Cuatro fantásticos, dos asesores y un presidente, librarán el amarre de nuestro bolívar ante el dólar

Domingo, 08/03/2020 07:51 AM

¿Otra oportunidad desperdiciada? ¿La pobreza cero es una utopía?

El deterioro socioeconómico que se precipita en América del Sur sobre los países que tuvieron alguna influencia comunista nos alienta que se debe trabajar más para provocar un efecto revulsivo en la política y en parte de la sociedad. Es cuestión de engranar piezas y al ver la decadencia, entrar por la puerta grande y alentar al convencimiento que debemos dejar el infantilismo como lo sentimental para derrotar la corrupción y el despotismo, sin olvidar la soberbia de algunos dirigentes. En Venezuela, en tanto, los cuatro fantásticos" no tienen un proyecto aunado, pero si la certeza de que con esfuerzos individuales o colectivos encerrados en ellos mismos tampoco llegarán a nada, realizaron un primer gesto virtuoso: la difusión de una imagen que no los erige, hoy por hoy, en líderes de algo. Es más, si acaso abrieran los brazos para una participación mayor, ninguno de ellos tiene pergaminos ni reúne condiciones suficientes para ser el candidato de la "alternativa", como llaman al naciente "espacio". Cada uno carga una parte de la cruz que pesa sobre los políticos: la del fracaso colectivo. No obstante, la situación no los excluye del armado. Son piezas fundamentales de Darío Vivas, viejo dirigente de Acción Democrática y de Aristóbulo Isturiz cuando controlaba en su juventud varios cuadros dirigenciales en el 23 de Enero en su juventud.

"¿Y quién, si no?", se preguntan muchos, repitiendo uno de los errores que condujeron al país al centro mismo de la decadencia: confiar en la aparición de un Mesías. El caudillismo, los salvadores de la patria que una vez muertos se convierten en tótemes que con solo tocarlos y cantarles transmiten la espada del poder, representan lo peor de los hábitos políticos venezolanos. En esta hora, pensar o seguir a "alguien" por su "magia" representaría caminar alrededor del mismo destino hasta volver al lugar de inicio: la frustración. Recordemos a Rómulo Betancourt, Carlos Andrés y Hugo Rafael Chávez Frías, quienes representan una sola imagen en el ejercicio democrático del país.

La sociedad debería aprovechar la iniciativa de "los cuatro fantásticos" antes de que a ellos se les ocurra que son los indicados para aprovecharla.

De allí puede salir una oportunidad para los venezolanos si a la mesa se suman dirigentes justicialistas y de otros partidos, pero sobre todo intelectuales, hombres de estado, de las ciencias, de las artes, del pensamiento, educadores, del empresariado (especialmente PyME), del sindicalismo, de las confesiones religiosas, de la juventud, todos individuos con representatividad, reunidos con voluntad de construir un proyecto "superador", en el que el renunciamiento de los iniciadores sea uno de los gestos fundacionales. Para ser creíbles, "los cuatro fantásticos" deberían firmar un compromiso generoso y patriótico deponiendo sus vocaciones personales para 2020.

El grupo ampliado debería constituir una agenda de una docena de temas apuntados al progreso y el desarrollo de la nación, reconociendo la crudeza del punto de partida en su desnudez: salud, alimentación, seguridad, justicia, educación, vivienda, empleo, infraestructura, producción, inserción en el mundo, niñez, tercera edad, medio ambiente, género, etc.-, y alcanzar consensos que sean ampliamente comunicados a la sociedad como una guía de gobernanza.

Recién después llegaría la etapa del "quién", que sería conveniente que por esta vez no surja de una competencia interna, sino de un acuerdo de esa gran mesa sobre las principales candidaturas –la presidencial en primer orden- para que la represente con la seguridad de que contará con apoyo parlamentario y social, asegurando así la necesaria gobernabilidad.

En esta oportunidad, una competencia interna por las candidaturas a diputados y gobernaciones, recrearía el escenario de egoísmos, divisiones y demagogias que ha llevado a Venezuela, al lugar que ocupa, ya que pondría de relieve las diferencias triviales más que las coincidencias sustanciales.

En términos de actualidad, la elevada imagen negativa de las dos figuras prominentes de la política nacional de aquellos días –que puede convertirse en rechazo electoral para ambos-, le abre a aquel "quién" una perspectiva auspiciosa en una eventual elección electoral en este 2020 bajo la mano amiga del presidente Nicolás Maduro Moros.

