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Ante la censura, paciencia: ¡El árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces!

Domingo, 05/04/2020 08:59 AM

"La impaciencia entorpece el pensamiento y lo transforma en impulso. La paciencia es inteligencia, por lo tanto es equilibrio y armonía del espíritu". NORYS URIBE SANTANA.

La paciencia dice un viejo proverbio que es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces. Quizás su amargura radique en poder, llevar a la práctica justamente en momentos que se hace muy complejo hallarla, y casi imposible preservarla.

Nos impacientamos, cuando un accidente se sale de control, una enfermedad nos doblega, los expertos lo primero que nos aconsejan es tener paciencia, de modo alguno no hay que perder la razón, la calma, y la armonía en estos días aciagos de peste, y crisis económica. Precisamente, como estamos mal por cualquier motivo nos deprimimos, y se entra en gran círculo vicioso del cual es muy difícil después salir, porque parecería que todos los problemas se van desencadenando unos detrás del otro.

Para poder lograr estabilizar la paciencia, según los especialistas en la materia consultados, primero hay que entender lo que nos sucede, analizarlo, para después de manera muy paciente lograr avanzar lo más seguro dentro del marco de las posibilidades. Pero para llegar a ese punto debemos evaluar muy bien dónde estamos ubicados, y por qué hemos llegado a esta situación, qué es lo que nos ha sucedido, para entonces tener muy claro en qué dirección continuar. En ese preciso momento es que necesitamos hacer un alto en el camino.

Tomás de Aquino consideró que: "la paciencia es la virtud que se relaciona con una virtud, la de la fortaleza, que le impide al hombre, distanciarse de la recta razón iluminada por la fe, y rendirse ante las dificultades, y las tristezas"

Hoy cuando el hambre, la mala calidad de vida, y la peste del covid-19. Además del: "veto, y la censura", este servidor se retira a un: "reposo forzado" pero corto, más allá de encontrar la paciencia, me ha sido muy fácil perderla sobre todo cuando las dificultades se interponen, en el camino, y nos juegan una mala pasada. Para no perder la paciencia requiere de mucho ejercicio, reposo y tranquilidad, y ser consciente que ante el intento por desequilibrarnos, debemos poner mucho de nuestra parte para continuar adelante con la paciencia de Job. ¿Cómo continuar la lucha en este campo minado?, es una decisión muy personal, pero seguramente tengo fe en algo, quizás en la misma decisión, se que ahora el camino a la buena vida del pueblo venezolano, va hacer mucho más seguro.

Siempre se dicho que la intolerancia, y el tu-tun, van de la mano con la impaciencia, así como la tolerancia va de la mano con la paciencia. Son dos vocablos que parecen ser hermanos, porque para ser tolerante cuando se dice ser de izquierda, con espíritu democrático, y respetuoso, de las leyes, y de la constitución, hay que ser paciente, de este modo para poder comprender a los que ejercen el poder, y los tengamos en nuestras filas, aunque sus procederes no estén en nuestros pensamientos.

Cuando se pierde la paciencia ante la incapacidad manifiesta de controlar un ‘hipervirusinflacionario’ parece que un fusible se calienta, y todo se va a tierra, ante la menor contrariedad, entonces allí el todo, queda perdido en un apagón, hasta que alguien decide restituirlo, para mejorar el buen vivir, y el día a día del sufrido pueblo venezolano.

Por este motivo venezolan@s sobrevivientes: "la paciencia en estos momentos de enojo evitarán 20 años mas de dolor", porque si seguimos vetando, censurando, y callando, cuando hierve la sangre de nuestro pueblo, si escuchamos las quejas diarias, que hacen estallar nuestros oídos, y respiramos cuando parece que el aire no llega a nuestros pulmones, entonces todavía no hemos logrado hacer pasar la paciencia, para que luche a nuestro lado, y nos acompañe antes de que se siga cometiendo un acto de barbarie, que pagaran con creces nuestros, hijos, nietos y bisnietos.

Asimismo, la ansiedad en la que vivimos atrapados, producto de la especulación, y escasez atroz con la gasolina, que nos acecha, conlleva a que seamos personas impacientes, insatisfechas, inseguras, y de este modo nos llevan a un mal puerto de aguas bravías. En un ambiente hostil, donde no hay lugar para la calma, el relax, la reflexión, y donde tampoco existe lugar para la tolerancia.

Y como lo dice el titulo de este articulo:, "la paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces", y esa raíz es amarga porque hay que saber escuchar, observar, callar, comprender, hasta que el poder se ponga en el lugar del pueblo que sufre, de este modo surgirán los frutos dulces, la recompensa, y tendrá lugar la tolerancia.

