Felicidad e infelicidad

Martes, 21/04/2020 06:56 AM

La felicidad y la infelicidad, son caso límite contradictorios borrosos tocantes y recíprocos, que ha de tener, por la calle de en medio, su medio, esto es el tercio incluso aristotélico profundo, la felicidad mottaliniiana pura profunda. Esto deviene de la información que nos lega Rusia Today en Español en su página web, https://actualidad.rt.com/actualidad/350441-sobrevivir-autoaislamiento-hombre-solo-aldea-explicar, del 20/04/2020: "Fausto Mottalini, de 69 años, tecnólogo en medicina nuclear, lleva 14 años solo en una aldea, y, expresara que "La felicidad nace del interior", y, explica cómo pasar la cuarentena y sacarle provecho al autoaislamiento. La pandemia del covid-19 ha obligado a más de la mitad de la población mundial a vivir en un régimen de autoaislamiento. Desde 2006, la aldea alpina Sostila, en el norte de Italia, cuenta con un único habitante: Fausto Mottalini, de 69 años. En plena pandemia del covid-19, que ha obligado a más de la mitad de la población mundial a vivir confinado en un régimen de cuarentena, Fausto ha explicado a South China Morning Post Pese a que su pueblo se encuentra en Lombardía —la región italiana más azotada por el nuevo coronavirus— Mottalini dice sentirse seguro y protegido en la pequeña granja que habita, pues no tiene vecinos y los turistas rara vez se dejan ver. Mottalini asegura que nunca se siente solo. La felicidad pura solo puede venir de nuestro interior si estamos listos para explorar nuestras vidas interiores, no de acumulación de objetos o de riqueza, opina Mottalini, recalcando que cuando morimos no nos llevamos consigo nada de lo que tenemos. Considera que la gente debe utilizar su tiempo de aislamiento durante la cuarentena para meditar sobre lo que, realmente importa en la vida: nuestras acciones y cómo podemos mejorar nuestra existencia. Todos deberíamos aprender a estar solos para descubrir realmente quiénes somos, amarnos a nosotros mismos y nuestra propia compañía, la alegría es algo individual. Fausto Mottalini, es amante de la soledad dice entender que a muchos les resulte difícil permanecer estos días en sus casas. No obstante, el hombre reconoce que lamenta no poder ir a visitar a sus hijas, que viven un poco más abajo en el valle, debido a las restricciones de circulación impuestas por el Gobierno italiano, aunque entiende que estas medidas son necesarias. Asimismo, opina que deberían pasar más comedias por televisión para que la gente pueda relajarse un poco. El zumbido social no es lo mío, continúa Mottalini. Puesto que en su aldea no hay ningún comercio, allí apenas se ha notado el estado de alarma en que vive el resto del país. En Sostila nadie me molesta, añade este solitario empedernido, que —asegura— no piensa abandonar por nada del mundo este lugar mientras la salud se lo permita."

La felicidad y la infelicidad, aspectos límbico antagónicos difusos tangenciales corresponsales, tanto como los casos límite contradictorios borrosos tocantes concordantes, exceso y defecto, consciente e inconsciente, que tienen al tercio incluso aristotélico profundo y a la felicidad mottaliniiana profunda pura, por la calle de en medio, al que tienden y del que trascienden las síntesis de careadas confrontaciones enfrentadas, en el movimiento real histórico ludovicosilvaiano en eterna noria notoria, si ahí, en la unidad de contrarios, si ahí en la lucha de contrarios, en el cambio, en la reciprocidad en la transformación del careo de lo cuantitativo y de lo cualitativo, sin saltos ni vuelos en una difuminación continua espectral del trecho estrecho arrecho del dicho y del hecho de todos los casos límite contradictorios borrosos tocantes recíprocos, y, con dispuesta grafía gratificante en el lienzo pictórico blanquinegro del yin y del yang, del cubismo y hoja compositiva legeriana, tanto como el contradictorio borroso tangencial correspondiente 69 cojedeño. Sí, ahí, en la felicidad mottaliniiana pura profunda, en que ha de haber un equilibrio dinámico dialéctico difuso dialógico entre la felicidad y la infelicidad, que es la misma cosa que decir teorema directo y teorema indirecto de la diagonal del cuadrángulo rectángulo socrático mayéutico.

