La última cena, que cambió todo: ¡Venezuela, la ‘peste política’ que nos encerró a todos!

Viernes, 10/04/2020 10:20 AM

"En el análisis psicológico de las grandes traiciones encontraréis siempre la mentecatez de Judas Iscariote". Antonio Machado.

Cenó con sus amigos, les lavó los pies, y les dio el mandamiento que lo hacía todo nuevo: "Amaros como yo os he amado". Casi nada. Después nos dejo la Eucaristía para quedarse con nosotros. Y desde entonces allí sigue su Corazón de amor, escondido para los expertos, y listillos pero disponible para quién quiere quererle. Como nuestro sufrido pueblo venezolano: "En la cárcel del Sagrario ¡Qué presencia hay tan hermosa! Yo le quiero decir al calvario que nos impresione a ambos". Hoy es Viernes Santo, y Dios va a morir por nosotros. Dulce y triste Venezuela... ¡Bendita seas Dulce Venezuela!, no debe haber miedo a esta hermosa entrada, Recordando que hoy es un día Santo, y el don de la Institución de la Eucaristía, donde se quedaría por Amor. No hay que olvidar la fe cristiana, y seguir siendo muy críticos con la política del ´proceso’, dosificando bien el sarcasmo.

El primer día de la Fiesta de los Ázimos, los judíos sacrificaban el cordero pascual. Por eso los discípulos, siguiendo las instrucciones de Jesús, prepararon el cordero y lo hicieron inmolar en el templo. Lo comerían juntos, con lechugas silvestres, diversas clases de hierbas que usaban como ensalada, salsa, un preparado de higos, dátiles y granos de uva formando una pasta y rebanadas de pan ázimo, es decir, pan sin levadura.

Los discípulos, pues, preguntaron al Señor dónde quería celebrar la cena; y él les indicó cómo podrían encontrar la casa. Prepararon todo en una sala con mesas y bancos acolchados, y al atardecer, cuando llegó la hora, Jesús se puso a la mesa y los apóstoles con él para celebrar la cena pascual. Jesús les dijo: "Cuanto había deseado que llegara el momento de comer con vosotros esta Pascua antes de mi pasión porque será la última vez". Luego se humilló y sabiendo que era Señor de cielo y tierra, quiso enseñar a sus discípulos el valor de la humildad y del servicio.

Y aunque había amado a sus discípulos, los amó hasta el extremo. Se levantó de la mesa y se quitó el manto. Tomó una toalla y se la ciñó a la cintura. Después, cogió una palangana llena de agua y comenzó a lavar los pies a los discípulos. Era costumbre entre los judíos lavarse los pies al entrar en casa ya que iban en sandalias o descalzos y los caminos eran de tierra. Además, era un signo de acogida cuando llegaba un invitado, y los criados y siervos lavaban los pies a los invitados al entrar en casa.

Por eso, cuando llegó al sitio donde estaba Pedro, esté quería negarse, ya que admiraba demasiado a su Maestro al que había reconocido como Dios. No podía entender que Jesús le lavara los pies como si fuera un siervo o un criado. Pedro le dijo: "¡Señor, tú lavarme los pies a mí!, ¡De ninguna manera!" Jesús le miró y le contestó: "Lo que yo hago ahora, tú no lo entiendes. Lo entenderás más tarde". Pedro le volvió a decir: "¡Jamás me lavarás los pies!". Entonces Jesús le dijo: "Si yo no te lavo los pies, no puedes ser mi discípulo, y ya no serás amigo mío". Entonces Pedro contestó: "Señor, en tal caso no sólo los pies. Lávame también las manos y la cara". Jesús le dijo: "No es necesario, Pedro, vosotros estáis limpios aunque no todos". Después de lavarles los pies, se puso el manto, se sentó a la mesa y les dijo: "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis Señor y Maestro, y decís bien porque lo soy. Pues bien, si Yo, el Señor y el Maestro os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros unos a otros. Yo os he dado ejemplo para que vosotros hagáis lo mismo. Os aseguro que el criado no es más que su amo, ni el enviado más que quien lo envía. Ahora ya lo sabéis y si hacéis esto seréis felices". Entonces se pusieron a cenar.

Cuando estaban cenando les dijo: "Uno de vosotros, que come conmigo, me traicionará". Todos se asustaron, y, entristecidos, le preguntaron uno tras otro: "¿Señor, soy yo? ¿Soy yo?" Jesús les dijo: "Es uno que mete su mano conmigo en el plato. Yo debo ir por el camino que mi Padre me ha destinado. Pero ¡ay del hombre que traiciona al Hijo de Dios! Le sería mejor no haber nacido". Jesús mojó el pan y se lo dio a Judas Iscariote. Entonces Jesús le dijo: "Lo que vas a hacer, hazlo pronto". Judas tomó el bocado y salió enseguida. Era de noche.

Mientras estaban sentados a la mesa, tomó Jesús pan y pronunció la acción de gracias. Luego lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomad y comed. Esto es mi cuerpo". A continuación tomó el cáliz con vino, oró sobre él, les dio a beber a todos y dijo: "¡He aquí la nueva alianza de Dios con vosotros! Esta es mi sangre que será derramada por muchos. Ya no beberé vino sobre la tierra hasta que vuelva a beberlo en el reino de mi Padre". Seguidamente cantaron el himno de alabanza a Dios y salieron juntos al monte de los Olivos. Marcos 14, 10-11

Los sacerdotes y los fariseos se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote Caifás, y celebraron un consejo para ver de qué modo podían apoderarse de Jesús, y darle muerte. No querían que coincidiese con la fiesta de la Pascua, para que el pueblo que seguía entusiasmado a Jesús, no se amotinase contra ellos. Judas Iscariote, el discípulo que traicionó a Jesús, decepcionado y avariento de dinero y de poder, fue a verlos y les dijo: "¿Qué me dais si os lo entrego?" Ellos se alegraron y le prometieron darle treinta monedas de plata. Judas aceptó el trato y buscaba la ocasión para entregar secretamente a Jesús a sus enemigos. Fuente: criece/mec.es

Moraleja: ¿Algún día alguien contará las últimas palabras de Hugo Chávez antes de morir, a sus sucesores, sería: "el de agárrense el poder eternamente, y encierren a los venezolanos como becerros, caso coronavirus 2020" creo, que no?.

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