Coronavirus destroza corazones

Jueves, 30/04/2020 07:22 AM

El amor en los tiempos del coronavirus, asina asín así, destroza al amado y amargado corazón, que no de otra suerte que como cuando destroza el bofe bronquio pulmón. El coronavirus va directo al corazón como el primer amor. Todo deviene cuando estaba escuchando a Miguel Ríos, Directo al Corazón, de locura y de ternura, al tiempo que Rusia Today, de locura y de cordura, dejaba caer de su portal abajo, conmovedora perla pasmosa, pero que no pera perra perruna sabrosa osa osa, https://actualidad.rt.com/actualidad/351547-autopsia-primera-victima-conocida-covid-eeuu-ruptura-corazon, que la primera víctima mortal del covid-19 en EE.UU., revela que sufrió una ruptura del corazón. O sea, que el amor en los tiempos del coronavirus, con la sonrisa de Mona Lisa, ahora escóndese, detrás del antifaz y detrás del coronavirus, y detrás del tapaboca, y detrás del atajavirus, casos límite contradictorios, mas y más, por la calle de en medio, el medio, la sonrisa de Mona Lisa. Y, sigue diciendo la página de RT y, este cura ignaro raro cleuasmo asno, montado en la música con Miguel Ríos, Directo al Corazón, y prosigue, RT: "Una experta asegura que "el corazón básicamente estalló" al ser infectado por el coronavirus. La autopsia de quien se cree que fue la primera víctima de covid-19 en EE.UU. ha revelado que la paciente sufrió una ruptura del corazón debido a su infección por el nuevo coronavirus. El informe fue publicado este domingo por San Francisco Chronicle. Según el documento, la mujer, identificada como Patricia Dowd, falleció por un ataque cardíaco que le provocó la ruptura del ventrículo izquierdo, asociada por los especialistas con la pandémica enfermedad. "Su sistema inmunitario estaba atacando al virus y, al hacerlo, dañó el corazón, que luego básicamente estalló", explicó a medios locales la doctora Judy Melinek, quien no participó en la autopsia. La experta agregó que ese hecho sucedió porque el nuevo coronavirus infectó ese órgano. La médica forense a cargo de la autopsia, Susan Parson, explicó en el reporte que la mujer había presentado síntomas parecidos a los de una gripe en los días previos a su deceso. La paciente, de 57 años, murió repentinamente en su casa el 6 de febrero pasado. Inicialmente, los tejidos de Dowd no dieron positivo ante infecciones virales, pero tras analizar las muestras después de su muerte, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. confirmaron el pasado martes que el fallecimiento de la mujer estuvo vinculado al nuevo coronavirus. Los registros anteriores consideraban que la primera muerte por covid-19 en el país norteamericano había ocurrido el 26 de febrero en el estado de Washington, seguida de otro caso en el condado de Santa Clara el 9 de marzo."

El coronavirus destroza el corazón, detrás del antifaz y detrás del coronavirus, con sonrisa de Mona Lisa, por la calle de en medio, entre la ruta de la aventura y de la ruta segura, entre la ruta de la seda y la ruta de la pandemia, entre la China y EEUU de Norteamérica, entre Wuhan y Torres Gemelas, entre intersticios movedizos desquiciantes que desquicia y derrama arrechera, el bumerang laborioso laboratorio viral bacteriológico biológico de la guerra, entre el yo no fui y el fuiste tú. Lo cierto y a buen seguro que, con SunTzu, con Maquiavelo, con Clausewitz, con Páez, con Lenin, con Guyen Giap, con Kosko, la guerra es la política, seguida de otros medios. La política es la guerra, seguida de otros medios. Los negocios es la guerra, seguida de otros medios. La guerra son los negocios, seguidos de otros medios. Los comercios es la guerra, seguida de otros medios. La guerra es los negocios, seguida de otros medios. La guerra es la pandemia, seguida de otros medios. La pandemia es la guerra, seguida de otros medios. En todo este parafraseo, como Claudio Peo, de pandemonio del demonio mefistofélico, es el del amado y del amargado corazón, pa’no nombrar el bofe bronquio pulmón, refulgente de aire con el covid19, como si fuera y estuviera hablando de coronatripas, en que alójase el peo, del emperador excéntrico itálico, nacido fuera de Italia, Claudio Cesar, sucesor de Nerón, que no paróse en barras para decretar el peo como algo saludable, y que había que hacerlos salir borrascosos y sonoros, aun y aún, estuvieran con él comiendo, y, que jamás de los jamases, como otro ninguno, hubiera sabido que el coronavirus encontrárase en los intestinos de la humanidad de este siglo veintiuno.

El coronacorazón detrás del antifaz y el coronatripas detrás del hilo dental, coronacorazón y coronatripas, casos límite contradictorios borrosos tocantes, tócanse por los extremos en el medio, por la calle de en medio. El coronavirus destroza corazones y el coronatripas destroza hilos dentales, el amor en los tiempos del cólera y el amor en los tiempos del coronavirus, el coronacorazón en la zona norte del ombligo y el coronatripas en la zona sur del ombligo. Los panes en el horno sin sol se besan y los panas en el crisol sin sol se besan, pese a la cuarentena de la pandemia. El coronavirus destroza corazones y el coronatripas destroza hilos dentales. El uno en tiempos de covid19 y el otro en tiempos de bat69. El uno es un virus y el otro una bacteria. El uno llámase coronavirus y el otro cólera. Al covid19 y al bat69, lleváronselos en los cachos, al uno Comiquita Trump con insecticida directo a la vena del codo con cloro, que no a la’vena Quaker hojuelas de oro de Lorenzo Mendoza, y al otro Florentino Ariza y Fermina Daza con sostenidos prolongados besos panes de jamón en el crisol sin sol de los panas, a pesar de las limitantes de aquellas querellas, del amor y del olvido, de la violencia y de la esperanza, en el rio Magdalena, limitante ónfala sonrisa de Mona Lisa, en esta pandemia entre Venezuela y Colombia, y, del Gabo, Gabriel García Márquez, la novela.

Si el coronavirus destroza corazones. Entonces sea dicho que detrás del antifaz está el coronacorazón y detrás del hilo dental está el coronatripas. Ergo vergo sea dicho que el coronacorazón y el coronatripas son casos límite contradictorios borrosos tocantes en el medio, por la calle de en medio, la ónfala sonrisa de Mona Lisa, que escóndese, detrás del tapaboca, detrás del atajavirus. Ergo vergo sea dicho que el coronavirus destroza corazones y el coronatripas destroza hilos dentales. Ergo vergo sea dicho que el amor en los tiempos del cólera y el amor en los tiempos del coronavirus, el coronacorazón está en la zona norte del ombligo y el coronatripas en la zona sur del ombligo. Ergo vergo sea dicho que lo ónfalo, en el medio del cuerpo humano, es continente que contiene los contenidos del coronacorazón y del coronatripas, con grafía gratificante graciosa del antagónico difuso 69 cojedeño, en que han de chocar chocantes redondos ombligos.

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