No basta con la escasez y altos precios de los productos de primera necesidad. Tampoco basta con el valor de cambio que aún se mantiene en forma especulativa (factor no tomado en cuenta por parte del gobierno como medida para bajar el alto costo de la vida), de la misma manera no tiene importancia para el gobierno el diseño de estrategias que permitan involucrar a los sectores populares en el monitoreo, fiscalización y control de los precios de los productos de primera necesidad, incluyendo el trasporte público, expendios de medicinas, vestidos, zapatos y por supuesto, alimentos en su conjunto y no en una pequeña lista que constituyen una porción ínfima de la dieta diaria.
El control del dólar especulativo es el primer paso que debe darse para evitar la especulación a nivel de los precios de los productos de consumo diario y debe ser la prioridad en la toma de cualquier decisión ya que de ella se deriva el resto de los ajustes, al menos en lo inmediato. De no hacerlo lo demás se cae por su propio peso ya que yo empresarios, comerciantes aducirán que ellos compran los insumos, a precio del mercado internacional por lo tanto los precios finales de los productos tienen que aumentarse. Una falacia que funciona en la economía atípica del país.
Este tema está ya tratado hasta la saciedad y el ejecutivo se hace oídos sordos intentando tapar el sol con un dedo al hacer creer que los empresarios, los comerciantes van a respetar el precio ajustado de la lista que el gobierno presenta a la opinión pública.
Pareciera que el ejecutivo cree que el pueblo olvida que una medida de esa misma naturaleza fue tomado al inicio de la guerra económica y el resultado fue que los artículos en referencia desaparecieron de los anaqueles y ya, mas nada, apareciendo posteriormente a los precios que a los comerciantes les dio la gana y sin que nadie hiciera algo por fiscalizar y lograr el cumplimiento por parte de los especuladores.
Se anuncia un nuevo reajuste al salario de los trabajadores. Pues, como es costumbre sin que nadie haga nada al respecto, el precio de los alimentos, acordados o no acordados sufrirá un aumento mucho más alto que el que genera el aumento del salario y mañana, lo que era ya prohibitivo adquirir, será no prohibitivo sino imposible, lo que se sumará a la ya agónica situación de la población de medianos, bajos o ningún ingreso.
Y sumado a esto, para terminar de condimentar el escenario, los cuerpos de seguridad del estado, la FANB, específicamente la GNB, está añadiendo al ya descontento del pueblo un elemento, un detonante con la venta de la gasolina a la comunidad. El cobro en dólares, el irrespeto a los horarios para la venta a los empleados públicos, personal de salud, público en general, la prepotencia, altanería, abuso de autoridad hace que para que un ciudadano pase dos días en una cola para que apenas le surtan 20 litros, si es que llega el camión cisterna, y si es que acaso el funcionario de guardia le reconoce el puesto que viene ocupando desde hace días, porque de lo contrario tiene que pagar en divisas.
Parece que el gobierno está instigando desde adentro, lanzando molotov al pueblo para que termine de salir a la calle, a protestar, a saquear, incendiar quien sabe con qué insana intención.
Los runrunes de las aguas del rio creciendo llegan a los oídos del pueblo y quién sabe si la creciente llega más pronto de lo que se cree. Ojalá no ocurra. Ojalá alguien desde el gobierno ponga freno a la hecatombe que está por venir, de lo contrario muchas serán las víctimas, y lo peor de todo que con ello la consolidación del proyecto socialista bolivariano entra en su fase final, al menos por el momento, y los culpables todos sabemos quiénes son.
Ojalá no sea tarde.
La libertad es siempre la libertad de los que piensan de otra manera.