A propósito del Día de la Juventud venezolana, día tras día van revelando su descuido, figuras jóvenes de la política que se iniciaron en 2007 en el papel de futuros líderes opositores, hoy presentan un escalofriante olvido acerca de sus conceptos emitidos frente a la prensa, e incurren infantilmente en contradicciones que les perjudican y desacreditan.
Ejemplo reciente es Miguel Pizarro, quien hoy parece tragado igual que Jhon Goicoechea, Ricardo Sánchez y otros, por la vorágine de su doble rasero al no condenar el terrorismo guarimbero, y haber declarado "cualquier cosa" con tal de expulsar a Chávez y luego a Maduro, lo que no han logrado pese al respaldo celestino y violento que les dan capitalistas salvajes endógenos y exógenos.
Pizarro, el de barba poblada y respuestas inmediatas para defender aquella democracia alternativa representativa, lamentablemente alcahuete de desmanes hasta Febrero 1999, hoy admite y apelo a sus palabras "el sifrinaje caraqueño que les metía plata, les daba comida y los increpaba a que hicieran heroicidades en nombre de la libertad, en verdad eran irresponsabilidades sin tener por lo menos alguien político que hiciera contrapeso y pedagogía".
Sin necesidad de investigaciones engorrosas, usted puede darse cuenta que por sus opiniones en los últimos dos años por lo menos, opositores de la seriedad de Edgar Zambrano, o la ligereza de Delsa Solórzano, son capturados en deslices que le dan la razón a contundentes argumentos de revolucionarios muy duros, como Diosdado Cabello y Pedro Carreño
Jóvenes iniciados y gente experimentada en política, con sus pifias declarativas dan tema a articulistas y conductores de programas pro revolución, conformando un muestrario de por qué la dirigencia opositora es de una precariedad intelectual asombrosa. Los errores oficiales que admite el Presidente Maduro Moros y promete rectificaciones y luchas, ni siquiera les sirven a mal llamados líderes opositores, desorganizados y peleados entre si, en forma grotesca.