La tolerancia se imparte en el buen trato entre el gobierno, y sus gobernados, y los burócratas, porque con el respeto, y dignidad, con el que traten a nuestro pueblo, también serán tratados. Las fuerzas militares, y policiales desplegadas en las calles de Venezuela, al no ser respetuosos con las personas, dejan de darle paso a esa virtud, tan escasa hoy en estos días de pandemia, y casi en vías de extinción, llamada tolerancia.

Parece que es muy difícil ponernos en el lugar del pueblo de a pie, ver que las perspectivas cambian, los significados, los ángulos, las miradas… y es que todo depende del cristal con que se mira, hoy todos somos diferentes, aunque ante la ley somos iguales como personas, desde lo personal nos diferenciamos, y de allí el respeto por las ideas, pensamientos, filosofías, religiones y modos de vida. ¿La CRBV nos da el poder de juzgar, o no tolerar determinadas cosas, son los militares más importantes que los demás venezolanos civiles? Somos ciudadanos con derechos, y obligaciones, y dentro de ellas debemos respetar a nuestro pueblo, para que del mismo modo sean respetados.

Para lograr la ansiada paz, y convivir en armonía, la tolerancia es primordial, para que proliferen todos los colores partidistas, todas las ideas, todos los pensamientos, pero siempre respetando a quienes no coinciden con nosotros, porque cuando disentimos con educación, intercambiando opiniones con altura, con argumentos coherentes, podemos desde esa instancia dar comienzo a nuevas oportunidades de diálogo, y de entendimiento.

José Saramago sostenía la tesis de que es mejor no convencer a nadie, ya que: "el trabajo de convencer", para él, "era una falta de respeto, era el chantaje, o el intento de colonizar la mente del contrario, u oponente". Y quizás he aquí una de las claves por las cuales los llamados "revolucionarios o colectivos" no son tolerantes, porque en su afán por defender su "proceso", en contra de las ideas, sueños, anhelos, intentan convencer a todos los que los rodean con violencia, olvidando que así como ellos tienen los suyos, los otros son tan válidos como los de ellos.

Tolerar no significa ser indiferente, sumiso o indulgente, significa compartir con otras ideas, el diálogo, el intercambio de opiniones, pero siempre defendiendo con argumentos en lo que se cree, y se piensa.

Otro problema de los llamados revolucionarios es que no saben escuchar. Escuchar es un arte, pues no todos ellos, se brindan amablemente con sus cinco sentidos frente a una conversación. Ya que esto requiere de un proceso de concentración para absorber, procesar y pensar, el cual son tres verbos muy relevantes.

Pero como el poder vive cargado de provocaciones, no logran concentrarse plenamente en el diálogo eficaz. Para eso es necesario, focalizarse en la conversación, con tolerancia, y paciencia para poder abrirse a la comunicación fluida. Esta ha sido una de las grandes fallas a la hora de dialogar.

Escucha quien puede, quien quiere, quien lo cree necesario, quien está dispuesto a debatir como salir de este atolladero, quien aún le importa Venezuela, quien siente que su corazón aún late, y quien desea ser útil a su patria.

Quizás estos años de destrucción nacional, son los mejores aliados a la hora de entender que la paciencia junto con la tolerancia son síntomas de madurez, y de crecimiento político. Algunos políticos de ambos bandos les cuesta más llegar a esta conclusión, y a otros menos, todo es cuestión de las cartas que se pongan sobre la mesa, pero a la larga todos se tropiezan con alguna piedra que los hace ver que la impaciencia, y la intolerancia no conducen a ninguna parte.

Por eso, si no se respetan las opiniones, de lo que las demás personas piensan, y escriben, significa que no hemos aprendido a escuchar, a comprender, a aceptar la existencia de la diversidad, en definitiva implica, el no reconocer nuestros errores, y admitir que no somos perfectos. De este modo, damos el mal paso para cultivar la intolerancia, frente a la tolerancia. Por eso la frase muy asertiva de Sartre cuando dijo: "Nadie es como otro. Ni mejor, ni peor, es simplemente otro".

Cuando el gobierno le da paso libre: a la represión, destrucción, profanación, prejuicio, expulsión, exclusión, estereotipos, intimidación, hostigamiento, discriminación, ostracismo, y a la segregación, esta sembrando la destrucción del venezolano, que ante esto opta por huir del país, por lo tanto el gobierno bolivariano para conseguirá la tan ansiada paz tiene que abrirle paso a la tolerancia. Si le dicen sí a la tolerancia en el alto gobierno, podrán entonces cultivar: ese árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces, que en definitiva serán los que proporcionarán oportunidades para ser más tolerantes, fraternos y solidarios, en pos de reconstruir a la patria grande llamada Venezuela.

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