Años atrás se le dijo a diosdado que tenía una gran oportunidad histórica de corregir el rumbo errático que llevaba Venezuela dirigida por el madurismo. El muchacho del Furrial no tuvo oídos receptivos; al contrario, la maldición del poder lo encegueció y terminó en un programa los miércoles haciendo chistes y amenazando.
Ahora, cuando el capitalismo víctima de sus propios miedos se sumerge en una crisis brutal, imaginada sólo en el cine, y el país se encuentra gobernado por una cúpula que se regodea en el chisme, en mentir y relatar "noveletas" cortas, que gobierna en una burbuja de fantasía y nada le sale bien, sin ideas, la situación es de suma gravedad.
El mercado se paralizó, la circulación del capital se detuvo, no hay consumo, no hay producción, y capital que se detiene perece. El capitalismo agoniza; de ésta sólo saldrán victoriosos los gobiernos más inteligentes, los más capaces, los que sepan dirigir a sus pueblos por caminos de reconstrucción humanista y no de reconstrucción sobre los huesos de los humildes, de los desposeídos. Es imperativo, de vida o muerte, de existencia o extinción, construir un nuevo gobierno, un nuevo liderazgo que nos conduzca en este mar proceloso.
Ahora es el momento de hacer lo que diosdado no hizo. En aquellos momentos era más fácil, se trataba de rectificar el rumbo pragmático del madurismo, retomar el rumbo trazado, cumplir el compromiso adquirido. Ahora la situación es muy difícil, las crisis se superponen, a la crisis de un gobierno pésimo se suma la crisis del virus, y a estas dos se suma la crisis sistémica del capitalismo. La situación reclama medidas urgentes, para ya, reclama un nuevo gobierno.
De cómo se resuelva la crisis, de quién la resuelva dependerá el futuro del país. En esta supercrisis la derecha gringa pretenderá capturar el poder, es inminente su zarpazo, ellos saben que este gobierno no tiene la capacidad espiritual necesaria para encontrar un camino. Los oportunistas que están al acecho, propondrán un gobierno unitario sin personalidad, una especie de anestésico que campee el temporal, que lleve al país sin esperanzas hacia puerto de un nuevo pacto de punto fijo, una cuarta república, su objetivo es que la crisis no se haga revolucionaria. Estas dos opciones suponen una brutal represión. El descontento no encauzado por vías altruistas de construcción sólo puede ser resuelto con represión bestial.
Pero hay otra opción: es necesario proponerle al país un gobierno que restituya la pasión perdida, capaz de encender la llama de la conciencia de pertenencia a la sociedad, levantar el espíritu fraternal, el altruismo necesario para las grandes batallas, un gobierno que le diga la verdad a la gente, con moral para convocarlos a la gran batalla por la sobrevivencia. Esta crisis sólo se puede enfrentar con éxito, con sentido humanista, con un pueblo consciente, de elevado espíritu colectivo. Con este gobierno habrá sacrificios, habrá problemas pero de la supercrisis saldremos a territorios de felicidad. La crisis no puede ser excusa para entregar al país a los que han sumido al mundo en esta terrible triplecrisis, la crisis no los hace buenos.
Es necesario convocar a un comité de salvación nacional, de cincuenta a cien miembros representativos de los diversos sectores sociales, de donde debe salir el gobierno de emergencia. Esta medida nos salvará del caos que asoma en el horizonte. La Patria merece el mejor esfuerzo de sus hijos. Tienen la palabra los hijos de la prodiga Aurora…