La felicidad y la infelicidad, el zumbido y el sordamente, son aspectos fronteros antitéticos aflictivos tocantes correlativos. Sí, ahí en la felicidad mottaliniiana pura profunda, tanto como la fe hebrea profunda, entre la certeza y la duda, entre la evidencia y la duda, entre la esperanza y la desesperanza, entre la convicción y la no convicción, entre lo visible y lo invisible, entre lo lógico y lo absurdo. Si la felicidad pura abismal abisal mottaliniiano, no es mas y más que lo cantado decantado del canto de Aristóteles, el tercio incluso estagirita profundo.

La felicidad y la infelicidad, el zumbido y el sordamente, decántanse de un mundo de contradicciones budaianas, de sucesiones armónicas contradictorias simultáneas heraclitoianas, es indudable, y, a buen seguro que el universo de Fausto Mottalini, tecnólogo en medicina nuclear, de 69 años, que lleva 14 años solo en aquella aldea paradisíaca contradictoria, ha de ser un dilatado lector espiritual del entendimiento de Buda y de Heráclito, padres fundadores las contradicciones, que Hegel no llevara en la cabeza siempre y que Marx tuviera de cabecera en la mente. Y, con digresión y sin digresión, por este universo de San Carlos de Cojedes, existen cuatro paradas obligatorias turísticas paradisíacas dueñas de cervisias gélidas polarinas, de la que la Polar Lorenzo Chantaje, ha querido extorsionar con su mermada producción alimentaria especulativa de suministro a la cadena Clap, pero claro, no está viendo a su imparable competitivo Juancho Guidómano Alimaña, que le superó en abultadas faltriqueras dinerarias con las últimas raterías Citgo Pato Donald Comiquita Trump, y, por encima de sus cervezas, que ya no es un dolor de cabezas para nadie, por el brinco del suelo al cielo de los precios, y, que al cocuy de penca se va el pueblo. Y digo que hay cuatro parajes paradisíacos obligatorios, cuatro botiquines con sus respectivos patios de bola: El de Jenobe, el de Tiburcio, el de Los Tangos y el de Canacho. Ese romántico universo contradictorio, de visitas obligatorias de poetas filósofos periodistas religiosos moralistas, que ven, in situ, a Dionisio Baco Pan, dios del vino de la caja de pan y del aguardiente, de los saraos y de las rumbas. Y, de recule a la cuaresma cuarentena cuadragésima como dice el filósofo cojedeño Roque Roco Pollo Ronco, y que de refilamento recurren al sitio de la tarántula tertulia tormentosa y las discusiones discursivas divagantes, y, que a buen seguro que el filósofo cojedeño, el que sostiene, el matar dos piedras con un solo y sólo pájaro, hubiera dicho en ampliada categoría contradictoria borrosa, a lo del tecnólogo médico nuclear, Fausto Mottalini, que la felicidad pura no solo puede venir del interior, sino también de la pantaleta, lo que enseñaría el filósofo cojedeño, su acentuado carácter feminista. Pues el Pollo Ronco es lector consuetudinario consecuente de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y ha señalado que nuestra Constitución es profundamente borrosa, y, por la calle de en medio, el medio, el Artículo 2º, en que la igualdad y la solidaridad representa el equilibrio dinámico dialéctico dialógico difuso, de unidad y lucha de contrarios, en el trecho estrecho arrecho del hecho y del Derecho, gobernado, el difumino continuo espectral, del dicho y del hecho, por el viejo monarca triste tercio incluso aristotélico profundo, tanto como la alegre felicidad mottaliniiana pura profunda. El preclaro filósofo cojedeño, dice que la CRBDV, ya no es excluyente sino incluyente, de todos los hombres y de todas las mujeres, de todo el hombre y de toda la mujer. Que la CRBDV, ya no es solo y sólo el hombre, sino inclusive incluso también la mujer. Helo ahí, lo del interior y la pantaleta, del querido filósofo profeta adsumiano feminista. Con digresión y sin digresión, los lugares hogares patio’e bolas turísticos bevitoreianos degli italiano en cuaresma cuarentena cuadragésima cojedeña, no ha de envidiar ni de envidar la paradisíaca aldea alpina Sostila, en el norte itálico de Fausto Mottalini.

Si la felicidad y la infelicidad, el zumbido y el sordamente, son aspectos fronteros antitéticos aflictivos tocantes correlativos. Entonces sea dicho que la felicidad mottaliniiana pura profunda, es tercio incluso aristotélico profundo. Ergo vergo sea dicho que el filósofo cojedeño Roque Roco Pollo Ronco, le han de roncan los motores sordos en la filosófica pragmática constitucional.



 

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