La madrugada de este 4 de febrero, el estado mayor y el presidente, sacaron a vagar otra vez el espectro de Chávez.
Todos ellos están tratando de hacer su propia historia, solo que esta vez esa historia va amarrada al neo liberalismo. Con los acuerdos presidenciales se está re abriendo el capítulo nefasto de la privatización, que ya mucho daño ha causado en la vida de los latinoamericanos de hoy (Colombia, Chile, Brasil, Haití, Jamaica, etc). Tales acuerdos esperan su ratificación en cualquiera de las tres Asambleas Nacionales; pues, para que esta forma de entrega de los recursos no parezca robo o malversación, requiere el concurso de la legislación para consagrar la entrega.
Sin embargo, cuando todos esos personajes aparentan dedicarse a las transformaciones revolucionarias, pues están conscientes de estar entregando los recursos estratégicos a rusos, españoles, italianos y norteamericanos con una mínima participación del Estado. Tanto sacrificio de Chávez, la estatización de los recursos, ha sido tirado al "pasado por obsoleto".
Conscientes de eso, salen la madrugada de este 4 de febrero conjurando temerosos el espíritu de Chávez, tomando prestadas sus consignas de guerra, su uniforme, para con ese disfraz y lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia venezolana: La época de Maduro, Cabello y Padrino.
En esa caminata de 23 minutos, la resurrección de Chávez servía para glorificar los logros del madurismo (cuáles logros: clap, la jardinería urbana, la recolección de firmas antiimperialistas sin entregar, la tolerancia al sabotaje de la oposición, el plan Z, etc.) Así, encontraban, las ilusiones necesarias para ocultarse a sí mismos el contenido privatizador de sus luchas.
Solamente falta la ratificación de las medidas gubernamentales ejecutivas en cualquier Asamblea Nacional para que Maduro, concrete el desplazamiento de Chávez.
En esa caminata mañanera, todo un pueblo, sin armas, que creía haberse dado un impulso acelerado con la revolución chavista, al volver a casa, se encuentra de pronto retrotraído a una época pasada. Todo esto para que no pueda haber engaño de la crisis. Movilizarse para engañar al pueblo, y no aclararle que la privatización, según los asesores de maduro, servirá para pagar las deudas en las que el madurismo metió a la patria venezolana. Estropeando y devolviendo el dinero (miles de millones de dólares) a las empresas transnacionales y nacionales, que Chávez había sancionado con medidas de defensa de los activos del Estado.
El 4 de febrero marca el inicio de una revolución que a estas alturas, 28 años después, es escamoteada por la vuelta de campana de varios jugadores tramposos, y lo que parece derribado no es ya el capitalismo, sino los beneficios revolucionarios que Chávez y el pueblo le habían arrancado al capitalismo por luchas populares constantes.
Hoy la sociedad parece haber retrocedido más allá del punto donde la dejó Chávez, la dominación desvergonzada de los demagogos y algunos militares. Sin embargo, como puede leerse en los medios, este momento no ha pasado en vano, este inicio del 2020, los intelectuales revolucionarios y muchos militantes auténticos del chavismo, asimilaron las enseñanzas y experiencias que deben preceder a una nueva revolución, para que esta sea más que un estremecimiento de conciencia. Lo que ocurre ahora, de acuerdo a muchas exposiciones de muchos pensadores que escriben en los medios y por la vox populi es, que tiene que comenzar a crearse o definirse, el punto de partida revolucionario para la vuelta a Chávez. En esa dirección, la situación está avanzando hacia la creación de las condiciones que harán que este nuevo salto revolucionario, adquiera un carácter verdadero y serio. Ya lo veremos.