La cuarentena social y la profilaxis social

Viernes, 20/03/2020 06:45 AM

UNO

En la urbanización de clase media y media alta, El Cafetal, cerraron las vías de acceso para proteger a sus habitantes del coronavirus. En Petare, desde la redoma hasta el barrio JFR, hasta el día de ayer, después de tres días de cuarentena, la gente camina por las calles y haces sus compras a los buhoneros, y éstos sus ventas de siempre, como si nada pasara.

La gente del cafetal que tiene con qué alimentarse, asearse, distraerse, pero le teme a la infección del coronavirus, y por esas condiciones tan especiales se encierran de forma exclusiva en su territorio liberado. La gente de Petare, que no tiene como almacenar ni acumular recursos de de ningún tipo, que se alimenta de forma precaria, tiene que salir a la calle a buscar el alimento y esos recursos diariamente; unos venden al detal, otros comprando el diario, y entre unos y otros intercambian, por ejemplo, leche por plátanos o carne, arroz por cloro y jabón; como pueden, se rebuscan la vida.

La crisis y las medidas que se han tomado tienen una marca clasista como sello particular. Los trabajadores tienen que comer y trabajar para que las empresas funcionen y no las cierren. Con muchos de ellos el gobierno puede ser más flexible. Ese grupo puede salir a la calle con sus tapabocas y viajar en el metro y en el tren. En El Cafetal los supermercados y centros comerciales estarán abiertos, pero en exclusividad para los habitantes de esa zona. Los habitantes de Petare se pueden contaminar. Ni a ellos ni a las autoridades, hasta ahora, les importa. Da igual: para los más pobres no hay hospitales ni camas de “cuidados intensivos”. Y eso es lo menos importante; primero deben alimentarse y alimentar a sus familias.

En épocas de crisis como esta, planetaria, imponderable, donde todos corremos riesgo de morir, las exageraciones no existen, todo es verosímil. Una anciana iraní de 103 años sobrevive a la infección, por ejemplo. Lo que resulta imposible es que el capitalismo sea compasivo. Los estados capitalistas protegen al capitalismo por encima de la gente, y a la gente de plata por encima de la chusma. Nacionalizan las empresas para que no quiebren, luego las entregan a sus dueños originales. Maduro, que se auto califica de socialista, paga las nóminas de la PYMES, pequeñas y medianas empresas. Muchos de estos empresarios viven en El Cafetal, aislado de la propagación del coronavirus, y sus empleados más pobres viven en Petare, expuestos al virus porque deben comprar comida diariamente, antes de que se les esfume el dinero bajo el efecto de la hiperinflación. – Si no se permite el comercio informal mucha gente morirá, además del virus, de otras enfermedades derivadas del hambre, la desnutrición, la debilidad física y mental –. No es una exageración, pero cerrar El Cafetal puede ser una solución pragmática para la clase media, sin embargo el presidente del grupo Santander, en Portugal, acaba de morir a los 74 años de edad por coronavirus. Los ricos también lloran, cuando se trata de morir a causa de una peste que ni estados unidos controla.

DOS

El caso de la otra profilaxis social. Hace dos días, en la cárcel de San Carlos, en el estado Zulia, se fugaron 80 presos de los cuales fueron ajusticiados 35 por agentes del FAES y catorce capturados. No es fácil fugarse de una cárcel así. Y aun salieron 80. Pero es muy fácil matar a 35 presos fugados, solo hay que cercarlos y dispararles. Este es un país salvaje.

Hasta ahora no he visto que alguien haya protestado por esto. El FAES acaba, en minutos, con más vidas que las que el coronavirus pueda infectar en una semana. Si le preguntas a alguien “decente” sobre esta barbaridad, dirá que se trata de delincuentes comunes que nadie los quiere. Claro, lo mismo dice uno de los banqueros, delincuentes; menos comunes, “gente decente”, pero delincuentes. También son personas que nadie quiere, sin embargo ahí están y casi todos se mueren en sus camas. Yo les apuesto a que las FAES ha eliminado, hasta ahora, más vidas que las que pueda infectar el coronavirus en 15 días… Sería justo que el efecto profiláctico del virus eliminara ricos y pobres por igual. A uno se le quitaría esta sensación de asco.

Un banquero despiadado que cría banqueros despiadados no puede ser diferente de un atracador que cría atracadores, o a un asesino que cría sicarios. Hace unos años la empresa Nestlé contrató sicarios en Colombia para que mataran a los obreros que protestaran por los bajos salarios. Pero para los ojos de una señora que compra alcohol y tapabocas en un FARMATODO del Cafetal, los dueños de Nestlé son “gente decente”, y no son asesinos, igual que un terrateniente que ordena matar campesinos invasores... Tampoco son asesinos los agentes de las FAES que mataron a esos 35 fugados, pidiendo auxilio. Solo se convierten en asesinos cuando matan a un exaltado que intenta quemar a un motorizado negro con cara de chavista...

Por eso digo, este es un país salvaje: el capitalismo, y la sociedad burguesa, junto a su pacatería moral, es salvaje, o SON salvajes. Maduro trabaja para los capitalistas y aun así mucha gente cree, o quiere creer, o prefiere creer que el sujeto es socialista. Asociando socialismo con salvajismo, con retraso, con ineficiencia, con aprovechadores y oportunistas, a esa gente enculillada se les simplifica el mundo creyendo eso, desde sus anhelos burgueses, o pequeñoburgueses, de una clase informe y aspirante que se autocalifica orgullosamente como la clase media.

Por último, ya comenzaron los saqueos, en el Zulia, en el mismo estado donde mataron a los 35 presos fugados. Espero que no comience la masacre prevista dentro de la lógica de la profilaxis social. Un consejo: Mientras tengan comida en sus casas señores lectores, los invito a que no salgan de ellas, porque “pobre no es gente”.

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