A principio de la pandemia-covidca en ciertos círculos intelectuales de izquierda se dejó colar una supuesta democratización de las desgracias globales. En realidad un pequeño porcentaje de ricos (viajadores o viajones, como también se les dice) resultó víctima del nuevo coronavirus. Sin embargo, ese extraño microorganismo denominado covid-19 no parece ser un virus transclasista como se pretendió hacer creer, pues no afecta a todxs las clases por igual. Lxs ricos, como todxs sabemos, se las arreglan para ponerse en un mejor y más grande salvavida que los pobres.
Hablando de salvavidas, existen salvavidas de salvavidas. Al respecto me viene a la memoria cuando chavalo nos bañábamos en el río "Matiyure" y algunos compañeros inventaban salvavidas con tripas de tractor. Estas gigantes tripas o salvavidas tenían capacidad para cuatro y más personas, y fácilmente podían en el medio del río quedarse hasta dormidos, sin temor a ser empujados por una pavorosa corriente que siempre venían aguas abajo. Entretanto otros nos conformábamos con salvavidas fabricadas con tripa de motos en las que a duras pena soportaba el peso de quien la poseía, en caso de extralimitarse de peso o personas sin duda panqueaban al agua.
Esta alegórica remembranza infantil en plena pandemia viene al grano para formular la siguiente tesis sociológica:
El riesgo de contagio es proporcional a la condición de clase social y ubicación geoespacial de las personas. Esto es, a medida que usted se acerca a la cúspide de la riqueza y posee casa de veraneo o en un campo alejado de la ciudad, el riesgo de contraer la enfermedad se aproxima a cero. En el extremo opuesto, si usted es un pobre miserable, sin techo, perteneciente a una población flotante o migrante que se vale del rebusque y la aventura para poder subsistir junto a su familia, y además habita en una barraca hacinado en una populosa favela o barrio pobre, lamentablemente está a un paso de ser víctima de la pandemia.
- Vacunar contra el covid-19, muy bien y ¿contra el capital?
Apresurados por erradicar la pandemia causada por el nuevo coronavirus las distintas instancias de poder (político, económico y científico) están dedicado a: conocer el origen, y en romper "la cadena de transmisión del virus", y por otra parte, la más importante, en fabricar la vacuna para prevenir y evitar posteriores pandemias.
Frente a este apremio del poder para cuidar su legitimidad cabe reflexionar:
¿Y por qué no hablar también de interrumpir la cadena de transmisión de la riqueza en manos de los capitalistas para transferírsela a quienes realmente la produce?
¿Asegurará la futura vacuna contra el covid-19 que desaparezca el mal como arte de magia para todxs y para siempre?
¿Qué tal si este covid se queda por un rato largo o reaparece por oleadas como suele ocurrir?
¿Se sacrificarán como siempre los pobres en nombre de la fulana economía mundial?
¿A mi juicio, despandemizar la sociedad no basta con cortar la cadena de transmisión del virus, como tampoco cuenta definitivamente cantar victoria por haber descubierto la vacuna contra el coronavirus. Probablemente la ciencia se anote un triunfo y en cierta forma la humanidad será beneficiada. Aunque en realidad es una hazaña efímera que sólo logrará normalizar el funcionamiento de la antigua sociedad precovid-19; la misma sociedad programada a base del dominio del capital sobre el trabajo.
Como sabemos, esa lógica odiosa, primero el capital y luego el trabajo, explica la gran desigualdad social global. Y, por consiguiente, la responsable que en este mundo pandemizado desde hace mucho las tragedias no sean compartidas democráticamente. No es ningún secreto que unos cuantos multimillonarios tienen la capacidad de protegerse de cualquier terrible vendaval epidémico. Con sus grandes fortunas pueden adquirir los mejores salvavidas (tipo rueda de tractor); mientras millones de pobres (algunos) podrán a duras pena obtener pequeñas y deficientes salvavidas que los deja prácticamente en la intemperie.
Contentarse, entonces, con cortar la cadena de transmisión del covid-19 y obtener la vacuna para terminar con la pandemia es una alegría de tontxs. Por una parte se soslaya los grandes negocios de la industria farmacéutica, y por otra parte se omite la necesidad de cuestionar la actual sociedad de riesgo permanente propia del sistema de globalización capitalista, según el sociólogo U. Beck.
Más allá de cortar la cadena de transmisión del covid-19 y obtener la vacuna contra covid-19, el desafío es fabricar la vacuna contra la pandemización de la pobreza, así todxs por igual podrán disfrutar de buenos salvavidas. Sin embargo el asunto es que la despandemización de la pobreza sólo es posible mediante la igualación de la riqueza. Allí está el meollo del asunto y nadie quiere pensar ni actuar contra el capital. ¿Por qué será?
Profesor universitario