Frustración y depresión en la vejez

Jueves, 23/01/2020 09:42 AM

Días recientes, viajando en un vehículo de transporte público, iban dos señoras, por las apariencias, de la tercera edad, sentadas en una hilera de puestos, delante de mí. En el ínterin del trayecto, de la variada conversación que mantenían, una le dice a la otra: - "¡Chica, la depre, me tiene mal...casi ni duermo!". Expresiones como esas, se escuchan con mucha regularidad; hasta en personas jóvenes, inclusive. Muchas veces, ni siquiera, es preciso ver físicamente a la persona, frente a frente, para uno darse cuenta de su situación; hasta en el tono de voz se percibe que algo no anda bien; así, la persona trate de disimularlo. No hay que ser psicólogo para percibirlo. Es como un rostro que se oculta, detrás de una máscara que sonríe.

Ahora bien, algunos especialistas de Psicología, relacionan la frustración con la ausencia de recompensas, descontentos, no ocupar el tiempo en lo que se desea, o no realizar actividades que no sean de su agrado. Fracaso ante una decisión tomada que no logró su objetivo. El luto por un ser querido perdido. Imposibilidad de no poder realizar lo que la persona, hábilmente, desea. Que esté sujeto a las decisiones de terceras personas; como que si estuviera en una prisión. Argumentan los Psicólogos, que en la vejez, los recuerdos son la aparición del pasado. Empiezan a pulular, haciendo énfasis en vivencias que ya no pueden ejecutar. Un anciano que en su juventud cabalgaba enérgicamente, se sentirá destruido al no poderlo realizar en su decrepitud; por ejemplo.

En este orden de ideas, cuando un sujeto no satisface una necesidad, cuando no logra lo que se propuso, cuando se le presenta un Iceberg que bloquea sus objetivos; aparece el fantasma de la frustración. Todo lo anterior se repotencia con los planes no previstos. También, cuando se asoman cosas de repente que nos hacen cambiar de planes; sin estar debidamente preparado para ello. Verbigracia, la situación de un ingeniero, que por determinadas circunstancias, tiene que ejercer un trabajo para lo cual, él no estudió. En cierta medida, lo inundará la depresión y la frustración. En estos casos, las almas van readaptándose. Hay quienes tienen lo esencial, lo material. No obstante, se sienten vacíos; otros carecen de lo económico; y les sobra afectividad.

Ya, bajando la santa maría, una persona de la tercera edad, no tiene porque mirar, exclusivamente, hacia el pasado. Aún, se le presentan muchas oportunidades para autorrealizarse, para obtener satisfacción de orden personal; siempre y cuando, esa persona tenga voluntad, principios y poder de decisión. No debe dejarse llevar por lo que los demás le digan. Él o élla son los dueños de su vida; no un tercer incluido. Una persona, por poner otro ejemplo, que trabajó todos los años de su vida, que se halle en condición de jubilación; muy bien puede emplear su tiempo en actividades, tareas, compromisos que antes hacía, sin estar sometido a un horario. Su experiencia laboral será una fortaleza; y contribuirá a equilibrar su depresión hasta que el soma aguante.

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