Maduro le dicen que use el cacao como moneda de cambio, la emplea, pero no se trata de eso. La cuestión del cacao es el asunto de fondo en el cual maduro da vueltas y vueltas; mientras tanto, por un lado, entra en el absurdo anunciando que la solución a sus problemas no vendrá hoy, sino mañana y llega el día siguiente con la subsecuente espera. Por la tarde sucede lo mismo; de la nada sale a avisar que va de parte de la solución a los problemas del pueblo con el encargo de que llegará hasta mañana. Mientras tanto el pueblo se desespera, pero sigue esperando su progreso. Mientras lo hacen platican, bailan y se divierten, después vuelven a quedar solos. Se cuestionan su vida, la espera, la amistad, el amor, el humanismo, repiten temas: Fedecamaras, Guaidó, Pompeo, Telesur, bitcoin, los maestros maltratados, la migración indetenible, las gallinas ponedoras, el diálogo, etc.
Se les pasa por la mente suicidarse o irse, pero se arrepienten porque tienen que esperar la llegada del progreso.
De esta manera, Maduro sumerge al pueblo en un vacío, la oscuridad de los valores, el absurdo de la vida, la espera, la quietud y el silencio y mantiene una esperanza en el futuro que nunca llega. La memoria, el recuerdo a Chávez se pierde en tanto ir y venir de promesas del presidente. La vida como contradicción: por un lado, el deseo de vivir y por otro, la muerte como amenaza del imperialismo. Dejando el olvido a Chávez como un recurso para aquietar la mente.
Mientras todo esto sucede, el imperialismo, chinos y rusos se aprovechan de la distracción y la espera del pueblo y hacen su agosto con los recursos naturales y financieros del Estado Venezolano.
Venezuela cae en picada, ya quebrantada su soberanía, su autodeterminación y acribillado su Estado de Derecho. Solo falta ya que los europeos y los norteamericanos quiten a Maduro y pongan a Guaidó o talvez otro, como único presidente.
Sin embargo, aparte de Maduro y su Godot. Una cosa es real: primero, las intromisiones imperialistas y las conspiraciones impunes de Guaidó, han llevado a Venezuela, casi a un Estado Fallido. Segundo, que, si el pueblo sigue esperando a Godot, Venezuela se convertirá en una sociedad del absurdo, saqueada, dependiente y con un Estado arruinado.
Ahora, si estamos conscientes, lo que se trata es de defender la soberanía, la autodeterminación y el Estado de Derecho. Y si para eso hay que echar a Maduro y darle cuerpo a un nuevo gobierno popular y revolucionario, hay que hacerlo antes que formen el suyo los imperialistas.