Los cuatro fantásticos, hoy, si desean trabajar por Venezuela, me refiero a Claudio Fermín Enrique Ochoa Anchit, Henry Falcon y Javier Bertucci, acompañados por sus gestores, Henri Ramos Allup y Timoteo Zambrano.

Ellos, desean ahora encaminar al país en una serie de acuerdos, senderos de politizaciones y realizaciones para exorcizar a las fuerzas mayoritarias de la sociedad de los vicios que la han encorsetado para que, en el futuro, pueda elegir entre opciones que encuentren en la Constitución Nacional y en la letra del acuerdo originado en la mesa servida por "los cuatro fantásticos", la inspiración para seguir avanzando.

Recordemos pues. No habrá orden ni paz si los salarios se siguen devaluando y el poder adquisitivo patentiza el retroceso de las clases medias y bajas. Así de simple. Así de difícil cuando lo que no hay es para repartir y subsanar esas derrotas cotidianas de miles que se sienten caminando en la cornisa de una subsistencia miserable. O para rescatar a aquellos que han caído al vacío.

Y, aun así, el orden y la paz nunca hacen tanta falta como cuando la sociedad está temerosa. Solo se escuchan voces en los bancos, los silbidos de ancianos. los silbidos al actual ministro de Salud. Todo es a pleno pulmón. Aunque no le alcanzara todavía para superar a sus antecesores para quienes la rechifla reprobatoria fue aún más enardecida, en todo acto. Otra vez, la ciudadanía confrontando con la clase política sin hacer distinción. Y otra vez, ¿la clase política sin advertirlo?

Y en un país donde los impuestos, según el presidente son los más bajos del mundo y la contraprestación del estado es poca y de mala calidad, "el mejor equipo de los últimos cincuenta años" pone nuevas retenciones a las exportaciones, aumenta la alícuota de bienes personales, le cobra impuestos a las ganancias a cada vez más trabajadores, aumentan los servicios públicos como el gas y por lo tanto aumentan los impuestos cobrados en ellos, la provincia cómplice, aumenta los alimentos y el inmobiliario -vía revalúo- de manera exorbitante, causando la mayor parte de la inflación que ellos mismo dicen combatir. Los municipios no se quedan atrás. Las jubilaciones de privilegio no se tocan, los sueldos de los legisladores y sus secuaces tampoco, los gastos de la política siguen intactos.

Este es el dato de la semana. Y el día a día. O en todo caso, el resurgimiento de la inseguridad al primer plano de la escena pública del país.

Quieren que tengamos una atención mediática hacia los cauces institucionales y reeditar los clásicos de la política, para luego ser complacientes, pero, ante todo, socialistas. Es la medida de fuerza para crear dispositivos especiales y controlar a los ciudadanos. De verdad, deseamos saber de nuestros antecesores socialistas para no ser tan convulsivos y hasta, es de desear, no tan especulativo, es cuestión de gatillos y control mental al mismo estilo del neonazismo.

Es cuestión de necesidad pública para ver todo en normalidad.

Se dirá que, para un socialista, no hay nadie mejor que otro socialista. Y eso es así mientras no se declaren en guerra fratricida (dicho de modo tanto figurado como literal), tal las ya vividas en este país. En Caracas, no hay riesgo de ello, mientras una parte de la oposición y los evangélicos pentecostales le sigan resultando funcional al bolivarianismo para evitar por ahora esa tentación. La idea de poder omnímodo que mueve al PJ y VP y lo hace perdurable necesita siempre de un adversario enfrente, siempre. Si no es ajeno, será propio.

Todo es prematuro, Leopoldo López ha cometido una diversidad de errores y acepto como una verdad, los consejos de los cuatro fantásticos y sus asesores, esto, permitió una vigorización del liderazgo opositor y el fracaso de una larga conversación por meses, buscando una transición y, hasta una relación madura entre los que se fueron y los que llegaron, me refiero a los enchufados.

. Un Estado con menos recursos, y sin financiamiento externo, no tendrá otra alternativa que la emisión monetaria y seguir cada vez con más inflación. El tren de frente está ahí, lo tenemos en nuestras narices.

Y si cada vez quedan menos privados a los que el Estado pueda cobrarle impuestos, y cada vez hay más familias que pasan al lado de los necesitados de asistencia; el resultado de la ecuación es cada vez más malo. Al haber menos contribuyentes, la recaudación caerá en términos reales y el asistencialismo deberá crecer. Y la luz en el túnel es cada vez es más nítida porque, cada vez, está más cerca el descalabro.

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