La xenofobia hacia los venezolanos en varios países de América del Sur está llegando a una escala verdaderamente alta, tanto que el odio y miedo irracionales de algunos habitantes de dichos países, les ha llevado a agredir de diversas maneras a los migrantes de la nación caribeña, llegando al extremo de asesinar en ciertos casos. Obviamente la xenofobia y sus consecuencias nefastas no pueden justificarse de ninguna forma, más allá de que un puñado de migrantes hayan estado involucrados en diversos delitos; la historia del mundo desde tiempos antiguos no puede ser abordada sin tener en cuenta la importancia de miles de movimientos migratorios en la formación y consolidación de numerosas entidades político-territoriales, y esos mismos países donde hoy día es notable la xenofobia hacia los venezolanos, se formaron en buena medida gracias a la inmigración, y además millones de ciudadanos de esas naciones emigraron al resto del planeta desde el siglo XIX, incluso a Venezuela.
Ahora bien, lo peor de la xenofobia no es la discriminación como tal, sino que el odio y el miedo crecientes en buena parte de la población están siendo aprovechados por ciertos Estados para ir proyectándola como una práctica social normal y cada vez más aceptada, y de paso implantarla como una política oficial. Ciertamente es poco probable que en pleno siglo XXI haya Gobiernos nacionales que directamente hagan alusión a la xenofobia como política estatal, pero si lo están haciendo de forma implícita por medio de medidas antiinmigratorias de tipo jurídico, social, policial, político y administrativo. Tristemente la xenofobia entre hermanos latinoamericanos avanza a pasos agigantados, en especial hacia los venezolanos, y algunos Estados la están asumiendo como política oficial aunque no lo admitan abiertamente. Pero cabe hacerse una pregunta en este contexto: ¿por qué justamente hay una xenofobia exacerbada hacia los venezolanos?
La respuesta a la interrogante del párrafo anterior no tiene tanto que ver con el elevado número de inmigrantes venezolanos en América del Sur, y sí con la estrecha alianza entre los Gobiernos de ciertos países y Estados Unidos. Considérese que la potencia norteamericana actualmente tiene planes macabros contra Venezuela, incluso militares, y no es casualidad que las élites de las naciones suramericanas en donde la xenofobia hacia los venezolanos es más notable, estén comprometidas de lleno con el águila imperial en sus proyectos nefastos. Exacerbar la xenofobia hacia los venezolanos, enfatizando implícitamente en que estos ciudadanos son responsables en gran medida de la inseguridad e inestabilidad social suramericana, significa tanto para Estados Unidos como para sus lacayos en América Latina, el crecimiento del odio y del miedo, y por tanto sería una de las excusas para ir preparando el terreno social-mental de cara a una agresión directa contra Venezuela; crecería el rechazo en la opinión pública hacia los venezolanos y así sería más fácil justificar para el Imperio estadounidense y sus perros falderos los ataques a los intereses venezolanos en la región, los asesinatos al azar y selectivos de personas de la nación caribeña en cualquier parte del orbe, una invasión multinacional a Venezuela y otros desmanes y tropelías.
Es indudable, entonces, que detrás de la creciente xenofobia hacia los venezolanos en algunas naciones de América del Sur, está metida la mano de ciertos Gobiernos nacionales y de Estados Unidos, quienes apuestan al odio y rechazo popular cada vez más notables, y a la posible aceptación masiva de acciones violentas contra Venezuela y sus ciudadanos. De manera que dicha xenofobia no es solamente una práctica de un puñado de individuos "patriotas-nacionalistas", sino una política estatal encubierta, cuyo objetivo no es más que crear las condiciones a nivel de la opinión publica para rechazar cada vez más a los venezolanos, que supuestamente representan un problema social, policial y económico para las naciones receptoras, y así justificar hasta una arremetida militar de Estados Unidos y sus aliados globales contra los intereses de Venezuela dentro y fuera del país caribeño. Por desgracia los Gobiernos y grupos poderosos entreguistas de algunos países latinoamericanos han logrado dividir a la región respecto a una visión común antiimperialista, estableciendo el panorama ideal para que el coloso norteamericano entre en acción a plenitud.
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