Al regresar de la "FarmaPatria" ubicada en el Ministerio de Comunicación e Información (Torre de la Prensa. Parroquia Altagracia, Caracas), me detuve como de costumbre a tomar el cafecito de Marcial, un abuelo militante y muy trabajador. Regresaba de mi perigrinar cotidiano en la búsqueda de medicamentos de récipe morado para mi madre que se expenden a muy bajo costo únicamente en este punto de la ciudad. Marcial me sirvió el cafecito, él se pone con sus termos de café cerca del Panteón Nacional, frente al Samán de la Trinidad hijo sobreviviente del Samán de Güere.
Iniciamos nuestra acostumbrada conversación. Me comentó que hay mayor estabilidad en el país al comparar la situación actual con la del año pasado. No es para menos, el apagón eléctrico que sufrió el país y en particular la privilegiada ciudad de Caracas en marzo del año pasado, traumatizó la vida de todos. De manera sincronizada fueron fallando los servicios de gas, agua y transporte entre otros servicios vitales para la ciudad, producto del golpe eléctrico. En esa oportunidad vio detenerse en seco su único medio de subsistencia. Fallaron todos los medios e insumos primordiales para llevar el exquisito café a su fiel clientela. Sintió que Caracas era una isla sitiada. Remató diciéndome que nada de eso era casual y esa oscurana ayudó a fortalecerlo como un verdadero patriota. Hoy a diversificado la siembra en su extenso terreno de los Valles del Tuy y siembra un 45% del café que expende en el casco histórico de la ciudad. Si vuelve a ocurrir un golpe similar, ya cuenta con casi la mitad de la materia prima de su principal actividad productiva.
El Barista prosiguió con su popurrí de temas. Observó al Samán de la Trinidad que teníamos de frente y me dijo que él tiene un Samán en su terreno, aunque actualmente está muy enfermo. Las plagas lo han perjudicado, una especie de caracoles que le han producido unas perforaciones en sus hojas y detectó unos hongos en el tronco. Está estudiando un remedio que investigó por la web a base de ajo. Con picardía comentó que cumpliría dos funciones sanar al Samán y espantar los vampiros chupa sangre. El árbol es muy frondoso, tiene 15 metros de altura, su copa ya le alcanza los 20 metros de diámetro. Quiere prevenir que el árbol muera, sabe que tiene chance. Las bondades que le da el árbol son innumerables: sombra, propiedades medicinales y espirituales. Dice conversar cotidianamente con el árbol y afirma que le responde… ¡aunque no me creas ese Samán es mi amigo!
Para todos los venezolanos el Samán tiene un valor simbólico y cultural. Es objeto de veneración por nuestros aborígenes. Está entrelazado con el devenir de la Revolución Bolivariana. El Samán del valle de Güere (vocablo indígena que significa rayado) ubicado en Turmero-Estado Aragua probablemente dio sombra a nuestros padres Caribes en el proceso del rayado de la yuca. También acobijó a nuestro Ejército Libertador y Simón Bolívar recibió clases del Maestro Andrés Bello debajo de su copa. Hace 38 años fue testigo del juramento de los jóvenes oficiales bolivarianos que rescataron el espíritu vanguardista, popular y libertario de nuestro ejército libertador que los llevó a insurgir el 4 de Febrero de 1992 partiendo en dos la historia contemporánea de nuestro país y del continente.
Hablar del Samán nos conduce directamente a Chávez. Esta semana conmemoramos 7 años de su siembra, un Samán único, intachable y eterno. Su amplia copa alcanza a todo su pueblo. La Historia nos está demandando un papel heroico, que no podemos eludir. Las plagas que lo asechan debemos identificarlas, diseñar nuestro plan de saneamiento y extirpar de raíz lo que no sirve. Preparemos las ristras de ajo y ahuyentemos los vampiros que buscan desangrar nuestra revolución. Hacerse el loco con las plagas, no sólo mataría al Samán, sino que dejaría sin amigo a Marcial y traicionaríamos el legado y compromiso histórico con la patria que nos dejó nuestro líder eterno. ¡Estamos a tiempo!